Publicado el 23 nov. 2024
Ginebra, Suiza, noviembre 23.- La Semana Mundial de la Concientización sobre la Resistencia a los Antimicrobianos (WAAW, por sus siglas en inglés) es una campaña global para aumentar la concientización y comprensión sobre la resistencia a los antimicrobianos (RAM), y promover las mejores prácticas entre los actores de Una Salud para reducir la aparición y propagación de infecciones resistentes a los medicamentos. La WAAW se celebra cada año del 18 al 24 de noviembre.
La resistencia a los antimicrobianos (RAM) supone una amenaza cada vez mayor para la salud pública mundial y requiere medidas por parte de todos los sectores del gobierno y la sociedad.
Tiene un impacto significativo en la salud humana y animal, la producción de alimentos y el medio ambiente. Los patógenos resistentes a los medicamentos representan un riesgo para todas las personas, en todas partes. Sin embargo, queda mucho por hacer para aumentar la concientización tanto del público como de los actores clave.
El tema de la WAAW para este año es: ““Eduquemos. Promovamos. Actuemos ahora.” Es un llamado a la comunidad global para educar a los actores clave sobre la RAM, abogar por compromisos audaces y tomar acciones concretas en respuesta a esta amenaza. La Reunión de Alto Nivel de la ONU sobre RAM en 2024 representa una oportunidad importante para que los líderes mundiales aborden colectivamente la amenaza inminente que supone la RAM para la salud mundial, la seguridad alimentaria y la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de 2030.
Se necesita un liderazgo político más sólido, mayor defensa y rendición de cuentas en todos los niveles para combatir la RAM, y el momento de actuar es ahora.
¿Qué son los antimicrobianos?
Los antimicrobianos ―en particular los antibióticos, los antivíricos, los antifúngicos y los antiparasitarios— son medicamentos que se utilizan para prevenir y tratar infecciones en los seres humanos, los animales y las plantas.
¿Qué es la resistencia a los antimicrobianos?
La resistencia a los antimicrobianos (RAM) surge cuando las bacterias, los virus, los hongos y los parásitos cambian a lo largo del tiempo y dejan de responder a los medicamentos, lo que hace más difícil el tratamiento de las infecciones e incrementa el riesgo de propagación de enfermedades, de aparición de formas graves de enfermedades y de muerte.
Como consecuencia de la farmacorresistencia, los antibióticos y otros medicamentos antimicrobianos se vuelven ineficaces, por lo que las infecciones son cada vez más difíciles o imposibles de tratar.
¿Por qué es motivo de preocupación mundial la resistencia a los antimicrobianos?
La aparición y propagación de patógenos farmacorresistentes que han adquirido nuevos mecanismos de resistencia, lo que conduce a la resistencia a los antimicrobianos, siguen comprometiendo nuestra capacidad para tratar infecciones comunes. Es especialmente alarmante la rápida propagación mundial de bacterias multirresistentes y panresistentes (denominadas también «superbacterias») que provocan infecciones que no pueden tratarse con los medicamentos antimicrobianos al uso, como los antibióticos.
La línea de desarrollo clínico de nuevos antimicrobianos está agotada. En 2019, la OMS determinó que había 32 antibióticos en fase de desarrollo clínico capaces de combatir los patógenos de la lista de patógenos prioritarios de la OMS, de los que solo seis se clasificaron como innovadores. Es más, la falta de acceso a antimicrobianos de calidad sigue siendo un gran problema. La escasez de antibióticos afecta a países de todos los niveles de desarrollo y especialmente a sus sistemas de atención de salud.
A medida que la farmacorresistencia se propaga por todo el mundo, los antibióticos son cada vez más ineficaces, lo que conduce a más infecciones difíciles de tratar y al aumento de la mortalidad. Se necesitan urgentemente nuevos antibacterianos, por ejemplo, para tratar las infecciones debidas a bacterias gramnegativas resistentes a los antibióticos carbapenémicos que figuran en la lista de la OMS de patógenos prioritarios. Ahora bien, si no se cambia la forma en que se utilizan actualmente los antibióticos, esos nuevos antibióticos tendrán el mismo destino que los actuales y se volverán ineficaces.
