Causas de las sequías

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Las sequías tienen distintas causas, algunas naturales y otras relacionadas con varias actividades humanas. El cambio climático está aumentando la frecuencia, duración, y severidad de las sequías. La ciencia más reciente dice que a medida que aumenta la temperatura del planeta cae más precipitación en forma de lluvia en lugar de nieve, la nieve se derrite antes y la evaporación y la transpiración aumentan. Todo esto reduce la disponibilidad de agua y aumenta su demanda, por ejemplo en la agricultura. Los cambios en precipitación, el aumento de temperatura, el agotamiento del agua subterránea y las decisiones humanas están agravando las condiciones de sequía en muchas regiones de Estados Unidos. Gran parte del Oeste montañoso de Estados Unidos ha experimentado una disminución de la capa de nieve desde mediados del siglo XX (1, 2). Estas disminuciones están relacionadas con el cambio climático porque el calentamiento de las temperaturas ha reducido la cantidad de precipitación que cae en forma de nieve (en lugar de lluvia) y ha cambiado el comienzo del derretimiento de la capa de nieve (deshielo). El deshielo más temprano, asociado con estas temperaturas más cálidas, puede provocar que los suministros de agua no satsifagan la demanda de agua. Cada vez más, el agua está disponible antes de que se necesite y cuando es difícil de almacenar, porque los niveles de agua de los embalses deben ser bajos durante la temporada de lluvias para reducir el riesgo de inundaciones. Al considerar la relación de la sequía con el cambio climático, es importante distinguir entre estado del tiempo y clima. El estado del tiempo es una descripción de las condiciones atmosféricas durante un período corto (es decir, días o semanas), mientras que el clima es cómo se comporta la atmósfera durante períodos relativamente largos (es decir, años, décadas o más). El cambio climático ocurre durante períodos prolongados y se manifiesta como cambios en los patrones de eventos climáticos que uno esperaría comunmente con base a promedios históricos. Si bien cualquier período seco en el pasado podría haber sido más seco que un período seco en particular ahora, los períodos secos en el Oeste estadounidense están aumentando en cantidad, severidad y duración a medida que el cambio climático se manifiesta (3, 4). En la mayor parte del país, se espera que el aumento de temperaturas asociado con el cambio climático disminuya la humedad del suelo. Incluso sin cambios en la precipitación, es probable que los suelos secos haga que las sequías sean más fuertes y duraderas que las del pasado en la mayor parte de Estados Unidos (5). Si bien existe cierta variabilidad en las proyecciones climáticas para el Oeste de América del Norte, la mayoría de los modelos climáticos proyectan un mayor riesgo de sequía en el Suroeste (6). El Suroeste se considera una de las regiones más sensibles a nivel mundial al aumento del riesgo de sequía causado por el cambio climático. En la última década, las sequías han afectado a muchas regiones de Estados Unidos, incluidos el Sureste, el Oeste y el Medio Oeste. En el 2011, por ejemplo, Texas tuvo el año más seco registrado desde 1895. En California, la sequía reciente, de 2012 a 2016, ha sido la más impactante y afectó la agricultura, la disponibilidad de agua potable y la capacidad de generar energía hidroeléctrica, entre muchos otros aspectos de la vida (7, 8). Las sequías son costosas y afectan a las personas dentro y fuera de las áreas que experimentan directamente condiciones secas, especialmente cuando una sequía afecta a las regiones agrícolas. La agricultura es la industria más afectada por la sequía a nivel sectorial. En California, el sector agrícola tuvo pérdidas estimadas de más de $3.800 millones de dólares durante la sequía de 2012-2016 (7). Considerando que California produce más de un tercio de las verduras y dos tercios de las frutas y nueces que se venden en Estados Unidos, la sequía de California tuvo importantes implicaciones nacionales e internacionales (9). Más allá de los impactos económicos directos en una serie de industrias, la sequía puede amenazar el suministro de agua potable y los ecosistemas, aumentar el riesgo de incendios forestales y contribuir al aumento de los precios de los alimentos.

