Acelerando los descubrimientos de vacunas

foto-resumen

Por Marian L. Tupy y Ronald Bailey La humanidad ha padecido enfermedades mortales durante milenios sin saber exactamente qué eran, cómo se transmitían o cómo podían curarse. La viruela, que mató entre 300 y 500 millones de personas solo en el siglo XX, se originó en la India o Egipto hace al menos 3.000 años. Pero no fue hasta finales del siglo XVIII cuando el médico inglés Edward Jenner vacunó a su primer paciente contra la enfermedad. Pasaron otros dos siglos antes de que la viruela fuera finalmente erradicada en 1980. En cambio, los avances biomédicos modernos nos permitieron responder a la pandemia de COVID-19 en meses, no en siglos . El 31 de diciembre de 2019, se informó de un grupo de casos de “neumonía” en Wuhan (China). Para el 12 de enero de 2020, los científicos chinos habían identificado, secuenciado y puesto a disposición del público el código genético del coronavirus responsable. Eso permitió que el resto del mundo diseñara pruebas de diagnóstico para la enfermedad. Por ejemplo, después de que Corea del Sur identificara su primera infección por COVID-19 el 20 de enero, las empresas de biotecnología se apresuraron a producir kits de prueba. Los kits estaban disponibles en 50 lugares en todo el país el 7 de febrero. A mediados de abril, miles de investigadores de todo el mundo utilizaban tecnologías digitales y biomédicas para buscar caminos prometedores hacia la victoria sobre la enfermedad. Se estaban desarrollando unos 200 programas diferentes para desarrollar terapias y vacunas para combatir la pandemia. El 2 de diciembre de 2020, el Reino Unido se convirtió en el primer país en autorizar el uso de una vacuna desarrollada por la corporación estadounidense Pfizer y la empresa alemana BioNTech. La vacuna, que tiene una eficacia del 95 por ciento, contiene ARN mensajero (ARNm) que el COVID-19 utiliza para construir las proteínas que permiten al virus infectar las células humanas. El ARNm inyectado engaña a la célula para que produzca estas proteínas de pico, que luego inducen al sistema inmunológico a producir anticuerpos contra el virus. Los anticuerpos se unen a los virus atacantes, deshabilitándolos o marcándolos para que mueran y otras partes del sistema inmunológico se encarguen de ello. La medicina moderna ha permitido a la humanidad erradicar, casi erradicar y, en general, limitar la propagación de diversas enfermedades, entre ellas el cólera, la difteria, el sarampión, la rubéola y la fiebre tifoidea. A diferencia de las vacunas anteriores, que tendían a utilizar una forma más débil de un virus para proteger a los receptores, la vacuna Pfizer/BioNTech utiliza el propio cuerpo humano para lograr el mismo resultado. Esta nueva tecnología posiblemente marque el comienzo de una nueva era de desarrollo rápido de vacunas altamente efectivas que protegerán a la humanidad en las próximas décadas. Menos de 12 meses separaron el descubrimiento de la COVID-19 y la producción de una vacuna eficaz para salvar vidas. Este avance moderno es un testimonio del ingenio humano.