La resistencia a los antimicrobianos tiene un costo considerable para las economías de los países y sus sistemas de salud, ya que afecta a la productividad de los pacientes o de las personas que los cuidan, al prolongar las estancias hospitalarias y requerir una atención más cara e intensiva.
Sin herramientas eficaces para la prevención y el tratamiento adecuado de las infecciones farmacorresistentes y la mejora del acceso a antimicrobianos nuevos y existentes de calidad asegurada, aumentará el número de personas para quienes el tratamiento está fallando o que morirán a causa de la infección. Será más arriesgado llevar a cabo procedimientos médicos como las intervenciones quirúrgicas, incluidas las cesáreas, la implantación de prótesis de cadera, la quimioterapia contra el cáncer y el trasplante de órganos.
¿Qué factores aceleran la aparición y propagación de la resistencia a los antimicrobianos?
La resistencia a los antimicrobianos es un fenómeno que aparece de forma natural con el tiempo, generalmente por modificaciones genéticas. Los organismos resistentes a los antimicrobianos están presentes en las personas, los animales, los alimentos, las plantas y el medio ambiente (agua, suelo y aire). Pueden propagarse de una persona a otra o entre las personas y los animales, en particular a partir de alimentos de origen animal. Entre los principales factores de la resistencia a los antimicrobianos se encuentran los siguientes: el uso indebido y excesivo de antimicrobianos; la falta de acceso a agua limpia, saneamiento e higiene (ASH), tanto para las personas como para los animales; la adopción de medidas deficientes de prevención y control de las enfermedades y las infecciones en los centros de atención de salud y las explotaciones agrícolas; el acceso deficiente a medicamentos, vacunas y medios de diagnóstico asequibles y de calidad; la falta de sensibilización y conocimientos; y el incumplimiento de la legislación.
Situación actual
Farmacorresistencia de las bacterias
Para las infecciones bacterianas comunes —como las infecciones urinarias, la septicemia, las infecciones de transmisión sexual y algunas formas de diarrea— se han observado en todo el mundo tasas elevadas de resistencia a los antibióticos utilizados habitualmente en los tratamientos, lo que indica que se están agotando los antibióticos eficaces. Por ejemplo, la tasa de resistencia al ciprofloxacino, un antibiótico utilizado habitualmente para tratar infecciones urinarias, oscilaba entre el 8,4% y el 92,9% en el caso de la Escherichia coli, y entre el 4,1% y el 79,4% en el de la Klebsiella pneumoniae, en los países que presentaron datos al Sistema Mundial de Vigilancia de la Resistencia a los Antimicrobianos y de su Uso (GLASS).
La Klebsiella pneumoniae es una bacteria intestinal común que puede provocar infecciones potencialmente mortales. La resistencia de la K. pneumoniae al tratamiento de último recurso (los antibióticos carbapenémicos) se ha propagado a todas las regiones del mundo. La K. pneumoniae es una importante causa de infecciones nosocomiales, como la neumonía, las septicemias o las infecciones de los recién nacidos y los pacientes ingresados en unidades de cuidados intensivos. En algunos países, los antibióticos carbapenémicos ya no son eficaces en más de la mitad de los pacientes con infecciones por K. pneumoniae debido a la resistencia.
La resistencia de la E. coli a las fluoroquinolonas, antibióticos utilizados en el tratamiento de las infecciones urinarias, está muy generalizada.
En muchas partes del mundo hay países en los que este tratamiento es ineficaz en más de la mitad de los pacientes.
La colistina es el único tratamiento de último recurso para infecciones potencialmente mortales por enterobacteriáceas (es decir, E.coli, Klebsiella, etc.) resistentes a los antibióticos carbapenémicos. También se han detectado bacterias resistentes a la colistina en varios países y regiones, lo que es causa de infecciones para las que no existe actualmente un tratamiento antibiótico eficaz.
