Friedrich Engels, filósofo y revolucionario, nació en Barmen-Elberfeld (reino de Prusia), actualmente Wuppertal, Renania, el 28 de noviembre de 1820, en el seno de una próspera familia propietaria de negocios textiles y vitivinícolas. Vinculado por tradición a los negocios familiares –muchos años de su vida los pasó en Mánchester, a cargo de la empresa textil del padre–, por devoción se ligó desde muy joven a la causa revolucionaria. Amigo íntimo y colaborador intelectual de Karl Marx, a quien sostuvo económicamente durante décadas, las obras que escribieron ambos, juntos o por separado, fueron fundamentales para el nacimiento del comunismo, el socialismo o el sindicalismo modernos. El gentleman comunista murió en Londres, el 5 de agosto de 1895, cuando trabajaba en la edición de un libro IV de El capital. Si bien el marxismo lleva el nombre de Marx, no debemos olvidar nunca la contribución vital de Engels y el vínculo orgánico entre la vida de estos dos hombres. Sin duda, Engels poseía una mente enciclopédica que englobaba un conocimiento de campos tan diversos como la filosofía, la economía, la historia, la física, la filología y las ciencias militares. Su conocimiento de esto último le dio el apodo de «El General». Con demasiada frecuencia, se considera que Engels desempeñó un papel secundario respecto a Marx. Si bien Marx fue un titán en todos los sentidos, Engels también fue clave en esta relación. Siendo extremadamente modesto, Engels siempre daba preferencia a Marx. Pero cuando leemos la voluminosa correspondencia entre los dos hombres, es de alto valor la destacada contribución del propio Engels. Junto con Marx fue un gigante político. Infancia Se han escrito varias biografías de la vida de Engels, algunas buenas y otras malas. Una de las últimas es la del pretencioso Tristan Hunt, titulada El comunista con levita, que se destaca por ser un relato particularmente malo de la vida de Engels. Pero, ¿qué más podemos esperar de esas personas? Los historiadores burgueses tienen siempre listas sus hachas, especialmente cuando escriben sobre Marx y Engels. El mezquino Tristan Hunt no es una excepción. No tenemos nada que aprender de los chismes de tales pseudointelectuales. Nacido en una familia de fabricantes textiles de Barmen en Renania, el joven Engels rompió con su origen de clase y se colocó del lado de la clase trabajadora. A partir de entonces, se dedicó a contribuir al derrocamiento del capitalismo y a la emancipación de la clase trabajadora. Junto con Marx, quien también provenía de un entorno burgués, se convirtió en uno de los más grandes dirigentes de la clase trabajadora. Cuando tenía poco más de veinte años, Engels se «alineó abiertamente» con el cartismo revolucionario y escribió su famosa La situación de la clase obrera en Inglaterra. Hizo contacto directo con el movimiento obrero en Inglaterra y fue aquí donde Engels se convirtió en un comunista convencido. En sus primeros escritos, aunque no totalmente completos, Engels, como escribió Marx, “ya había formulado ciertos principios generales del socialismo científico”. Marx Su encuentro y amistad con Marx comenzó en agosto de 1844. Esto condujo a una colaboración política y teórica de por vida, que iba a transformar el mundo. Como recordó Engels más tarde: «Cuando volvimos a reunirnos en Bruselas, en la primavera de 1845, Marx, partiendo de los principios básicos arriba señalados, había desarrollado ya, en líneas generales, su teoría materialista de la historia, y nos pusimos a elaborar en detalle y en las más diversas direcciones la nueva concepción descubierta». Esta colaboración fructificará en una serie de trabajos teóricos, como La Ideología alemana, y culminará unos años más tarde en El Manifiesto Comunista. En el proceso, los dos hombres lucharon contra otros que tenían todo tipo de ideas y nociones confusas. “Es una vergüenza que uno tenga todavía que enfrentarse a tales tonterías”, escribió Engels. «No dejaré marchar a los muchachos hasta que haya despejado del campo a Grün [un socialista utópico] y les haya quitado las telarañas de la cabeza». El estrecho vínculo y la relación entre los dos hombres se hicieron cada vez más íntimos. En palabras de Lenin: “Las leyendas antiguas contienen muchos ejemplos conmovedores de amistad. El proletariado europeo puede decir que su ciencia fue creada por dos sabios y luchadores cuyas relaciones superan a todas las conmovedoras leyendas antiguas sobre la amistad entre los hombres». Trotsky, que estudió todos los aspectos de la vida y la contribución de Engels, también proporcionó una evaluación adecuada del mismo: “Engels es, sin duda, una de las personalidades más