Publicado el 07 may. 2025
Por Dr. Guillermo Cárdenas Guzmán
En México la tasa de mortalidad estandarizada por epilepsia es mayor entre personas adultas que carecen de seguridad social en comparación con quienes tienen acceso a los Servicios de Salud a través de dichos esquemas. Tal proporción, que resulta más elevada en hombres que en mujeres, tiende a aumentar a partir de los 50 años de edad, de acuerdo con las conclusiones de un estudio longitudinal retrospectivo publicado recientemente en Public Health.[1]
En la investigación participaron especialistas del Departamento de Neurocirugía del Centro Médico Nacional Siglo XXI del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), la Clínica de Epilepsia del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía Manuel Velasco Suárez y el Departamento de Investigación del Hospital General de México, entre otras instituciones de salud y enseñanza de México, Estados Unidos y Alemania.
El equipo autoral utilizó datos sobre mortalidad de 2005 a 2006 y de 2015 a 2016 procedentes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) para determinar tanto las tasas brutas de mortalidad (TBM) por cada 100.000 personas/año como las tasas de mortalidad estandarizadas (TME), con intervalos de confianza de 95 % (IC 95 %) ajustados por edad y sexo. Estas últimas se definieron a partir de la relación entre el número observado de decesos en una población con epilepsia y la cantidad de óbitos estandarizados según las tasas de mortalidad específicas por edad y sexo en una población de referencia sin epilepsia durante un periodo determinado.
Encontraron que durante el primer periodo referido se registraron 658 fallecimientos relacionados con la epilepsia (TBM: 0,91 por 100.000 personas/año), mientras que en el segundo hubo 1.916 decesos (TBM: 1,22 por 100.000 personas/año).
La tasa de mortalidad ajustada por edad en 2005-2006 fue mayor en los asegurados (0,84; IC 95 %: 0,80 a 0,96) que en los no asegurados (0,16; IC 95 %: 0,10 a 0,29).
En cambio, durante el periodo de 2015-2016 la tasa de mortalidad de los no asegurados fue de 1,55 (IC 95 %: 0,76 a 2,11) frente a 1,10 (IC 95 %: 0,62 a 1,99) para los asegurados. Paralelamente, los investigadores determinaron que las tasas de mortalidad aumentaron conforme mayor edad tenía el paciente, especialmente entre las personas no aseguradas.
"Nuestros hallazgos muestran variación sustancial en la mortalidad por epilepsia entre la población asegurada y la no asegurada. Las razones de estas desigualdades en las tasas de mortalidad son evidentes, pero también es probable que sean multifactoriales", concluyó el equipo autoral.
"Hasta donde tenemos conocimiento, no existen estudios epidemiológicos previos sobre mortalidad por epilepsia en el país. Los datos publicados disponibles sobre la enfermedad en México son muy escasos y se limitan a poblaciones restringidas de comunidades pequeñas", comentó a Medscape en español el Dr. Bayron Alexander Sandoval Bonilla, autor principal de la investigación, maestro en ciencias médicas con alta especialidad en Neurooncología Quirúrgica y Estereotaxia y en Cirugía de Epilepsia, fundador y coordinador de la Clínica de Cirugía de Epilepsia del Hospital de Especialidades Centro Médico Nacional Siglo XXI, en la Ciudad de México, México.
"A través de nuestro estudio buscamos aportar datos sobre mortalidad por epilepsia y crear conciencia sobre la necesidad de subsanar esta ausencia de información, así como proponer estrategias integrales de manejo de la enfermedad por parte del sistema nacional de salud", agregó.
La Dra. Luisa Lilia Rocha Arrieta, del Departamento de Farmacobiología del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (CINVESTAV) Unidad Sede Sur, en la Ciudad de México, maestra en fisiología y doctora en farmacología, quien ha investigado las bases de la epilepsia, la neuromodulación y los fármacos anticonvulsivos, coincidió en que dentro de la literatura médica no se ha abordado suficientemente la mortalidad por epilepsia pese a la importancia de esta enfermedad, cuya causa principal en el país es la neurocisticercosis, que afecta a más de dos millones de pacientes mexicanos.
"El asunto es que los estudios clínicos son un poco complicados, ya que requieren hacer homogéneos los registros de las afecciones de los pacientes, que desgraciadamente muchas veces no son conscientes ni el médico les hace ver la relevancia de participar en este tipo de ensayos a largo plazo", puntualizó la especialista.
A nivel mundial la incidencia de epilepsia es más alta tanto en la población menor de cinco años como en la de personas adultas mayores. Gran parte de estos pacientes (alrededor de 80 %) reside en países de ingresos bajos y medios. Justamente debido a esta situación se ha observado con más frecuencia una brecha sustancial en la atención otorgada a la enfermedad en esas naciones, donde 75 % de los pacientes afectados no recibe tratamiento.[2]
Causa relevante de mortalidad y discapacidad en países en desarrollo
De igual forma, en los países en desarrollo se han observado tasas de incidencia de epilepsia relativamente altas, que van de 80 a 100 casos por cada 100.000 personas/año, así como tasas estandarizadas de mortalidad de entre 1,3 y 7,2 entre los pacientes con esta enfermedad en comparación con la población general. Estas cifras contrastan con los registros en Norteamérica y otros países avanzados, donde la incidencia oscila entre 40 y 70 casos por cada 100.000 personas/año y tasas estandarizadas de mortalidad entre 1,6 y 3,0 en pacientes con epilepsia en comparación con la población general.
