Incentivos perversos

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Por Miguel Moreno Tripp Ahora que las redes sociales dan cuenta de que, al más puro estilo de la rebelión en la granja en la cual los cerdos decían que “todos somos iguales, pero algunos son más iguales que otros”, los aplaudidores profesionales que pidieron crédito piensan que están exentos de su pago. (Total, para eso están los que trabajan o, -peor- [aviso de sarcasmo] los que generan fuentes de trabajo porque solamente sirven para pagar impuestos so pena de azotes). Eso genera lo que se conoce como incentivos perversos. Decíamos en otra columna: … En tratándose de economía, dícese que: “Un incentivo perverso es un incentivo que tiene un resultado no intencionado y no deseado que es contrario a los intereses de los propulsores del incentivo. Los incentivos perversos son un tipo de consecuencias imprevistas.” Debido a la crisis del ‘94 los acreditados no pagaban. Los bancos actuaron con una mentalidad “de lo perdido, lo encontrado” y procedían a llevar a cabo las famosas quitas, por las cuales se condonaba el crédito, intereses y gastos y costas. Sin embargo, los que sí pagaban -pagábamos, dijo el otro- al darse cuenta de los “perdones” pudieran caer en la tentación de tener una mentalidad de ¿para qué pagar, si el banco perdona los adeudos? Se estaban creando incentivos perversos. Para eso se crearon las sociedades de información crediticia. La exposición de motivos del decreto del 15 de enero de 2002, indicaba que: “En 1993, en aras de promover la cultura del pago y de abaratar los costos de los servicios financieros, en la Ley para Regular Agrupaciones Financieras, se creó con ello la figura de las sociedades de información crediticia, conocidas comúnmente como Burós de Crédito, cuya actividad consiste en integrar y manejar un banco de datos que registre las operaciones activas de las entidades financieras, a fin de contar con el historial crediticio de los usuarios de la banca y demás entidades financieras.” La primer Sociedad de Información crediticia fue Buró de Crédito. Es el nombre comercial que se volvió genérico para este tipo de sociedades. Con base en la teoría económica, al hacer público que a algún acreditado se le otorgue una quita, se manda una señal de que, quien no pague no le será fácil que alguien más le preste. Esto se sustenta en la Signaling Theory de Michael Spence. El rationale es la existencia de información asimétrica por la que una persona (el agente o el acreditado) quiere mandar una señal creíble (“yo sí pago”) a alguien (el principal o el banco) para que le otorgue un crédito. El banco no sabe si quien pide crédito le va a pagar o no, por lo que un tercero (el Buró de Crédito) presenta (nada más presenta información, no autoriza) el historial de pagos del posible acreditado. De hecho, la Circular Única de Bancos de la CNBV obliga a que los bancos cuenten con la consulta a alguna SIC previo al otorgamiento de un crédito, so pena de reservar (mandar a resultados) el 100% del crédito (como si fuera pérdida). Otro ejemplo de incentivo perverso serían los programas gubernamentales populistas: ¿Para qué esforzarse en trabajar si recibo dinero sin hacer nada? (es compra de votos) Ps. The writing is on the wall. Expresión americana que indica que hay señales claras de que alguna situación se va a volver desagradable. Viene a la mente por diversas noticias como el que “… las organizaciones criminales podrían convertirse en un importante aliado electoral …”, o la concepción del “… primer sexenio de la 4 transformación …” y un largo etcétera. El autor es profesor de Finanzas de EGADE Business School.