finas, mejor integradas y más nobles de la galería de los grandes hombres. Recrear su imagen sería una tarea gratificante. También es un deber histórico… “¡Qué bien se complementan [Marx y Engels]! O más bien, con qué conciencia Engels se esfuerza por complementar a Marx; toda su vida se dedica a esta tarea. La considera su misión y encuentra en ella su satisfacción. Y esto sin una sombra de autosacrificio, siempre él mismo, siempre lleno de vida, siempre superior a su entorno y su época, con inmensos intereses intelectuales, con un verdadero fuego de genio siempre ardiendo en la fragua del pensamiento. “En el contexto de su vida cotidiana, Engels gana tremendamente en estatura en comparación con Marx, aunque, por supuesto, la estatura de Marx no se ve disminuida en lo más mínimo por esto. Recuerdo que después de leer la correspondencia entre Marx y Engels en mi tren militar, le hablé a Lenin de mi admiración por la figura de Engels. Mi punto era este, que cuando se ve en su relación con el titán Marx, el fiel Federico gana en estatura, en lugar de disminuir. “Lenin expresó su aprobación a esta idea con presteza, incluso con alegría. Amaba a Engels muy profundamente, y particularmente por su integridad de carácter y humanidad en general. Recuerdo cómo examinamos con cierta emoción un retrato de Engels cuando era joven, descubriendo en él los rasgos que se hicieron tan prominentes en su vida posterior. “Cuando hayas tenido suficiente de la prosa de los Blums, los Cachin y los Thorezes [reformistas y estalinistas], cuando te hayas tragado hasta saciarte los microbios de la mezquindad y la insolencia, la obsequiosidad y la ignorancia, no hay mejor manera de limpiarse los pulmones que leyendo la correspondencia de Marx y Engels, tanto entre ellos como con otras personas. En sus alusiones y caracterizaciones epigramáticas, a veces paradójicas, pero siempre bien pensadas y al grano, ¡hay tanta instrucción, tanta frescura mental y aire de montaña! Siempre vivieron en las alturas». Trotsky continúa: “Los pronósticos de Engels son siempre optimistas. No pocas veces se adelantan al curso real de los acontecimientos. Pero, en general, ¿es posible hacer predicciones históricas que, para usar una expresión francesa, no quemen algunas de las etapas intermedias? “En última instancia, Engels siempre tiene razón. Lo que dice en sus cartas a Madame. Wischnewetsky sobre el desarrollo de Inglaterra y los Estados Unidos se confirmó completamente solo en la época de la posguerra, cuarenta o cincuenta años después. ¡Pero ciertamente fue confirmado! ¿Quién, entre los grandes estadistas burgueses, tuvo siquiera un indicio de la situación actual de las potencias anglosajonas? Los Lloyd George, los Baldwin, los Roosevelt, por no hablar de los MacDonald, parecen incluso hoy (de hecho, hoy incluso más que ayer) como cachorros ciegos junto al viejo Engels con visión de futuro. ¡Y qué insensatos son todos estos Keynes para proclamar que los pronósticos marxistas han sido refutados!”. (Trotsky, Diario en el exilio, págs.27-29). Materialismo De jóvenes, tanto Marx como Engels fueron seguidores del gran filósofo alemán Hegel. Sus enseñanzas fueron sin duda revolucionarias. El método dialéctico de Hegel se convirtió en la piedra angular de su perspectiva, pero lo depuraron de idealismo y lo pusieron de pie. A través de Feuerbach, se volvieron materialistas. La filosofía materialista explica que la materia es lo primario y las ideas son un reflejo del mundo material. Fueron los primeros en explicar que el socialismo no era una invención de los soñadores, sino que tenía sus raíces en el desarrollo de las fuerzas productivas y la lucha de clases. El socialismo por fin logró ser una ciencia. «Sin la filosofía alemana», explicó Engels, «el socialismo científico nunca habría existido». Engels, en particular, contribuyó a la filosofía del marxismo en sus obras posteriores, a saber, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, Anti-Dühring y La dialéctica de la naturaleza. Engels, junto con Marx, comprendió la importancia de la clase trabajadora. En su Situación de la clase obrera en Inglaterra, publicada en 1845, explica que el proletariado no es solo una clase que sufre, sino una clase que lucha por su propia emancipación. Su trabajo conjunto con Marx, El Manifiesto Comunista, hace realidad estas ideas. Dialéctica Con el fracaso de la revolución de 1848, Marx y Engels se encontraron en Inglaterra: Marx en Londres y Engels en Manchester. En Manchester, Engels se puso a trabajar para la empresa de su padre, el «oficio maldito», con el fin de proporcionar ayuda material a Marx. La correspondencia entre los dos hombres