Un informe de salud planetaria de The Lancet, coescrito por el profesor Paul Behrens, de nuestro programa sobre el Futuro de la Alimentación, concluye que los modelos de política climática ampliamente utilizados pasan por alto los principales impactos en la vida de las personas. Como resultado, la prevención puede estar infravalorada. ¿Contabilizamos a las personas además del carbono? Una nueva revisión en The Lancet Planetary Health , coescrita por el profesor Paul Behrens, del programa Future of Food de la Oxford Martin School , describe cómo el cambio climático afecta el bienestar humano y compara esta evidencia con la que se refleja en modelos climáticos y económicos relevantes para las políticas. La brecha es evidente. Los autores informan que muchos impactos del clima en el bienestar están documentados en la literatura, pero aparecen solo parcialmente, o no aparecen en absoluto, en los modelos que fundamentan las políticas. Se destacan tres áreas. Salud mental . Las noches calurosas y los fenómenos extremos se relacionan con la angustia, la falta de sueño y una mayor demanda de servicios de salud. En algunos entornos, existe evidencia de un mayor riesgo de autolesión. Estos efectos rara vez se reflejan en los modelos de políticas. Productividad laboral y seguridad laboral . El calor reduce la producción y aumenta el riesgo de accidentes en trabajos expuestos al calor, como la construcción, la logística, la cocina y el cuidado de personas. Solo unos pocos modelos incluyen estas vías. Conflicto e inestabilidad . El estrés climático puede aumentar los riesgos de violencia y desplazamiento. A pesar de la creciente evidencia, estos impactos en la estabilidad social están prácticamente ausentes de las herramientas utilizadas para orientar las decisiones. ¿Por qué es importante? Los responsables políticos y las instituciones utilizan modelos para sopesar costos y beneficios. Si se omiten las presiones sobre la salud mental, la pérdida de tiempo laboral y los riesgos para la estabilidad, las medidas que protegen a las personas y los servicios ahora pueden parecer menos rentables de lo que realmente son. Incluir estos impactos refuerza la necesidad de medidas prácticas como edificios más frescos y mejor ventilados, calles y espacios públicos con sombra, prácticas laborales seguras frente al calor y medidas de aire limpio que generen beneficios para la salud a corto plazo, además de reducir las emisiones. La Revisión establece un marco amplio de bienestar que abarca la salud, las condiciones de vida materiales (como la alimentación, el agua y la higiene), el trabajo y el ocio, la educación, la seguridad y las libertades, las relaciones sociales y la cultura, el bienestar subjetivo, el medio ambiente y la desigualdad. Evalúa los modelos ambientales, sociales y económicos más relevantes en relación con esta evidencia y exige mayor transparencia sobre lo que está dentro del alcance y lo que falta. Los autores señalan que varias áreas de impacto están listas para ser incorporadas donde ya existe evidencia, mientras que otras requerirán mayor cuantificación. La pregunta para quienes toman las decisiones es sencilla: si ponemos la salud, la seguridad y los medios de vida de las personas en la calculadora, ¿qué políticas pasan a primer plano? Artículo completo en https://www.thelancet.com/journals/lanplh/article/PIIS2542-5196(25)00253-0/fulltext