Acelerado envejecimiento poblacional en América Latina

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América Latina está atravesando una transformación demográfica sin precedentes, con una notable disminución en las tasas de fecundidad y un incremento significativo en la población de adultos mayores. Este fenómeno, que en Europa ha tomado más de dos siglos, ha avanzado con rapidez en la región durante apenas 50 años, según revela un reciente estudio de la Red de Institutos Universitarios Latinoamericanos. La investigación titulada “Cambios en las estructuras demográficas, una mirada a la realidad latinoamericana”, presentada por el Centro de Estudios de Familia, Bioética y Sociedad de la Universidad Pontificia, arroja luz sobre el vertiginoso envejecimiento de la población en el continente. El informe destaca que América Latina y el Caribe están serenando un proceso de transición demográfica, donde la esperanza de vida se amplía en paralelo a la caída de las tasas de natalidad. Con este cambio demográfico, los sistemas de salud, la seguridad social, y los mercados laborales enfrentarán desafíos significativos en los próximos años. En 2021, América Latina pasó a ser una sociedad adulta joven, y las proyecciones indican que hacia 2050 se convertirá en una sociedad envejecida. Este cambio se ha visto facilitado por un descenso en las tasas de fecundidad y mortalidad, reflejando una estabilización poblacional. A diferencia de países como Paraguay y Bolivia, donde la natalidad aún supera a la mortalidad, en otros territorios la población está comenzando a estabilizarse. La Red enfatiza la urgencia de replantear los modelos de desarrollo y las estrategias de sostenibilidad demográfica para atender un cambio de tal magnitud. El índice de envejecimiento, un indicador crucial, revela que la cantidad de jóvenes nacidos cada año sigue disminuyendo, mientras que la esperanza de vida continúa en aumento. Países como Uruguay, Chile, Brasil y Argentina ya están mostrando señales claras de envejecimiento, concentrando una parte considerable de su población en edades avanzadas. Desde una perspectiva de derechos, es imperativo abordar esta realidad, garantizando que los adultos mayores vivan de manera digna, saludable y participativa. Las políticas públicas deben adaptarse a esta nueva estructura poblacional, y naciones líderes en la transición, como Uruguay y Chile, se encuentran ante la necesidad de actualizar sus sistemas de salud y protección social. Al mismo tiempo, Paraguay y Bolivia presentan un “bono demográfico”, caracterizado por una mayor proporción de personas activas en contraste con las que dependen de estas. Sin embargo, estos países enfrentan el reto de una esperanza de vida inferior al promedio de la región, lo que podría limitar las oportunidades de desarrollo. El potencial del envejecimiento poblacional también podría ser un motor de desarrollo económico y social si se implementan políticas adecuadas en educación, salud y empleo. Las estructuras familiares en América Latina también están evolucionando, observándose un crecimiento en el número de hogares unipersonales y una disminución en el tamaño de las familias. De acuerdo con la CEPAL, el promedio de integrantes en el hogar ha caído a 3.4 personas, siendo Argentina una de las excepciones con un promedio aún menor, de 2.9 personas. Además, se destaca el incremento de hogares multigeneracionales, donde dos o más generaciones cohabitan, representando un 21.5% del total. La nupcialidad cae en toda la región, mientras los divorcios aumentan, con Chile liderando (59 de cada 100 matrimonios terminan en divorcio). Incluso en países con alta tradición matrimonial y familiar como Brasil y México, la inestabilidad es notable, con tasas de divorcio de 47.4 y 32.62, respectivamente. La legalización de uniones homoafectivas, como en Brasil (11,200 en 2023) y México (6,606 uniones), refleja el avance de este tipo de relaciones, pero el aumento de divorcios (136% de relaciones entre mujeres en México) sugiere que las uniones homosexuales no reflejan estabilidad. Por otro lado, disminuyen los matrimonios entre hombre y mujer, abonando a la inestabilidad familiar. Con la disminución de la nupcialidad y un aumento en los divorcios, las dinámicas familiares tradicionales se están modificando. La Red señala la importancia de investigar las causas culturales y sociales que impactan los proyectos de vida a largo plazo, así como la necesidad de políticas que fomenten la natalidad y fortalezcan la estructura familiar. A medida que la región se adapta a esta nueva realidad demográfica, la implementación de estrategias bien diseñadas será clave para enfrentar los efectos del envejecimiento y maximizar las oportunidades que este presenta para la sociedad en su conjunto. La región necesita políticas que incentiven la natalidad y fortalezcan la parentalidad, pero también se revaloren a las personas mayores como patrimonio social. Sin embargo, la falta de voluntad política para implementar cambios estructurales es alarmante. Los datos son claros. Las familias se transforman y su crecimiento poblacional se estanca. Ignorar estas señales es condenar a la región a un futuro de inequidad y precariedad. Es hora de que los gobiernos, junto con la sociedad civil, asuman la responsabilidad de construir un modelo de desarrollo inclusivo y sostenible porque América Latina envejece… el futuro necesita acción.