ocurrió tenía lugar casi a diario. A través de sus cartas, intercambiaron sus ideas, pensamientos y descubrimientos en toda su riqueza. En 1870, Engels finalmente se trasladó a Londres para que él y Marx pudieran participar directamente en su colaboración intelectual conjunta, así como para participar activamente en el trabajo de la Primera Internacional. Este trabajo fue de gran importancia para unir a los trabajadores avanzados de todos los países en una organización. Para entonces, Marx había terminado de escribir el primer volumen de El Capital y estaba elaborando material para dos volúmenes más. Cuando terminó el primer volumen en agosto de 1867, escribió a Engels: “Entonces, este volumen está terminado. ¡Te debo a ti, y solo a ti, que haya sido posible! Sin tu autosacrificio por mí, no podría haber logrado el inmenso trabajo requerido…» Mientras Marx pasaba la mayor parte de su tiempo en El Capital, Engels entablaba otras polémicas, lo que le permitió esbozar los conceptos básicos del marxismo. Esto incluyó Anti-Dühring, que profundizó en la filosofía, las ciencias naturales y las ciencias sociales. También escribió El orígen de la familia, la propiedad privada y el Estado, donde aplicó la concepción materialista al pasado remoto de la historia humana. Y escribió Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana. «Marx y yo», escribió Engels, «fuimos prácticamente las únicas personas que rescatamos la dialéctica consciente [de la destrucción del idealismo, incluido el hegelianismo] y la aplicamos en la concepción materialista de la naturaleza… La naturaleza es la prueba de la dialéctica, y hay que decir que la ciencia natural moderna ha proporcionado materiales extremadamente ricos y crecientes diariamente para esta prueba, y así ha demostrado que, en última instancia, el proceso de la naturaleza es dialéctico y no metafísico. «La gran idea fundamental» – escribe Engels – «de que el mundo no se compone de un conjunto de objetos terminados, sino que representa en sí un conjunto de procesos, en el que las cosas que parecen inmutables, al igual que sus imágenes mentales en nuestro cerebro, es decir, los conceptos, se hallan sujetos a un continuo cambio, a un proceso de nacimiento y muerte; esta gran idea fundamental se encuentra ya tan arraigada desde Hegel en la conciencia común, que apenas habrá alguien que la discuta en su forma general. Pero una cosa es reconocerla de palabra y otra cosa es aplicarla a la realidad concreta, en todos los campos sometidos a investigación… “Para la filosofía dialéctica nada es final, absoluto, sagrado. Revela el carácter transitorio de todo y en todo; nada puede resistir ante él excepto el proceso ininterrumpido de devenir y de desaparecer, de ascendencia sin fin desde lo inferior a lo superior. Y esta misma filosofía es un mero reflejo de ese proceso en el cerebro pensante». Por tanto, según Marx y Engels, la dialéctica es «la ciencia de las leyes generales del movimiento, tanto del mundo exterior como del pensamiento humano». El Capital La inspiración de Marx y Engels crecía a medida que lo hacía el movimiento. Después de la muerte de Marx, Engels continuó solo como consejero y dirigente del movimiento socialista europeo, que se había convertido en una fuerza de masas. Su consejo era solicitado con entusiasmo, y se basó en su vasto conocimiento y experiencia en su vejez. Al igual que Marx, Engels conocía muchas lenguas extranjeras y mantuvo una correspondencia enorme sobre un montón de asuntos. Increíblemente, esto cubre 13 volúmenes de las Obras Completas de Marx y Engels, que suma a 3.957 cartas. Estos revelan el fascinante vínculo estrecho entre ellos y su trabajo conjunto. Marx murió antes de que pudiera dar los toques finales a su vasto trabajo sobre economía política. Utilizando los borradores dejados por Marx, Engels dejó a un lado sus propias investigaciones y asumió la colosal tarea de completar la obra de Marx, editando y publicando los volúmenes dos y tres de El Capital. Solo él podía descifrar la letra ilegible de Marx. Como le escribió a Lavrov: «Estoy aún más preocupado porque soy el único ser vivo que puede descifrar esta letra y estas abreviaturas de palabras y oraciones». Para realizar esta tarea dedicó todos los días desde las 10 de la mañana hasta las 5 de la tarde al trabajo. También tuvo que editar laa obras y hacer las adiciones necesarias. Así, se esforzó por completar la obra “exclusivamente en el espíritu del autor”. En relación con los volúmenes dos y tres de El Capital, Lenin escribió con aprobación: «Estos dos volúmenes de El Capital son obra de dos hombres: Marx y Engels». Como explicó Trostky: “Engels no