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Debemos prepararnos para un mayor riesgo de condiciones de sequía más frecuentes y severas Las respuestas actuales a la sequía tienden a centrarse en medidas a corto plazo, como la conservación temporal del agua, mejoras en la eficiencia de su uso, transferencias de agua de una cuenca a otra y un mayor uso de las aguas subterráneas durante los períodos secos. Sin embargo, con un mayor riesgo de sequía y la continua sobreexplotación del agua subterránea, debemos incorporar estrategias de largo plazo que reduzcan la vulnerabilidad y aumenten la resiliencia a sequías más frecuentes, severas y duraderas. El paso más importante para limitar el riesgo de sequía es llegar a emisiones netas negativas globales de CO2 a mediados de siglo, según el Informe especial sobre 1,5 °C del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático. Por su parte, Estados Unidos se comprometió a reducir las emisiones que atrapan el calor entre un 50 y un 52 porciento para el 2030 (en relación con el 2005). Deberíamos: Actuar rápidamente para reducir las emisiones de carbono tanto a nivel nacional y como parte de los esfuerzos globales para alcanzar cero emisiones netas a más tardar en 2050. Invertir en llevar agua limpia a las comunidades que llevan años sin agua o sin la calidad suficiente para su uso. Para esto son necesarias tanto acciones a corto plazo como ayuda para comprar agua embotellada o camiones de agua, como acciones a largo plazo que incrementen su seguridad hídrica. Reducir el uso de agua a niveles sostenibles en todos los sectores, especialmente el sector agrícola. Reducir la superficie de cultivos que utilizan la mayor cantidad de agua. Esto no significa eliminar esos cultivos; significa reducir su área a niveles sostenibles, de modo que las generaciones futuras también puedan tener acceso a esos productos básicos. Reducir la superficie de cultivos perennes que comprometen la demanda de agua durante muchos años. Los cultivos no perennes se pueden plantar durante los años húmedos y su superficie se puede reducir durante los años secos para aumentar la flexibilidad en los requisitos de agua. Mejorar el seguimiento y la medición regionales del suministro y los usos del agua. Enfocarse en las fuentes de contaminación de agua superficial y subterránea que reducen la disponibilidad de agua limpia (por ejemplo, uso excesivo de fertilizantes y pesticidas). Aumentar el reciclaje y la reutilización del agua, incluso mediante la captura y reutilización de aguas pluviales, aguas grises y aguas residuales. Incrementar los esfuerzos para gestionar de manera sostenible los recursos de agua subterránea que actúan como una cuenta de ahorros durante los tiempos de sequía. Por ejemplo, la recarga de los acuíferos en las estaciones húmedas podría servir como amortiguador durante los períodos secos. Incrementar el mantenimiento y modernizar la infraestructura para reducir las fugas y el riesgo para la salud de las viejas tuberías. Principalmente en las comunidades más vulnerables. Actualizar las operaciones de la infraestructura que comprende nuestros sistemas de agua, como embalses y canales de conducción. Muchos de estos sistemas aún operan con supuestos basados ​​en cómo era nuestro clima en el pasado y aún no han integrado los avances en el pronóstico del tiempo o la información climática actualizada. Hay diferentes tipos de sequía En términos generales, una sequía es un momento en el que no hay suficiente agua para satisfacer las necesidades humanas y ambientales. Las sequías a menudo recuerdan imágenes de tierra agrietada, arroyos secos, campos amarillos o pozos secos. En muchas comunidades rurales vulnerables, la extracción excesiva de agua subterránea durante las sequías interrumpe por completo el acceso al agua. Cada una de estas imágenes representa un tipo diferente de sequía y cada tipo se mide de manera diferente. Con mayor frecuencia pensamos en la sequía en relación con la precipitación, evaluando el grado de sequía (en comparación con un promedio local o regional) y la duración del período seco. Esto se conoce como sequía meteorológica, que es muy específica de una región, ya que la precipitación media puede variar considerablemente de un lugar a otro. También podemos pensar en la sequía hidrológica o en cómo la disminución de las precipitaciones afecta el agua de los arroyos, la humedad del suelo, los niveles de los embalses y lagos y la recarga de las aguas subterráneas. Los agricultores están más preocupados por la sequía agrícola, que es cuando los suministros de agua disponibles no pueden satisfacer las demandas de agua relacionadas con los cultivos. Las sequías agrícolas pueden ocurrir por varias razones, incluida la escasez de precipitaciones, el momento de la disponibilidad de agua, la disminución del acceso al suministro de agua o el aumento de la demanda de agua del sector. Las respuestas del sector agrícola a este tipo de sequía a menudo incrementan otros tipos de sequías. Por ejemplo, es posible que el deshielo más temprano no cambie la cantidad total de agua disponible; aún así, el aumento de las temperaturas a principios de la primavera puede provocar una escorrentía más temprana que no corresponde con la demanda máxima de agua de los cultivos en el verano. Así, es posible sufrir una sequía agrícola en ausencia de sequía meteorológica. Las sequías socioeconómicas nos ayudan a identificar los impactos sociales y económicos resultantes de la escasez de recursos hídricos. Por ejemplo, a medida que el agua superficial se vuelve menos disponible, el potencial de producción de energía hidroeléctrica puede ser menor. En ocasiones, los niveles de agua subterránea se bajan a un punto en el que muchos pozos privados o de comunidades rurales no pueden alcanzar el agua, haciendo que las personas pierdan el acceso al agua durante días, meses o incluso años. Este tipo de sequía puede continuar mucho después de que haya pasado cualquiera de los otros tipos de sequía (10, 11). Por ejemplo, algunos expertos argumentan que la sequía socioeconómica ha continuado para muchas personas que viven en el Valle de San Joaquín, California, ya que muchas personas en la región todavía dependen de tanques de agua temporales instalados después de que sus comenzaron a secarse en 2012. Por último, los científicos han propuesto un nuevo tipo de sequía, la sequía antropogénica, que une a todas las demás. La idea es que las decisiones que toma la gente sobre el uso del agua y otros recursos pueden provocar condiciones de sequía. A través de esta perspectiva, las sequías se convierten en un proceso que involucra interacciones complejas entre las decisiones y actividades humanas, la variabilidad natural del agua, el cambio climático y los cambios en la gestión del agua y el uso de suelos (12).

