El olvido de la corporeidad en el plano digital

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Por Nohemí Vilchis La escritora enfocada en tecnología educativa, Audrey Watters, comparte que la manera en la que alguien percibe el inicio de la historia de este campo marca un punto de partida en cómo concibe el presente y futuro de la educación. Ya sea, al reconocer la trascendencia de inventos utilizados desde casi el siglo XV o simplemente prolongar la creencia de que todos los problemas se remedian con Ingeniería y para los que se puede moldear una solución. Contemplar a la EdTech (del inglés educational technology o tecnología educativa) como un ámbito que nace de unir la pedagogía y el conocimiento del contenido en un dispositivo físico, es importante con la finalidad de no olvidar de dónde vienen las herramientas que apoyan el aprendizaje así como sus propósitos. La autora describe que a lo largo de la historia han tenido presencia muchos dispositivos físicos usados para enseñar y aprender, como la invención del Hornbook (una tablilla alfabética de la época medieval que servía como libro para enseñar a leer) o el Quintain (un apoyo para entrenamiento de las justas). Incluso, algunas contribuciones relevantes de la EdTech han sido por parte de los militares, como los pizarrones o los simuladores de vuelo. Comprender estos acontecimientos y otorgar valor a los precedentes tiene un impacto directo en cómo se aprecia la práctica de enseñanza. Sin embargo, en la actualidad la tecnología educativa suele desestimar la corporeidad. Hoy en día, explica Watters, aunque se pregona el ejercicio de aprender haciendo más bien, se tiende a caer en el aprender haciendo clic. Por tanto, se deja de lado la importancia de enseñar y aprender con nuestros cuerpos en espacios físicos con otros cuerpos. Watters detalla que discernir el borrado de la corporeidad es esencial para el entendimiento de la tecnología educativa, dado que también representa suprimir la diferencia de los cuerpos y soporta a las jerarquías que priorizan los “cerebros”. Por su parte, la filósofa especializada en tecnologías digitales, Alejandra López Gabrielidis, explica que con los avances técnicos de la virtualidad se ha mediatizado y transformado el modo de actuar de las personas y cómo se relacionan con el mundo. Entonces, el cuerpo somático se ha desplazado a un segundo plano, quedando más lejos el acercamiento inmediato y el rol del cuerpo como eje estructurador de la experiencia y afectividad humana. Aunado a esto, resalta que en un mundo datificado se experimentan inquietudes por la dificultad de encontrar congruencia entre las dimensiones de las abstracciones digitales y la experiencia corporal tangible. Por ejemplo, describe que, aunque incremente su número de likes o followers, las personas se sienten solas, o mientras los ritmos de trabajo y la economía se aceleran, no representa un progreso de vida, sino un aumento de competencia y precarización. Además, López Gabrielidis sugiere que “emergen nuevas modalidades de explotación de nuestros cuerpos de carne y hueso que ya no se ejercen de forma directa, sino subrepticiamente a través de nuestros datos”. Por tanto, la filósofa invita a analizar en qué medida la corporalidad se ha transformado en datos y más bien qué pasaría si estos se concibieran como una dimensión de la corporeidad. “Con la noción de corpo-realidad queremos indicar la posibilidad de una continuación o prolongación del proceso de individuación psíquica, en el terreno de lo exosomático. Esta noción intenta señalar la posibilidad de que las tensiones provocadas por la datificación sean resueltas mediante un nuevo desdoblamiento del sujeto, que inaugure una fase donde las tecnologías digitales actúen como un segundo medio asociado a nuestra individuación psíquica, es decir, como un segundo cuerpo”, expresa. De forma que, gestionar dos cuerpos contribuye a que la ubicuidad digital no conduzca a un individualismo que aísle detrás de una pantalla y genere una desconexión emocional. Extender el espectro de corpo-realidad ayuda a crear una base consolidada del desarrollo de derechos digitales, pues los datos personales se refieren a reclamar derechos sobre lo que le pertenece a una persona, mientras que el concepto de cuerpo de datos formaría parte de su identidad. Sentido de la corporeidad Un estudio definió siete categorías que conforman los principios de corporeidad: contexto social, sentido de libertad, valor del juego, madurez motriz, formación docente, educación física y proceso de enseñanza. El cuerpo, a su vez, es una entidad actuante. Entonces, la corporeidad implica una manifestación visible de lo invisible del ser humano. Esta investigación también resalta el término como un elemento que involucra al cuerpo vívido y protagonista, tomando base en dos palabras alemanas körper y leib. Lo que equivale a que este conlleva dos significados distintos, haciendo alusión al cuerpo objeto (körper) y a la índole existencial en su función viviente y actuante (leib). Siendo así la