Por Melissa Guerra Jáuregui En una entrega anterior se habló sobre los principios éticos de la Inteligencia Artificial (IA), enfatizando sus generalidades, así como los principios enfocados a la educación. Sin embargo, el trabajo de la ética va mucho más allá que estudiar la conducta humana y sus nociones morales sobre el bien y el mal. Debido al desarrollo acelerado de la Inteligencia Artificial (IA), en donde cada día existen más y mejores opciones de programas, IA generativas, analíticas, etc., es importante considerar al actor principal: el ser humano. La humanidad no debe perder aquello que los hace ser humanos, y aunque se tengan cambios tecnológicos dinámicos y constantes, es crítico encontrar el equilibrio, es decir, el bienestar integral. El florecimiento humano, aunque es un concepto aparentemente simple de reconocer, tiene un mar de ramificaciones y enfoques, por lo que se debe prestar atención sobre el lugar que ostenta la IA en esta conversación. Panorama filosófico breve del florecimiento humano Eudaimonia Este concepto filosófico, asociado con la ética Aristotélica, se refiere a que la felicidad va mucho más allá de lo hedónico, puesto que el bien supremo (la felicidad) es la actividad del alma de acuerdo con la virtud. Para Aristóteles, la virtud, según su obra “Ética a Nicómaco”, se refiere a “un hábito electivo que consiste en un término medio relativo a nosotros, regulado por la recta razón en la forma en la que lo regularía un hombre verdaderamente prudente. Es un medio entre dos vicios, uno por exceso y otro por defecto, y también por no alcanzar, en un caso, y sobrepasar en otro, lo necesario en las pasiones y acciones, mientras que la virtud encuentra y elige el término medio. Por eso, de acuerdo con su entidad y con la definición que establece su esencia, la virtud es un término medio, pero con respecto a lo mejor y al bien, es un extremo”. Además, la corriente aristotélica establece dos tipos de virtudes, éticas o morales (acciones cotidianas) y dianoéticas o intelectuales (sabiduría y pensamiento reflexivo), sin embargo, Aristóteles sostenía que la virtud per se era el camino hacia la eudaimonia. Bienestar Eudaimónico Partiendo del concepto de la eudaimonia, Carol Ryff, una reconocida psicóloga estadounidense, desarrolló el Modelo de Dimensiones del Bienestar Psicológico, el cual establece las seis dimensiones del bienestar: Cabe mencionar que el modelo de Ryff ha sido el precursor de muchos de los enfoques de la psicología positiva para comprender y estudiar el florecimiento humano. Entonces, ¿qué es el florecimiento humano? Proveniente del latín florere (florecer), el florecimiento humano es un concepto multidimensional, por lo que puede estar relacionado o enfocado con diversos aspectos, tales como emociones positivas, relaciones, significado, logro, etc. Otros autores lo vinculan con la salud física y mental, así como con variables asociadas a estas, por ejemplo, el bienestar social y financiero. Por otra parte, algunos modelos de psicología positiva, como el de Martin Seligman, toman en cuenta las fortalezas de carácter, las virtudes y el mindfulness como pilares para promover y guiar a las personas hacia el florecimiento humano. En el Tecnológico de Monterrey, y como parte de su visión 2030 (Liderazgo, innovación y emprendimiento para el florecimiento humano), se define al florecimiento humano de la siguiente manera: “Es el proceso de desarrollo de las capacidades, fortalezas y virtudes de la persona en los diversos ámbitos de la vida. Es un proceso consciente que responde a las convicciones, propósito y actuar personales y que se interrelaciona con las condiciones de su contexto social y medioambiental. Su consecución contribuye a la construcción de un mundo mejor haciéndolo por ende un fin en sí mismo”. A saber, en los últimos años se ha tratado de vincular al florecimiento humano con la virtud del perdón, aunque este sigue siendo estudiado.