Por Andrea Cristina Alvarez Pacheco Aunque tu ex novio presente un “patrón general de grandiosidad, necesidad de adulación y falta de empatía”, tal como lo dice el DSM-5 (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), no significa que sea narcisista, dice Aly Semigran. Quien, además, explica que se ha vuelto común usar terminología de salud mental en contextos inadecuados, llevando incluso a intentar diagnosticar y catalogar a las personas con las que nos relacionamos. La salud mental en internet Hasta hace poco ir al psicólogo o al psiquiatra era algo que, al menos en México, se decía en voz baja. La salud mental era un tema que no se tocaba y la mayoría de las veces el tratamiento era echarle ganas. De esta manera, la información compartida en las redes sociales ha ayudado a concientizar y romper el estigma. Así como cambiar la forma en la que vemos estas enfermedades y, sobre todo, a las personas que las padecen. Sin embargo, cada vez más personas se dirigen a estas plataformas para entender mejor su salud mental. Sapna Kappa aborda distintas ventajas y desventajas del movimiento de concientización social en redes sociales: Ventajas Ayuda a crear comunidad: las redes sociales permiten a las personas no sentirse solas, pues te conectan con otros individuos que pueden estar atravesando por lo mismo que tú. Puedes encontrar información veraz: si bien esta no es tan común de hallar, diversos profesionales de la salud utilizan las redes sociales para brindar información fiable, creando espacios seguros para los usuarios. Ayuda a reducir el estigma: ver a personas hablar de sus experiencias personales ayuda a promover el diálogo y reducir el estigma. Desventajas Favorece el acoso selectivo: el anonimato en redes sociales permite el acoso, principalmente a personas vulnerables, lo cual puede afectar aún más la salud mental de las personas. Desinformación: aunque es posible tener acceso a información de calidad, cualquier persona puede compartir información falsa sin que pase por algún filtro. Promueve el autodiagnóstico: la necesidad de sentirse entendido y la gran cantidad de información a la que se tiene acceso, puede derivar en el autodiagnóstico. Si bien, las nuevas generaciones son más conscientes de la importancia de la salud mental y la han convertido en un diálogo colectivo, esta situación ha promovido el autodiagnóstico y un pobre entendimiento de temas y conceptos complejos. Esta familiaridad con los términos y síntomas ha derivado en una sobreidentificación de trastornos mentales, pues las personas recurren a ellos en un intento de entender sus emociones y comportamientos. De acuerdo con Sofía Sánchez para La Tercera, existe cierto contenido relacionado a salud mental que tiende a mostrarse “de manera muy estigmatizante y patologizante”, además agrega que las redes sociales han cambiado la forma en la que los adolescentes se perciben a sí mismos y al mundo, pues existe la necesidad por identificarse y relacionarse con el contenido que se consume. La cibercondría de la salud mental Buscar los síntomas que tenemos es un hábito más viejo que el internet: las personas han buscado sus síntomas desde la existencia de las enciclopedias y los libros médicos. Por lo que con la llegada de la World Wide Web esta búsqueda se ha visto facilitada. No obstante, hacer de esta conducta un hábito puede considerarse hipocondría digital o cibercondría, un término poco a poco adoptado en el lenguaje cotidiano. Esta hipocondría digital o cibercondría es una excesiva “preocupación por la salud e imaginar síntomas que no son reales”, después de todo, googlear es más sencillo (y barato) que ir al médico, lo que otorga a las personas una falsa sensación de control. Así también, en palabras de Karla Arango, “el autodiagnóstico en salud mental refiere a la práctica de una persona de identificar y etiquetar sus propios problemas o trastornos de salud mental sin la evaluación o el diagnóstico formal de un profesional de la salud mental, como un psicólogo o psiquiatra”. ¿Ustedes han hecho el test de Pooh? Existen cientos de páginas para realizar tests de autoevaluación que, aunque resaltan que son solo orientativos y no son un diagnóstico médico, ayudan a solapar este tipo de actitudes, pues validan los sentimientos