El socialismo, no el embargo, explica casi toda la pobreza de Cuba

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Por Vicente Geloso Cada año, desde 1992 , la Asamblea General de la ONU vota una resolución presentada por el gobierno cubano sobre la necesidad de poner fin al embargo estadounidense. Cada vez que se presenta la resolución , el gobierno cubano atribuye las dificultades económicas del país —como la escasez, el racionamiento y el acceso limitado a los bienes— al prolongado embargo estadounidense, que presenta como una forma de "guerra económica". En su estimación para 2023 , Cuba afirmó que el embargo le ha costado a su economía un total de 1,34 billones de dólares, sumando aproximadamente 13 millones de dólares en pérdidas diarias durante el último año. Esta es una cifra enorme, y un montón de basura igualmente enorme. El gobierno cubano atribuye la cifra a la pérdida de ingresos por exportaciones, los costos de reasignación comercial y las interrupciones en la producción y los servicios. Si bien estas categorías pueden parecer razonables a primera vista, el régimen asume que todas estas interrupciones son causadas por el embargo, no por sus propias políticas socialistas disfuncionales. Para colmo, el gobierno incluso atribuye la emigración y la pérdida de talento (el 4 % del costo total) al embargo, como si décadas de planificación central y represión política no tuvieran nada que ver con la huida de personas del país. Finalmente, se asume que todas las pérdidas en el turismo se deben al embargo y no a la nacionalización de hoteles, bares y restaurantes (en la década de 1960) ni a los estrictos controles de precios y el racionamiento (que continúan en la actualidad). En conjunto, estas cifras manipuladas representan el 45 % del costo total, y eso supone que el resto se basa en cifras reales. El objetivo de este ejercicio de engaño estadístico es desviar la culpa. Cuba solía ser uno de los países más ricos de Latinoamérica. Su nivel de vida, en la década de 1920, incluso igualaba al de algunos estados estadounidenses más pobres. A nivel mundial, Cuba se encontraba entre las naciones más ricas. Hoy, se mantiene entre los últimos puestos de las clasificaciones internacionales. Para desviar la culpa de los desastrosos efectos de las políticas socialistas implementadas por Fidel Castro después de 1959, y mantenidas en gran medida desde entonces, el régimen señala al embargo estadounidense. No fueron Castro y sus sucesores quienes frenaron el crecimiento de Cuba y empobrecieron a la nación según los estándares mundiales. No, fueron los estadounidenses y su embargo los que impidieron que la Revolución diera sus verdaderos frutos. El problema es que no cabe duda de que los embargos empobrecen a las naciones. El embargo estadounidense claramente empobrece a los cubanos; esto es un consenso casi absoluto. ¿Pero en cuánto? Mientras esa pregunta persista, el gobierno cubano podrá seguir promoviendo estudios descabellados que legitiman su gobierno. Afortunadamente, ahora hay una manera de desentrañar los efectos de los diferentes factores que explican la evolución económica de Cuba desde 1959. Junto a João Pedro Bastos y Jamie Bologna Pavlik, separamos el efecto de las políticas socialistas de Cuba de los del embargo y los de la ayuda soviética al país. Esto fue posible gracias a dos nuevos avances. El primero fue una nueva serie del PIB per cápita en Cuba, consistente a lo largo del tiempo y que puede compararse con las transferencias soviéticas al país. De esta manera, podemos evaluar a Cuba con y sin transferencias. El segundo es un método relativamente novedoso en economía: el método de control sintético, que permite estimar el efecto causal de una intervención (es decir, un tratamiento, como en un experimento de laboratorio). Consiste en construir una combinación ponderada de unidades de control (en este caso, otros países) que se aproxima a las características de la unidad tratada antes de la intervención. En el caso de Cuba, la intervención son las políticas socialistas de Fidel Castro. Este "control sintético" sirve como contrafáctico: qué habría sucedido en ausencia del tratamiento (es decir, Cuba continúa con un régimen no socialista ni democrático, como era el caso antes de 1959). La diferencia entre los resultados observados de la unidad tratada y su contraparte sintética después de la intervención proporciona una estimación del efecto del tratamiento. En conjunto, esto nos permite observar la trayectoria de la economía cubana, descontando las transferencias soviéticas, pero aún considerando los efectos del embargo estadounidense. Para 1989, nuestros resultados muestran que Cuba era aproximadamente un 55 % más pobre de lo que habría sido en ausencia tanto del socialismo como del embargo. En otras palabras, incluso antes del colapso del apoyo soviético, los costos de la planificación central y el aislamiento ya habían afectado gravemente el nivel de vida de los cubanos. ¿Y qué hay del embargo? Tras eliminar el subsidio soviético, podemos usar datos comerciales para simular cuánta apertura comercial se perdió debido al embargo. La apertura comercial, medida como la relación entre el comercio total (exportaciones más importaciones) y el PIB, se desplomó después de 1960, ya que Cuba se vio aislada de su socio comercial más natural y obligada a reasignar recursos a socios comerciales menos eficientes (países europeos, países del bloque soviético y otros países en desarrollo). En resumen, Cuba se vio obligada a establecer relaciones comerciales ineficientes. Esto, a su vez, afectó la productividad. Al reaplicar el método de control sintético con datos comerciales, podemos construir un nivel contrafactual de apertura comercial en ausencia del embargo. La brecha resultante proporciona una medida de la pérdida de apertura atribuible al embargo, que posteriormente puede convertirse en una cifra de costos mediante estimaciones estándar de los efectos de la apertura comercial en el crecimiento. Este enfoque proporciona una estimación del costo económico del embargo, independientemente de las políticas internas. ¿Qué tan grave es el embargo? En el peor de los casos, representa alrededor del 10 % de la brecha económica atribuible a la combinación de la Revolución y el embargo; en el mejor, explica menos del 3 %. En otras palabras, sí: el embargo ha empobrecido a los cubanos, e incluso puede que haya ayudado al régimen a perdurar más al proporcionarle un chivo expiatorio conveniente. Pero simplemente no explica gran cosa. La verdadera causa del declive de Cuba son las propias políticas del régimen. Estas políticas colocaron al país en una trayectoria que lo arrastró del primer puesto de la clasificación mundial al último. El año que viene, cuando se presente ante la Asamblea General de la ONU otra resolución condenando el embargo, esperemos que al menos un periodista señale lo absurdo de las estimaciones del régimen. Que algún representante de la Asamblea diga lo que realmente debe decirse: el embargo puede ser imprudente, pero la causa principal de la pobreza de Cuba es el régimen socialista represivo que ha extinguido la libertad económica de su pueblo. ***Vincent Geloso, investigador principal del AIER, es profesor adjunto de economía en la Universidad George Mason. Obtuvo un doctorado en Historia Económica por la London School of Economics.