solo fue un genio, sino también el alma de la escrupulosidad. Tanto en el trabajo literario como en los asuntos prácticos, no podía soportar el descuido, la falta de precisión y la inexactitud. Comprobó cada coma (en el sentido literal del término) de la obra póstuma de Marx y mantuvo correspondencia sobre el tema de los errores ortográficos secundarios». Dirigente Engels consideró la redacción de El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, escrita un año después de la muerte de Marx, como el «cumplimiento» de «un legado» de Marx. Este trabajo puede considerarse como uno de los trabajos fundamentales del socialismo moderno. Después de la muerte de Marx, Engels se convirtió en el dirigente directo e indiscutible del socialismo mundial hasta su muerte, doce años después. En junio de 1884, cuando Bernstein y Kautsky se quejaron a él sobre las presiones de los distintos filisteos “eruditos” del partido, Engels respondió: “lo principal es no hacer ninguna concesión y, además, mantener la calma absoluta”. Durante todo este tiempo, Engels asumió la defensa del socialismo científico, respondiendo a las distorsiones y conceptos erróneos. “Según la concepción materialista de la historia, el factor que en última instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que esto. «Entonces, si alguien lo tergiversa diciendo que el factor económico es el único determinante, convertirá aquella tesis en una frase vacua, abstracta, absurda. La situación económica es la base, pero los diversos factores de la superestructura que sobre ella se levanta –las formas políticas de la lucha de clases y sus resultados, las Constituciones que, después de ganada una batalla, redacta la clase triunfante, etc., las formas jurídicas, e incluso los reflejos de todas estas luchas reales en el cerebro de los participantes, las teorías políticas, jurídicas, filosóficas, las ideas religiosas y el desarrollo ulterior de éstas hasta convertirlas en un sistema de dogmas– ejercen también su influencia sobre el curso de las luchas históricas y determinan, predominantemente en muchos casos, su forma”. Humildad Engels estaba indignado contra esos ‘marxistas’ nuevos, que pensaban que entendían el marxismo y podían aplicarlo con impunidad, sin dominar sus principios. «Mi infortunio es que, desde que perdimos a Marx, se pretende que yo lo reemplace. He pasado una vida (…) tocando el segundo violín; y, sin dudas, creo que lo he hecho razonablemente bien. “Y ahora que inesperadamente se me pide que reemplace a Marx en cuestiones teóricas y toque el primer violín, no puedo hacerlo sin cometer errores de los que nadie es más consciente que yo. “Pero no será hasta que lleguen tiempos más tormentosos cuando realmente apreciemos lo que hemos perdido con Marx. Ninguno de nosotros tiene esa amplia visión que él tenía en cada momento, cuando había que actuar rápidamente, acertaba siempre con lo justo, e inmediatamente se lanzaba sobre el punto decisivo. Es cierto que en tiempos de paz a veces sucedía que los acontecimientos me daban la razón, pero en los momentos revolucionarios su juicio era casi inexpugnable». Con esta modestia, Engels mostró su amor por Marx y su reverencia hacia su memoria. Le escribió a Franz Mehring: “Cuando se tiene la suerte de trabajar durante cuarenta años con un hombre como Marx, uno tiende, durante su vida, a recibir menos reconocimiento del que cree que le corresponde; sin embargo, cuando muere el gran hombre, al menor fácilmente se le sobreestima, y este parece ser justamente mi caso en la actualidad; la historia terminará por poner las cosas en su lugar; y para entonces uno estará muerto y no sabrá nada al respecto». (14 de julio de 1893) Oportunismo Engels jugó un papel colosal al ayudar a guiar las fuerzas de la Segunda Internacional. Asistió al Tercer Congreso de la Internacional en Zurich. En la sesión de clausura, se dirigió a los delegados primero en inglés, luego en francés y luego en alemán. Estudió los periódicos de las secciones y las condiciones específicas de cada país. Escribió cartas y recibió numerosos visitantes a su casa en Regent’s Park Road. Podía conversar libremente en inglés, francés, italiano y podía leer el español y casi todos los idiomas eslavos y escandinavos. En sus últimos años, no tuvo miedo de desafiar las ideas oportunistas que habían aflorado en las poderosas secciones alemana y francesa. Lanzó una bomba sobre los oportunistas con su nueva introducción a La guerra civil en Francia de Marx. En esto, enfatizó que el Estado «no es más que una máquina para la opresión de una clase por otra, y de hecho lo es en la república democrática no menos que en la monarquía».