Ignacio Ellacuría es una figura clave en la teología de la liberación y en la filosofía latinoamericana, por sus importantes contribuciones a la comprensión de la libertad y el desarrollo humano, particularmente en el contexto de los países subdesarrollados. La visión de libertad de Ellacuría no es simplemente la ausencia de opresión sino la creación activa de condiciones que permitan el pleno desarrollo del potencial humano. Para él, la verdadera libertad está ligada a la justicia, y la justicia se logra cuando los oprimidos son liberados de los sistemas de explotación y pobreza. En este sentido, el concepto de libertad de Ellacuría es inherentemente social y colectivo, y enfatiza que las libertades individuales sólo tienen sentido cuando todos los miembros de la sociedad tienen la oportunidad de prosperar. Su trabajo es particularmente importante para aprender el sentido del desarrollo humano en los países subdesarrollados. Sobre este tema, Ellacuría argumentó que los pobres y marginados no son sólo receptores pasivos de ayuda sino agentes activos de su propia liberación. Su filosofía del desarrollo humano tiene sus raíces en la idea de praxis, o la fusión de la reflexión y la acción, que llama a los individuos y las comunidades a asumir la responsabilidad de su propia transformación. En países agobiados por la pobreza y la desigualdad sistémica, este enfoque del desarrollo humano enfatiza la necesidad de un cambio estructural, empoderando a las personas para desafiar los sistemas económicos y políticos que perpetúan su marginación. El pensamiento de Ellacuría también está profundamente influenciado por su contexto, particularmente El Salvador, un país devastado por la guerra civil y la desigualdad extrema. Su compromiso con los pobres y su insistencia en la importancia del cambio estructural son centrales en su filosofía. Abogó por una “civilización de la pobreza”, donde el desarrollo no se mida por la riqueza material sino por la dignidad humana y la solidaridad. En conjunto, la filosofía de Ellacuría ofrece una poderosa crítica de los modelos tradicionales de libertad y desarrollo, particularmente en los países subdesarrollados. Su énfasis en la justicia social, la liberación colectiva y la dignidad humana proporciona un marco valioso para comprender los desafíos que enfrentan las comunidades marginadas y el potencial transformador de la acción humana.