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Condiciones actuales de sequía Para mantenerse al día con las condiciones de sequía en los Estados Unidos, visite el Monitor de Sequía de los Estados Unidos, que produce mapas semanales de las condiciones de sequía. Referencias K. Hayhoe, D. J. Wuebbles, D. R. Easterling, D. W. Fahey, S. Doherty, J. P. Kossin, W. V. Sweet, R. S. Vose, M. F. Wehner, “Capítulo 2: Nuestro clima cambiante. Impactos, riesgos y adaptación en los Estados Unidos: Cuarta evaluación nacional del clima, Volumen II ”(Programa de investigación sobre el cambio global de EE. UU., 2018), doi: 10.7930 / NCA4.2018.CH2. N. Berg, A. Hall, Impactos antropogénicos del calentamiento en la capa de nieve de California durante la sequía. Geophys. Res. Letón. 44, 2511-2518 (2017). P. W. Mote, S. Li, D. P. Lettenmaier, M. Xiao, R. Engel, Descensos dramáticos en la capa de nieve en el oeste de EE. UU. Npj Clim. Ciencia atmosférica. 1, 2 (2018). A. P. Williams, R. Seager, J. T. Abatzoglou, B. I. Cook, J. E. Smerdon, E. R. Cook, Contribución del calentamiento antropogénico a la sequía de California durante 2012-2014. Geophys. Res. Letón. 42, 2015GL064924 (2015). N. S. Diffenbaugh, D. L. Swain, D. Touma, El calentamiento antropogénico ha aumentado el riesgo de sequía en California. Proc. Natl. Acad. Sci. 112, 3931–3936 (2015). B. I. Cook, T. R. Ault, J. E. Smerdon, Riesgo de sequía sin precedentes en el siglo XXI en el suroeste de Estados Unidos y las llanuras centrales. Sci. Adv. 1, e1400082 (2015). Lund Jay, Medellín-Azuara Josue, Durand John, Stone Kathleen, Lecciones de la sequía de 2012-2016 en California. J. Water Resour. Plan. Manag. 144, 04018067 (2018). P. Gleick, Impactos de la sequía de cinco años (2012-2016) de California en la generación de energía hidroeléctrica. Pac. Inst. (2017). CDFA, Estadísticas de producción agrícola de California (2020), (disponible en https://www.cdfa.ca.gov/statistics/). C. Greene, Ampliación de la comprensión de la sequía: la vulnerabilidad climática de los trabajadores agrícolas y las comunidades rurales en California (EE. UU.). Reinar. Sci. Política. 89, 283–291 (2018). C. Greene, "La sequía no es solo agua, es vida": Narrativas de la vulnerabilidad a la sequía en el Valle de San Joaquín de California. Geoforum. 121, 33–43 (2021). A. AghaKouchak, A. Mirchi, K. Madani, G. Di Baldassarre, A. Nazemi, A. Alborzi, H. Anjileli, M. Azarderakhsh, F. Chiang, E. Hassanzadeh, LS Huning, I. Mallakpour, A. Martínez, O. Mazdiyasni, H. Moftakhari, H. Norouzi, M. Sadegh, D. Sadeqi, AF Van Loon, N. Wanders, Sequía antropogénica: definición, desafíos y oportunidades. Rev. Geophys. 59 (2021), doi: 10.1029 / 2019RG000683.