Las bacterias de la especie Staphlylococcus aureus forman parte de nuestra microbiota cutánea y son también causa habitual de infecciones tanto en la comunidad como en los centros de atención de salud. Los pacientes con infecciones por S. aureus resistente a la meticilina (SARM) tienen una probabilidad de morir un 64% mayor que los pacientes con infecciones farmacosensibles.
En 2019 se incluyó en el marco de seguimiento de los ODS un nuevo indicador sobre la resistencia a los antimicrobianos. Mediante ese indicador se efectúa el seguimiento de la frecuencia de las septicemias debidas a dos patógenos farmacorresistentes concretos: Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (SARM) y E. coli resistente a cefalosporinas de tercera generación (3GC). Ese mismo año 25 países, territorios y zonas presentaron datos al GLASS sobre septicemias debidas al SARM y 49 países presentaron datos sobre septicemias debidas a E. coli. Si bien los datos todavía no son representativos en el ámbito nacional, la tasa mediana observada para S. aureus resistente a la meticilina fue del 12,11% (recorrido intercuartílico (RIC) 6,4–26,4) y para la de E. coli resistente a cefalosporinas de tercera generación fue del 36,0% (RIC 15,2–63,0).
La resistencia generalizada en cepas altamente variables de N. gonorrhoeae ha comprometido la gestión y control de la gonorrea. La resistencia a las sulfamidas, las penicilinas, las tetraciclinas, los macrólidos, las fluoroquinolonas y las cefalosporinas de generaciones tempranas ha progresado rápidamente. Actualmente, en la mayoría de los países, la cefalosporina de amplio espectro inyectable (ceftriaxona) es la única monoterapia empírica que queda contra la gonorrea.
Farmacorresistencia de Mycobacterium tuberculosis
Las cepas de Mycobacterium tuberculosis resistentes a los antibióticos son una amenaza para los avances en la contención de la epidemia mundial de tuberculosis. La OMS estima que, en 2018, se detectó en todo el mundo aproximadamente medio millón de nuevos casos de tuberculosis resistente a la rifampicina (TBRR), la gran mayoría de los cuales presentan tuberculosis multirresistente (TBMR), una forma de tuberculosis resistente a los dos antituberculosos más potentes. Del cerca de medio millón de personas que contrajeron TBMR o TBRR en 2018 solo se detectó y notificó un tercio. La TBMR requiere tratamientos más prolongados, que son menos eficaces y mucho más caros que los de la tuberculosis no resistente. Menos del 60% de las personas que han recibido tratamiento contra la TBMR o la TBRR se cura por completo.
Se estima que en 2018 un 3,4% de los nuevos casos de tuberculosis tenían TBMR o TBRR, porcentaje que ascendía al 18% en los casos que ya habían sido tratados anteriormente, por lo que la aparición de la resistencia a los nuevos medicamentos de «último recurso» contra la tuberculosis farmacorresistente supone una amenaza importante.
Farmacorresistencia de los virus
La resistencia a los antivíricos es motivo de creciente preocupación en las poblaciones de pacientes inmunodeprimidos, en los que la reproducción vírica continua y la exposición prolongada a fármacos conducen a la selección de cepas resistentes. Se ha detectado resistencia a la mayoría de los antivíricos, incluidos los antirretrovíricos.
Todos los antirretrovíricos, especialmente las clases más recientes, pueden volverse parcial o totalmente inactivos por la aparición del VIH farmacorresistente. Los pacientes que reciben tratamientos antirretrovíricos corren el riesgo de infección por VIH farmacorresistentes, si bien también es posible infectarse por un VIH que ya sea farmacorresistente.
Los niveles de farmacorresistencia del VIH pretratamiento a los inhibidores no nucleosídicos de la retrotranscriptasa (INNRT) entre adultos que inician un tratamiento de primera línea superaban el 10% en la mayoría de los países objeto de seguimiento en África, Asia y América Latina. La prevalencia de la farmacorresistencia pretratamiento entre los menores de un año es sumamente alta. En África Subsahariana, más del 50% de los menores de un año a los que se ha diagnosticado recientemente una infección por VIH son portadores de un virus resistente a los INNRT. A partir de esas conclusiones, en las últimas directrices de la OMS sobre los antirretrovíricos se recomienda la adopción de un nuevo fármaco, dolutegravir, como tratamiento preferente de primera línea para adultos y niños. El uso de ese fármaco es especialmente urgente para evitar los efectos negativos de la resistencia a los INNRT.
