Por John Harlow San Valentín fue martirizado en la antigua Roma en el año 273 d. C. Desde entonces, las tradiciones que surgen de su carta de despedida —firmada “de tu Valentín”— han hecho que muchas otras personas también se sientan mártires ante la presión de hacer el gesto romántico perfecto o demostrar el amor más puro. Le preguntamos al profesor Benjamin Karney '92, Ph.D. '97, codirector del Laboratorio de Matrimonio y Relaciones Cercanas de la UCLA, cinco preguntas candentes sobre el día romántico más estresante del año y las mejores formas de reconocerlo. ¿Cómo se puede prosperar, o al menos sobrevivir, el día de San Valentín? Uno podría pensar que un día para celebrar el romance sería divertido para la mayoría de las personas, pero el Día de San Valentín puede ser estresante para algunas parejas porque sienten que el día exige una demostración de la profundidad de los sentimientos románticos. Eso es mucho pedir de un día específico, especialmente si estás ocupado en el trabajo, o pasando por algo en la familia, o simplemente estás teniendo un mal día. Una forma de honrar el día es darnos a nosotros mismos y a nuestras parejas un poco de gracia, y reconocer que lo que suceda ese día no es la medida completa de la relación. El día de San Valentín es ahora un negocio de 28 mil millones de dólares, y la mitad de ese dinero se gasta en... dulces. Tiene que haber mejores opciones, ¿no? Por supuesto. En lugar de dejar que una empresa de marketing decida por ellos, cada pareja puede decidir por sí misma si quiere aprovechar la oportunidad que les brinda el Día de San Valentín y cómo hacerlo. Algunos lo aprovecharán para hacer algo que no suelen hacer, como salir a cenar a un restaurante caro o recibir un masaje en pareja. Pero otros pueden decidir que es una oportunidad para apreciar lo que ya hacen, para celebrar lo que ya tienen y que hace que su relación valga la pena. Antes, el regalo tradicional eran las flores, pero ahora parece que son unas vacaciones de lujo por sorpresa. Eso no puede ser bueno, ¿verdad? No todo el mundo tiene los bolsillos llenos. Por lo general, el amor verdadero se expresa más en la forma en que tratamos a nuestra pareja día tras día que en la forma en que la tratamos en un día determinado. En las relaciones nuevas, es posible que las personas no sepan exactamente qué siente su pareja por ellas, por lo que pueden interpretar más las decisiones que toman en torno al Día de San Valentín como una medida de compromiso. Las parejas que llevan más tiempo juntas tienen más pruebas del compromiso mutuo, por lo que el comportamiento en el día en sí puede tener menos peso. ¿Qué pasa con las personas que mantienen relaciones a largo plazo? ¿Cómo logran reavivar la chispa en medio del caos de la vida cotidiana? En una relación a largo plazo, el día de San Valentín es una oportunidad para dar un paso atrás y apreciar las virtudes de una relación que quizás demos por sentado en otros días. Por supuesto, no hay razón para restringir esa apreciación a un solo día del año. ¡Cualquier día puede ser el día de San Valentín! El día de San Valentín puede ser especialmente doloroso para quienes se acaban de divorciar, quienes están emocionalmente sensibles y otros que no paran de deslizar el dedo hacia la izquierda o hacia la derecha en las aplicaciones de citas. ¿Cómo deberían afrontarlo? Es absolutamente cierto que vivimos en una cultura que eleva el “amor verdadero” por encima de otras relaciones importantes en nuestras vidas. Para las personas que no están en una relación romántica, o que han tenido el corazón roto, o las personas que encuentran su conexión y apoyo en otras fuentes, eso puede hacer que sea algo que soportar en lugar de disfrutar. Tenemos días para celebrar nuestras relaciones con nuestras madres, padres y amantes. Lo que realmente nos vendría bien es un día festivo de alto perfil para celebrar la amistad, un día para reconocer y apreciar a las personas que nos ayudan durante todo el año. De hecho, el Congreso estableció un Día Nacional de la Amistad en 1935; este año, se celebrará el 3 de agosto. No le damos tanta importancia al Día de la Amistad en los EE. UU. Tal vez deberíamos.