de los usuarios. Esta misma leyenda también aparece comúnmente al googlear diferentes síntomas o medicamentos: Esta información tiene fines informativos únicamente. Consulta a la autoridad médica local para recibir consejos. Por si fuera poco, a la fecha TikTok cuenta con más de 1,218 millones de usuarios en el mundo, donde las redes sociales son el principal medio de comunicación y acceso a la información. El sociólogo Joseph E. David asegura que las redes sociales como TikTok e Instagram fomentan la autoidentificación de diversos trastornos. Tan solo en 2021 en TikTok, el hashtag TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) alcanzó más de 2700 millones de visitas; el síndrome de Tourette, 2500 millones; y el trastorno disociativo, 1500 millones. Esta circunstancia es promovida por el mismo algoritmo: mientras el usuario busque más contenido sobre el mismo tema, más constantemente le aparecerá como sugerido. Esto puede provocar que las personas, sobre todo las más jóvenes, entren en un bucle que les permita alterar su percepción de la realidad. Esta tendencia no está limitada a los Estados Unidos, pues los jóvenes latinoamericanos también han hablado de su propio autodiagnóstico. Distintas Latitudes resalta que esta problemática es mayor en América Latina y el Caribe, pues la depresión y la ansiedad representan el 46 % de los trastornos mentales en los jóvenes de entre 10 y 19 años. Mismos que usan TikTok como principal buscador y que se enfrentan a información falsa o engañosa. Por otro lado, su texto comparte distintos testimonios de juventudes expuestas a esta situación. Anabel Herrera, en un artículo publicado en La Vanguardia, afirma que pese a que el fenómeno hipocondríaco no es nuevo, el contenido médico que se revisaba con anterioridad en libros y enciclopedias tendía a ser más verídico al ser fuentes especializadas. Mientras que ahora se requiere un mayor esfuerzo para verificar si nuestras fuentes en las redes sociales son confiables. El incremento de esta tendencia La tan conocida era de la información ha facilitado el acceso a diversos recursos en línea, no obstante, pocas plataformas hacen una verificación de la información que se comparte. La psicóloga Sara González asegura que los jóvenes asumen estas condiciones y las reivindican como títulos personales, sin llevar un diagnóstico oficial ni tratamiento. Por otro lado, agrega que el autodiagnóstico en salud mental es una realidad cada vez más evidente; causado por un conjunto de factores psicosociales, culturales y económicos. Promovida, principalmente, por el acceso a la información sin responsabilidad. El Dr. Joseph E. Davis afirma en Psychology Today que el contenido que tiene más visitas y se vuelve más influyente es aquél que aborda las experiencias personales de los autores. Aunado a esto, la creciente existencia de influencers y las relaciones parasociales también promueven el aumento de la tendencia, según una publicación de Beatriz Benéitez Burgada en La Vanguardia, tener miles de seguidores y ser una figura pública te vuelve en un referente absoluto, cuando no es así. La ambigüedad con la que se utilizan y describen los términos y síntomas hace que muchas personas puedan verse reflejados en ellos. Esta simplificación impulsa un pobre entendimiento de los diversos (y complejos) conceptos y afecciones. Por si fuera poco, fomentan la estigmatización pues esta reducción de información termina promoviendo estereotipos. Abordar el tema con humor puede ser beneficioso, pero hacer énfasis en los clichés puede promoverlos. No obstante, no es posible simplemente señalar y culpar a los individuos que caen en el autodiagnóstico, pues también es necesario ver el casi total abandono en pro de la salud mental de las diferentes instituciones y gobiernos. Esta tendencia es más fuerte en lugares donde no existe acceso a tratamientos psicológicos, provocando que las personas se estén “agrupando para sobrevivir”. En una publicación de BBC Science Focus, Dean Burnett resalta que, si bien está bien pedir ayuda, no toda la ayuda vale la pena. Además que la precariedad en el acceso a este tipo de servicios de salud mental promueven estas actitudes negativas. Otro factor que ha fomentado el autodiagnóstico es el surgimiento de coaches