El aumento de la resistencia tiene importantes repercusiones económicas, dado que los regímenes de segunda y tercera línea son mucho más caros que los fármacos de primera línea. El programa de la OMS sobre farmacorresistencia del VIH lleva a cabo un seguimiento de la transmisión y aparición de la resistencia a fármacos contra el VIH, tanto antiguos como recientes, en todo el mundo.
Farmacorresistencia de los parásitos causantes del paludismo
La aparición de parásitos farmacorresistentes constituye una de las mayores amenazas para el control antipalúdico y provoca un aumento de la morbilidad y mortalidad por paludismo. Los tratamientos combinados basados en la artemisinina (TCA) son los tratamientos de primera línea recomendados contra el paludismo por P. falciparum en ausencia de complicaciones y se utilizan en la mayoría de los países en que el paludismo es endémico. Los TCA combinan un componente de artemisinina con un fármaco asociado. En algunos países de las regiones de la OMS del Pacífico Occidental y de Asia Sudoriental (Camboya, Myanmar, República Democrática Popular Lao, Tailandia y Viet Nam) se ha confirmado la resistencia parcial a la artemisinina y la resistencia a varios de los fármacos asociados de los TCA mediante estudios realizados entre 2001 y 2019. Ello aumenta la dificultad en la selección del tratamiento adecuado y requiere un estrecho seguimiento.
En la Región del Mediterráneo Oriental de la OMS, la resistencia de P. falciparum a la sulfadoxina-pirimetamina condujo al fracaso del tratamiento con artesunato-sulfadoxina-pirimetamina en algunos países, lo que obligó a cambiar a otro TCA.
En África acaban de publicarse datos probatorios que muestran la aparición de mutaciones vinculadas a la resistencia parcial a la artemisinina en Rwanda. De momento, los TCA que se han sometido a prueba siguen siendo sumamente eficaces. Ahora bien, si continúa propagándose la resistencia a la artemisinina y a los fármacos asociados de los TCA podría plantearse un importante problema de salud pública y podrían ponerse en peligro importantes logros en el control antipalúdico.
Farmacorresistencia de los hongos
La prevalencia de las infecciones fúngicas farmacorresistentes va en aumento y empeora una situación terapéutica ya difícil de por sí. Muchas infecciones fúngicas actuales presentan problemas de tratamiento, como la toxicidad, especialmente en pacientes con otras infecciones subyacentes (por ejemplo, el VIH). La farmacorresistencia desarrollada por la Candida auris, una de las causas más habituales de infección fúngica invasiva, se ha generalizado y se tiene constancia creciente de su resistencia al fluconazol, la amfotericina B y el voriconazol, así como de la resistencia emergente a la caspofungina.
Ello ha dado lugar a más dificultades en el tratamiento de las infecciones fúngicas, fracasos terapéuticos, estancias hospitalarias más prolongadas y opciones terapéuticas mucho más caras. La OMS ha emprendido un examen exhaustivo de las infecciones fúngicas a escala mundial y publicará una lista de patógenos fúngicos con importancia para la salud pública, junto con un análisis de los antifúngicos en fase de desarrollo.
Necesidad de una acción coordinada
La resistencia a los antimicrobianos es un problema complejo que requiere un enfoque multisectorial unificado. El principio de «Una sola salud» reúne a diferentes sectores y partes interesadas que intervienen en la salud de los seres humanos, los animales acuáticos y terrestres y las plantas, en la producción de alimentos para la población y de piensos, y en el medio ambiente para establecer lazos de comunicación y colaborar en la elaboración y puesta en marcha de programas, políticas, legislación e investigaciones para lograr mejores resultados de salud pública.
