Por Zayda Fonseca-Cobos y Susana López ¡Es reconocido como uno de los virus más contagiosos en el mundo! El sarampión, un virus de ARN de cadena sencilla que solo infecta a los humanos, causa una enfermedad caracterizada por fiebre, tos, ojos enrojecidos y llorosos, pequeñas manchas blancas en la cara interna de las mejillas y una erupción que se extiende por todo el cuerpo. Actualmente, se registran más de 130 mil muertes al año en todo el mundo, principalmente entre niños menores de 5 años. Este virus pertenece a la familia Paramixoviridae y al género morbillivirus. La partícula viral es amorfa, con el genoma de ARN rodeado por la proteína N de la nucleocápside y pequeñas cantidades de las proteínas L y P. Estas, a su vez, están envueltas por la proteína de matriz y una membrana lipídica. Sobre esta membrana se insertan las proteínas de superficie H y N, las cuales son muy importantes para la unión e infección del virus en su célula hospedera. ¿Qué tan contagioso es este virus y cómo nos infectamos? El sarampión ingresa principalmente a través de las vías respiratorias, aunque también puede ingresar a través de los ojos, se replica principalmente en las células del sistema inmune de los pulmones y luego se disemina por todo el organismo, afectando principalmente al timo, el bazo y los nódulos linfáticos. En pocos días el virus se encuentra prácticamente en todo el cuerpo, en esta etapa se producen los primeros síntomas que suelen durar entre 4 y 7 días. Las células infectadas por el virus son reconocidas y atacadas por el sistema inmune, desencadenando así la erupción en la piel y la conjuntivitis. Las erupciones cutáneas comienzan en la cara y el cuello, y luego se extienden por el resto del cuerpo con una duración de entre 5 y 6 días, hasta que se desvanecen. En la última fase de la infección, la tos es un síntoma común; este actúa como un mecanismo muy efectivo para la propagación del virus y la infección de otras personas susceptibles (no inmunizadas). Una persona infectada puede transmitir el virus a otras durante aproximadamente ocho días, desde cuatro días antes, hasta cuatro días después del inicio de la erupción cutánea. Además, el virus sigue siendo activo y conserva su capacidad infecciosa en el aire o en superficies contaminadas por hasta dos horas. El sarampión se conoce como uno de los virus más contagiosos debido a su alto valor de R0 (número básico de reproducción que indica cuántas personas susceptibles pueden ser contagiadas por un sólo infectado), que varía de 12 a 18. Esto lo convierte en uno de los virus con el índice R0 más elevado, lo que significa que una sola persona infectada puede contagiar a más de 12 personas susceptibles que estén cerca de ella. En comparación, el R0 del SARS-CoV-2 varía entre 2 y 3. Se estima que, para alcanzar la llamada inmunidad de rebaño del sarampión, es necesario que al menos el 95% de las personas estén inmunizadas. En contraste, para el SARS-CoV-2, se estimó que la inmunidad de rebaño se alcanzaría con un 70% de personas inmunizadas. La principal razón por la cual el sarampión es tan contagioso radica en que las personas infectadas expulsan una gran cantidad de virus. Además, una pequeña cantidad de partículas virales puede iniciar la infección en un individuo susceptible. ¿Cuáles son las posibles complicaciones del sarampión? No existe tratamiento específico para esta enfermedad, por lo que los cuidados se enfocan en aliviar los síntomas. Se recomienda que los pacientes con sarampión reciban suplementos de vitamina A para prevenir posibles lesiones oculares. Desafortunadamente, la infección por este virus puede desencadenar complicaciones graves, como conjuntivitis que puede llegar a producir ceguera, neumonía, otitis, encefalitis y problemas durante el embarazo, como parto prematuro, transmisión al feto a través de la placenta, aborto espontáneo y bajo peso al nacer. Es especialmente preocupante que las complicaciones como la neumonía y la encefalitis afecten a 1 de cada mil casos de sarampión y pueden ser mortales. Otra secuela de esta infección es la llamada “panencefalitis subesclerosante subaguda” (SSPE, por sus siglas en inglés), una enfermedad cerebral progresiva, debilitante y mortal, que generalmente se manifiesta entre 7 y 10 años después de haber padecido sarampión. El sarampión “reinicia” el sistema inmune Otra complicación muy seria del sarampión es su capacidad para debilitar el sistema inmune de la persona infectada, lo que resulta en una inmunosupresión temporal y una mayor susceptibilidad a otras infecciones. Recientemente se ha estudiado el efecto que tiene el sarampión sobre la memoria inmune y se encontró que la infección por este virus genera una “amnesia inmunológica”: el sistema inmune “olvida” las infecciones anteriores. Los anticuerpos generados en respuesta a resfriados, exposiciones a virus, bacterias o vacunas simplemente desaparecen, como si nunca hubieran existido tales exposiciones previas. El sarampión infecta específicamente a las células T de memoria, que son esenciales para el sistema inmune. Tienen como función circular en el cuerpo durante años, reconociendo patógenos que el cuerpo ya ha enfrentado antes. La infección por sarampión puede llevar a la eliminación del 11 al 73% de todos los anticuerpos (contra todo tipo de enfermedades) en los individuos infectados. Esta inmunidad solo se puede adquirir con una nueva exposición a los patógenos o a través de la vacunación. Aunque paradójico, el único recuerdo inmunológico que permanece intacto es el del propio sarampión, lo que genera prácticamente una inmunidad de por vida contra este virus en particular. Esto implica que, si alguien se infecta con sarampión, solo será inmune al sarampión mismo, mientras que los demás patógenos pueden quedar en el olvido.