Por Consuelo Doddoli, Ciencia UNAM-DGDC correo Twitter Resize Resize Imprimir Mediante imágenes captadas por el telescopio espacial James Webb —construido por la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Canadiense (CSA)—un grupo internacional de científicos detectó el hoyo negro más antiguo conocido hasta ahora. Los autores describieron el hallazgo en la revista Nature (17/01/2024). Tras analizar imágenes captadas por el telescopio, los astrónomos estimaron que este objeto se formó hace 13,000 millones de años, es decir, sólo 400 millones de años después del estallido del Bing Bang y de la formación del Universo; muy poco tiempo para las escalas astronómicas. El hoyo negro se localiza en el centro de la galaxia GN-z11. Aunque es pequeña — 25 veces menor que la Vía Láctea—, el intenso brillo en la zona condujo a los científicos a sospechar que, en su interior —como sucede en nuestra galaxia la Vía Láctea— se podría encontrar un poderoso hoyo negro. Los astrónomos describieron a GN-z11 como una galaxia “excepcionalmente luminosa”. En entrevista con Ciencia UNAM, la reconocida investigadora del Instituto de Astronomía de la UNAM, Silvia Torres Castilleja, nos ayuda a entender las particularidades de estas formaciones y la trascendencia del hallazgo del hoyo negro más antiguo hasta ahora identificado. ¿Qué son los hoyos negros? Los hoyos negros son objetos astronómicos muy compactos y masivos que tienen una fuerza de gravedad tan grande que nada, ni siquiera la luz puede salir de ellos. Los hoyos negros no emiten luz, por ello es imposible observarlos directamente, pero ejercen una enorme atracción gravitacional en su entorno, por lo que son capaces de atrapar el material de cualquier objeto celeste que se encuentre cercano a ellos, como polvo, estrellas y galaxias. Este material girará alrededor del agujero negro mientras que es atraído hacía su interior. Durante este proceso, el gas del objeto atrapado se calienta a grandes temperaturas, produciendo emisiones intensas en radiación de alta energía, como los rayos X e infrarrojos. La masa de un agujero negro varía de uno a otro. Muchos se forman durante la explosión de una supernova, una estrella con una masa de por lo menos 20 veces mayor que la del Sol. Cuando esto sucede, gran parte de la estrella es arrojada al espacio, pero su núcleo implota (explota hacia adentro), lo que da paso a la formación de un hoyo negro de alrededor de 10 veces la masa del Sol, detalla la astrónoma.