Se requieren más innovaciones e inversiones en investigaciones operacionales, y en investigación y desarrollo de nuevos medicamentos antimicrobianos, vacunas y medios de diagnóstico, especialmente los dirigidos contra bacterias gramnegativas críticas, como las enterobacteriáceas resistentes a los antibióticos carbapenémicos y la Acinetobacter baumannii. La puesta en marcha del Fondo Fiduciario Multipartito contra la Resistencia a los Antimicrobianos (FFM-RAM), la Alianza Mundial para la Investigación y Desarrollo de Antibióticos (GARDP), el Fondo de Acción contra la Resistencia a los Antimicrobianos, así como otros fondos e iniciativas, podría subsanar un importante déficit de financiación. Algunos gobiernos, como Suecia, Alemania, los Estados Unidos y el Reino Unido, están experimentando con modelos de reembolso. Se necesitan más iniciativas para encontrar soluciones duraderas.
Plan de Acción Mundial sobre la Resistencia a los Antimicrobianos
En el plano mundial, los países se comprometieron en la Asamblea Mundial de la Salud de 2015 a aplicar el marco establecido en el Plan de Acción Mundial sobre la Resistencia a los Antimicrobianos de 2015,[1] y a elaborar y aplicar planes de acción nacionales multisectoriales. El Plan fue posteriormente refrendado por los órganos rectores de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA). A fin de garantizar que se siga avanzando a escala mundial, los países deben velar por la financiación y aplicación de planes de acción nacionales en diferentes sectores con el fin de garantizar el progreso sostenible. Antes de la aprobación del Plan de Acción Mundial sobre la Resistencia a los Antimicrobianos en 2015, entre las iniciativas de ámbito mundial para contener la RAM figuraba la Estrategia Mundial OMS para Contener la Resistencia a los Antimicrobianos, elaborada en 2001, que ofrece un marco de intervenciones para ralentizar la aparición de dicha resistencia y reducir su propagación.
Secretaría Conjunta Tripartita sobre la Resistencia a los Antimicrobianos
En la Declaración política de la reunión de alto nivel de las Naciones Unidas sobre la RAM, aprobada por los Jefes de Estado en la Asamblea General de las Naciones Unidas celebrada en Nueva York en septiembre de 2016, se confirmó que se prestaría atención especial a un enfoque amplio y coordinado en el que participen todos los sectores, en particular los de la salud humana, de los animales, de las plantas y del medio ambiente. La OMS colabora estrechamente con la FAO y la OMSA en la aplicación del principio «Una sola salud» para promover prácticas óptimas que permitan reducir la resistencia a los antimicrobianos y ralentizar su avance.
El Secretario General de las Naciones Unidas convocó el Grupo de Coordinación Interorganismos sobre la resistencia a los antimicrobianos tras la reunión de alto nivel de las Naciones Unidas sobre la RAM celebrada en 2016. El Grupo de Coordinación Interorganismos reunió a asociados de las Naciones Unidas y las organizaciones internacionales y a particulares con conocimientos especializados sobre la salud de los seres humanos, los animales y las plantas, así como a los sectores de la alimentación humana, los piensos animales, el desarrollo y el medio ambiente, para formular un plan que permita combatir la resistencia a los antimicrobianos. El Grupo de Coordinación Interorganismos sobre la RAM presentó al Secretario General de las Naciones Unidas en abril de 2019 su informe, titulado «No podemos esperar: Asegurar el futuro contra las infecciones farmacorresistentes». Sus recomendaciones están en proceso de aplicación.
Se ha establecido una secretaría conjunta tripartita (FAO, OMSA y OMS), acogida por la OMS, con el fin de impulsar la colaboración multipartita en relación con la resistencia a los antimicrobianos. Entre las nuevas estructuras de gobernanza acordadas figuran: el Grupo de líderes mundiales sobre la resistencia a los antimicrobianos, que se puso en marcha en noviembre de 2020, así como el Grupo independiente sobre datos probatorios para fundamentar medidas de lucha contra la resistencia a los antimicrobianos y la Plataforma multipartita de colaboración, que están en proceso de creación.