En mi artículo anterior, comenté sobre la poca visibilidad que tiene la educación para la mayoría de los mexicanos y lo mal informados que están al respecto; tanto que, a pesar de que nuestro sistema educativo nacional (SEN) no es bueno, la mayoría de los padres de familia piensan que sí lo es. Con la idea de que los ciudadanos conozcan y demanden una mejor educación a los candidatos presidenciales, en ésta, y en las subsiguientes columnas, proporcionaré información básica sobre algunos temas fundamentales del SEN, entre los que destacan: la escolaridad de la población, el logro educativo, la formación docente, la infraestructura escolar, la evaluación del SEN, el financiamiento educativo, etc. La escolaridad de una nación se entiende como el número promedio de grados escolares concluidos de la población de quince años o más. En 2010, la escolaridad de los mexicanos era de 8.6 grados, mientras que en 2023 fue de 9.7; lo que se traduce a un incremento de 1.1 grados por década. La escolaridad de la población mexicana crece a un ritmo lento pero constante; sin embargo, a este ritmo, necesitaremos 25 años más para lograr la meta trazada en 2012: alcanzar los 12 grados. La escolaridad depende de la cobertura educativa en los diferentes niveles escolares, así como de la permanencia de los estudiantes en éstos. De acuerdo con la SEP, de 2006 a 2023, por cada 100 niños que ingresaron a primaria, 95 la terminaron, 80 concluyeron la secundaria, 54 egresaron de la educación media superior (EMS) y 28 culminaron la educación superior (ES). Estas cifras varían de una entidad federativa a otra; así, mientras que en la CDMX, 52% de los jóvenes concluyeron la ES, en Oaxaca y en Chiapas lo hicieron apenas 12%. La matrícula escolar cambia según el nivel educativo (y de la entidad federativa) de que se trate. A nivel nacional, en el ciclo escolar 2022-23, en educación inicial apenas se atendió al 3.4% de la población infantil (0 a 3 años). En preescolar (3 a 6 años), en lo que va de este sexenio, la matricula disminuyó en 9.3%, por lo que la tasa neta de escolaridad (TNE) de este sector poblacional es, ahora, de 66%. En primaria (6 a 12 años), la matrícula se redujo en 4.5%, lo que representa una TNE de 95.8%. En secundaria (12 a 15 años), la matrícula descendió 4.1%, por lo que la TNE es de 82.9%. En EMS (15 a 18 años) la matrícula también disminuyó 4.5%, por lo que su TNE se redujo a 62.5%. Finalmente, la matrícula de educación superior se incrementó 10.3%, logrando que su cobertura escolarizada en licenciatura sea de 34.7%. Es interesante hacer notar que mientras que en la educación obligatoria (hasta EMS) la matrícula disminuyó 5.2% (una pérdida de 1,571,421 estudiantes), en educación superior la misma se incrementó en casi medio millón de estudiantes (considerando las modalidades presencial y a distancia). En un balance global, la merma de la matrícula total de este gobierno es cercana a un millón de estudiantes. Independientemente de lo anterior, de todos los niveles educativos, por mucho, el menos atendido es el de educación inicial, cuya cobertura es menor a 4 de cada 100 infantes, seguida de la educación superior que logra incorporar, si acaso, a 4 de cada 10 jóvenes (de los cuales, poco más de la mitad la concluye). La desatención de estos dos niveles educativos también se puede apreciar por la proporción de la matrícula que es cubierta por el sector privado: en números redondos, en educación inicial, 57%; en preescolar, 13%; en primaria y secundaria, 10%; en EMS, 15% y en ES, 37%. No es claro cómo se podrá incrementar la matrícula de la educación inicial, si el gobierno en turno no toma en cuenta que ésta es vital para que los niños de bajos recursos económicos puedan revertir su falta de estimulación neuro lingüística en el hogar. Sin una buena educación inicial (y preescolar), los niños más vulnerables ingresarán a la primaria con una enorme desventaja cognitiva, que se mantendrá toda la vida escolar; la que se traducirá, en el mejor de los casos, en un pobre aprendizaje y, en el peor, en un abandono escolar temprano. Tampoco en claro que las Universidades Benito Juárez puedan incrementar sustancialmente la matrícula de ES, toda vez que apenas atienden a cerca de 60 mil jóvenes. Es necesario implementar políticas públicas orientadas, no solo a incrementar la cobertura escolar en todos los estados y niveles educativos, sino también asegurar que la mayoría de los alumnos logren cumplir sus trayectorias escolares en tiempo y forma. Por supuesto, permanecer en la escuela sin aprender, no sirve de mucho; pero sin duda alguna, es mejor estar adentro que afuera del SEN. *Presidente del consejo directivo de Métrica Educativa, A.C.