corporeidad el cuerpo protagonista de todo acto humano, visible e invisible. La escuela es un espacio de intercorporeidades, en el cual convergen el contacto, el apego y desapego. Pero también, es donde se forja quién alguien es y se apropia la cultura. Tanto dentro como fuera del aula se aprende a través del cuerpo y con todo el ser; para ello, se emplea el poco recurrido aprendizaje lúdico. Por tanto, el análisis planteó la necesidad de desarraigar el cuerpo exclusivamente de la materia de educación física, ya que conforme al concepto de corporeidad, este posee un carácter transversal para desempeñarse en cualquier área escolar de forma natural. Entonces, separar asignaturas entre las que requieren del cuerpo y las que utilizan la mente resulta reduccionista. La lógica de la dicotomía mente/cuerpo, en la educación formal o informal, forja un imaginario escolar en donde se le otorga superioridad a lo mental. De ahí parte el hecho de que se categoricen las materias de acuerdo con el rendimiento, calificando a la educación física y artes como adherentes al plan de estudios. Una escasa atención hacia la educación del cuerpo, ignorada por las demás asignaturas y abordada de manera técnica en la educación física, se traduce a patrones de movimiento rígidos, sobre todo para quienes son considerados “menos dotados” o menos hábiles físicamente. Incluso, el estudio menciona que este tipo de prácticas hacen que las y los ciudadanos se observen como rompecabezas y no se les concede la complejidad del ser humano que experimenta un cúmulo de saberes vivenciados. Adicionalmente, destaca que priorizar la educación teórica sobre la física contribuye a producir vacíos en el desarrollo motriz de un infante, junto con una expresión corporal restringida, plagada de carencias e inseguridades. También se hace alusión a la corporeidad fantasmática, la cual atañe a la falta real de habilidades motoras que se espera que un estudiante posea según su edad y grado escolar. Por ejemplo, si un alumno tiene un correcto desempeño en las tareas escolares se asume que puede con distintas exigencias, cuando realmente no se reconocen las limitantes físicas que impedirán un avance en su trayectoria posteriormente. Lo anterior, sólo resulta en ansiedad colectiva, del estudiante y sus educadores al ver “estancado” su progreso. El texto cita a los autores chilenos Maturana y Sima, quienes explican que “puede entenderse la educación como un fenómeno donde todas las dimensiones de lo humano se integran de manera que cuerpo y espíritu se involucran en toda manifestación de la vida, lo contrario significaría la enajenación y pérdida de sentido social e individual. Por ello, es necesario resaltar la idea de Bordieu (1972), en cuanto a cómo se debe concebir el aprendizaje: un proceso global y holístico donde ineludiblemente interviene el cuerpo, de manera que lo aprendido, no sólo se sabe, sino que configura el ser y la identidad con la cultura y la clase social”. Igualmente, establecen que la corporeidad se enriquece con el tiempo e influencia de adultos relevantes. En tal caso, si el cuerpo puede ser educado, surge el cuestionamiento de cómo debe ser esa educación: ¿una que meramente involucre técnicas corporales, o donde cada acto educativo incluya al cuerpo de algún modo? Por si estas premisas no fueran lo suficientemente complejas, existen autores que determinan que mientras subsisten razones de peso en los sucesos históricos de este campo para estas afirmaciones, también el olvido del cuerpo en la escuela no significa directamente una carencia de órdenes corporales. Esto, ya que argumentan que siempre hay actividad en las instituciones y los cuerpos son el primer ejercicio de poder. Así, se empodera el uso de aprendizaje como el embodied learning (o aprendizaje incorporado) conocido por ser un espacio con alumnado que participa de forma holística con información propioceptiva, sensorial y cognitiva. Aunque la EdTech implique la integración de nuevas tecnologías, especialistas orientan que en general estos recursos facilitan la interacción y por ende un aprendizaje activo, en donde existen oportunidades de comunicación y colaboración, favoreciendo el aprendizaje mediado socialmente. Herramientas virtuales como la sensación de presencia e inmersión generan una percepción real en entornos en línea. Las tecnologías táctiles, de sensores y móviles brindan una variedad de experiencias perceptuales como el manejo de objetos físicos con componentes digitales. Estos avances son clave para comprender el creciente interés en la corporeidad en el contexto tecnológico. Sin embargo, este concepto ha tenido una historia compleja y ha sido un tema de debate en diversas disciplinas. Por estas razones, se vuelve fundamental revaluar la relevancia del cuerpo en cualquier proceso educativo. Sin importar el área del conocimiento, la corporeidad actúa como un medio de comunicación, enseñanza y aprendizaje. Nohemí Vilchis: Redacción EdTech | Especialista EdTech en el Observatorio del Instituto para el Futuro de la Educación