Al respecto, los autores del artículo destacan que es necesario considerar que en los países en vías de desarrollo un segmento importante de la población no recibe atención médica. "Esta circunstancia particular claramente marca diferencia en las tasas de mortalidad entre países en desarrollo y avanzados e incluso entre diferentes grupos de población con y sin acceso al sistema de salud dentro de un mismo país".
Asimismo, plantea que en México no existe ninguna iniciativa pública dedicada exclusivamente al manejo integral de la epilepsia ni integración institucional con tal objetivo. "Esencialmente, cada institución posee un sistema diferente para proveer atención a esta enfermedad, ajustado a su marco local o regional de Servicios de Salud".
Observan que también existe acceso limitado a las guías clínicas actualizadas para el manejo de epilepsia entre los médicos encargados de dar atención primaria, de manera que puedan seleccionar los fármacos anticonvulsivos más adecuados de acuerdo con el historial clínico del paciente.
"Debido a la escasez de establecimientos de primer nivel de atención en la población no asegurada, los hospitales de segundo nivel reciben tanto a pacientes que buscan este primer nivel de atención como a otros de su propia población que requieren tratamiento hospitalario. De esa manera se rompe el esquema hacia arriba en el sistema, ya que no hay manera de dar tratamiento integral de las enfermedades", consideró sobre este punto el Dr. Sandoval.
El especialista precisó que debido a esta situación el principal factor que se encuentra detrás de estas desigualdades en las tasas de mortalidad es estructural. "El primer nivel de atención debería ser la base para prevenir y dar el manejo inicial y seguimiento no solo de la epilepsia, sino de cualquier otra enfermedad en cualquier localidad del país".
La Dra. Rocha recordó que si bien los pacientes pediátricos son altamente susceptibles a presentar crisis epilépticas, las personas adultas mayores con esta afección por lo regular ya han estado expuestas a pequeños eventos vasculares e hipóxicos que les generan daño cerebral, lo que también los hace sumamente vulnerables ante estos eventos.
La médica añadió que a estos riesgos se suman el alto costo y la escasez de fármacos anticonvulsivos en numerosos hospitales públicos del país, lo que sin duda afecta más a las personas que carecen de cobertura de seguridad social y que no pueden costearlos de su bolsillo.
"Un paciente con bajos recursos puede llegar a fallecer fácilmente, pues al no disponer de los fármacos adecuados tiene crisis epilépticas más frecuentes y graves, lo que a largo plazo favorece la farmacorresistencia", subrayó la especialista. En el caso del paciente farmacorresistente "sabemos que no solo el cerebro está alterado, sino también el corazón, razón por la cual puede fallecer súbitamente debido a un paro cardiaco".
La Dra. Rocha destacó que desde hace décadas se han emprendido esfuerzos para tratar de dar manejo integral a esta enfermedad, como el caso del Programa Prioritario de Epilepsia, constituido en 1984, que ahora cuenta con 78 centros de atención en el país.[3] Añadió que el problema es la carencia de fármacos en los hospitales, así como la estigmatización y la falta de información que aún prevalecen en torno a esta enfermedad, lo que dificulta su seguimiento.
El Dr. Sandoval lamentó que más de 40 años después de ser puesto en marcha el Programa Prioritario de Epilepsia, al que considera como un esfuerzo ejemplar, no ha logrado cubrir por completo sus objetivos, pues no existe integración organizativa formal entre los hospitales participantes que se traduzca en resultados operativos. A pesar de ello aseguró: "Durante ese tiempo se han generado guías clínicas de alta calidad que pueden ser adaptadas como un excelente antecedente para el manejo de la enfermedad".
El especialista propone conectar los tres niveles de atención con la intervención directa de la autoridad sanitaria y el apoyo en registros médicos electrónicos para buscar un tratamiento integral de esta enfermedad a través de un programa nacional de epilepsia que podría establecerse como piloto en alguna institución de seguridad social (como el IMSS), por el volumen de población que atiende, para eventualmente hacerlo extensivo hacia todo el sistema de salud.
"La intención es aplicar una medicina preventiva, no una que solo atienda tumores o enfermedades, sino que trate de evitar que se llegue al punto en el que una persona padece epilepsia durante 20 años antes de llegar al médico con algún tipo de daño neurológico. Pienso que para esto se deben crear más centros de primer nivel además de aplicar soluciones mixtas con la participación del sector privado, las instituciones de seguridad social y el sector público, buscando maneras de utilizar la infraestructura existente, como lo ha hecho la Secretaría de Salud con el IMSS-Bienestar", concluyó el Dr. Sandoval.
El Dr. Sandoval, M. Sc., y la Dra. Rocha Arrieta, Ph. D., han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.
Referencias
Sandoval-Bonilla BA, García-Pérez A, De la Cerda MV, San Juan D, y cols. Inequalities in epilepsy mortality: A decade-long analysis of insured versus uninsured adults in Mexico. Public Health. May 2025:242:192-198. doi: 10.1016/j.puhe.2025.03.004. PMID: 40112654. Fuente
GBD 2015 Neurological Disorders Collaborator Group. Global, regional, and national burden of neurological disorders during 1990-2015: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2015. Lancet Neurol. Nov 2017;16(11):877-897. doi: 10.1016/S1474-4422(17)30299-5. PMID: 28931491. Fuente
Reséndiz-Aparicio JC. Guías clínicas del Programa Prioritario de Epilepsia del Sector Salud, México. Rev. mex. Neurocienc. Mar-Abr. 2019;20(2). doi: 10.24875/rmn.m19000051.