y terapeutas no especialistas, así como el uso de la inteligencia artificial en sustitución a los médicos. En este sentido, de acuerdo con Mariana Jiménez, “el chatbot puede ser un portal para aquellas personas que necesiten platicar temas sensibles sin revelar su identidad, creando un espacio para desahogarse y sentirse escuchados (o leídos, en este caso) anónimamente. Además, realizar una cuenta en ChatGPT es totalmente gratuito”. ¿Por qué está mal el autodiagnóstico? El diagnóstico de enfermedades mentales es un tema complicado en el que incluso los profesionales de la salud mental pueden tener errores. Por ende, en el autodiagnóstico, al no ser profesionales, las personas pueden cometer fallos de interpretación que lleven a una percepción alterada de los diferentes trastornos. Un ejemplo sencillo es la hiperactividad, muchos podrían relacionarla inicialmente con el Déficit de Atención con Hiperactividad, sin embargo, también puede ser un síntoma del trastorno Bipolar en fase maníaca. Mientras que la inatención también puede ser provocada por un trastorno de ansiedad o depresión. Es decir, los síntomas característicos del TDAH, no son exclusivos de este trastorno. Según The Mind Coach, una página dedicada a la concientización sobre el TDAH y la salud mental, “hacer autodiagnóstico es como caminar en la oscuridad, con los ojos vendados. Te lleva a cometer errores por descuido que pueden afectar tu capacidad para desenvolverte bien en tu vida diaria, de ahí que un diagnóstico preciso y medicación (de ser necesario) deben ser una prioridad”. Agregando que el diagnóstico es un proceso. Pero no solo eso, el autodiagnóstico puede llevar a una medicación innecesaria o a la automedicación. Adicionalmente, es capaz retrasar o impedir el tratamiento adecuado que, en el peor de los casos, podría resultar mortal. Finalmente, diversos especialistas sugieren usar la palabra apropiación en lugar de autodiagnóstico, pues es un término más conveniente para referirse a esta práctica. Según ACyV para El Confidencial “no se puede hablar de diagnóstico cuando no hay un personal calificado”. ¿Qué hacer como tutores o educadores? Es imposible bloquear el acceso a este tipo de información, así que corresponde ser orientadores y promover el uso adecuado de información, así como fomentar una alfabetización digital en la que seamos capaces de evaluar la calidad del contenido consumido. Después de todo, como afirma Arango, la búsqueda de información y la autoidentificación “es el primer paso hacia el autocuidado”. Me gustaría resaltar que el Internet y las redes sociales sí son una buena herramienta para conocer más sobre estos temas. Satanizar el diálogo o la búsqueda de información por parte de aquellos que quieren entenderse mejor a sí mismos solo resulta contraproducente. En el 2018, con un trabajo de tiempo completo y a punto de terminar una licenciatura, comencé a darme cuenta que ciertos aspectos, que yo consideraba propios de mi personalidad, encajaban muy de cerca con el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. No obstante, a pesar de mis sospechas, no fui formalmente diagnosticada por un experto hasta el año 2020. Al día de hoy, el medicamento me ayuda a desempeñarme y vivir una mejor vida. Pero más que el tratamiento, el diagnóstico me ayudó a ser más gentil conmigo misma, pues me llevó a aceptar y entender que no era tan simple como ser floja o distraída (estereotipos que persiguen a las personas con TDAH), sino que realmente existía un desequilibrio químico en mi cerebro. El boom de información sobre el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad que existió en redes por esos años, me ayudó a mí a informarme, a conocerme y por fin poder llevar el tratamiento necesario. Más allá de condenar este tipo de conductas, corresponde también a los comunicadores y docentes tomar un poco de la responsabilidad y orientar de manera adecuada a aquellos que se sienten identificados por la información que, después de todo, tienen al alcance de la mano. Abogar por la atención temprana, un correcto diagnóstico, así como la divulgación de información de calidad, puede cambiar la vida de muchas personas. Siempre y cuando, por supuesto, se lleve de la mano de los especialistas. Imagen: Alexey Yaremenko.