Por Daniel Francisco l Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) es sumamente relevante para la generación, difusión y divulgación del conocimiento histórico en México, afirmó Elisa Speckman Guerra, su directora. Es una entidad muy sólida que se ha ido consolidando a lo largo del tiempo y reforzando su presencia en la Universidad, el mundo académico y la sociedad, agregó. La historia tendría que cobrar más presencia, “pues es fundamental conocer la génesis de los problemas de hoy para comprender sus alcances y manifestación, y encontrar posibles soluciones”. Con la finalidad de poner la historia al servicio del presente, actualmente se desarrollan proyectos colectivos de investigación sobre temas tan relevantes como frontera y migración, salud y atención médica, comunidades indígenas, género o corrupción. Además, una serie de libros de divulgación incluye títulos sobre esas temáticas. Estos son algunos de los temas de estudio que desarrolla Históricas, a los cuales se suman diversos proyectos colectivos e individuales. Otro elemento importante a destacar en esta conmemoración es que el IIH ha participado activamente en las transformaciones por las que ha atravesado el quehacer histórico, siendo testigo de “cómo se ha pasado de una historia eminentemente política o muy tradicional, a una que cuestiona los presupuestos que dieron sustento a la disciplina hace 100 años”, aseveró Claudia Agostoni, secretaria académica del Instituto. Elisa Speckman añadió que se están estudiando temas que en otros momentos no habían sido considerados pertinentes. “Históricas ha impulsado, y ha sido parte, de una renovación respecto a cómo abordar el estudio del pasado. Se han ampliado temas y con ellos los enfoques, abriendo las preguntas que nutren la investigación y las fuentes necesarias para responderlas”. Puede también celebrarse que el IIH haya sido “pionero en la incorporación femenina a su planta académica y que actualmente cuente con un alto porcentaje de académicas, el 62 %, además las últimas cinco directoras hemos sido mujeres, y ahora lo son todas las titulares de las principales áreas de apoyo”. Debe también mencionarse el compromiso de las y los investigadores con la docencia y el esfuerzo en la educación continua, así como la difusión y la divulgación del conocimiento histórico. Por ello se inició un ambicioso proyecto, Históricas Comunicación Pública, integrado por varias colecciones editoriales y productos multimedia. “También somos espíritu” Gisela von Wobeser, emérita del IIH, compartió que es muy importante la investigación histórica porque nos da un sentido de vida. “Una necesidad fundamental es tener conciencia de quiénes somos, de dónde venimos y por qué somos como somos, cuál es nuestro entorno. Y ahí la historia nos da muchas de estas respuestas”. En muchos lugares “se les ha dado prioridad a las cosas más tangibles: los alimentos, la maquinaria, la producción, etcétera. Pero el problema es que no sólo somos materia, también somos espíritu”. Ella es de las investigadoras que usan las imágenes como fuentes de investigación. “Tengo un libro que se llama Cielo, infierno y purgatorio, que tuvo el objetivo de saber cómo veían estos sitios del más allá las personas del virreinato. Y es muy interesante, porque todavía tenemos muchas de esas creencias, aunque la manera de vivir la religión ha cambiado”. En investigación el IIH ha sido pionero, señaló. “Contamos con figuras tan importantes como el doctor Miguel León Portilla, que impulsó la traducción de numerosas obras que antes nada más estaban en náhuatl. Y también se preocupó muchísimo por difundir a través de las revistas”. Labor silenciosa José Rubén Romero, investigador del IIH y autor de Introducción a la cultura náhuatl prehispánica, destacó dos aportaciones fundamentales del IIH: “Una es la publicación crítica de fuentes para la historia, esto es que los historiadores recurrimos a archivos, pero también a crónicas. Y los investigadores del Instituto desde hace mucho tiempo tuvieron la sensibilidad de percibir que las crónicas eran de difícil acceso, y las comenzaron a publicar siempre con estudios críticos. Ese interés por la publicación de fuentes originales conllevó muchas veces la necesidad de la traducción, en este caso del náhuatl”. La segunda aportación, agregó, “es el estudio de la investigación y la publicación de monografías históricas, textos que se refieren a un aspecto, a un personaje determinado. Y de eso da cuenta la bibliografía del Instituto. Siempre sus publicaciones han sido originales, y eso es importantísimo porque es fruto de los esfuerzos de los investigadores”. Romero cree que la del historiador es una labor silenciosa. “Lo que ocurre es que nosotros ni producimos maquinarias que sean capaces de transformar la industria, ni somos capaces de dirigir o participar en proyectos de gran calado, que se noten. Nuestro trabajo es más bien silencioso porque tiene que ver con la creación de conocimiento del pasado, y en ese sentido dotamos de elementos de autoconocimiento a la sociedad a la que pertenecemos”. Orígenes y renovación El viernes 8 de mayo de 1987, el entonces rector Jorge Carpizo inauguró las nuevas instalaciones de los institutos de Investigaciones Históricas y de Estéticas en la Ciudad de la Investigación en Humanidades, diseñadas por el arquitecto Enrique Carral Icaza. El origen del Instituto de Investigaciones Históricas se remonta al año 1944, cuando Rafael García Granados, Pablo Martínez del Río, Ignacio Rubio Mañé, Julio Jiménez Rueda y Salvador Toscano constituyeron una comisión para analizar la pertinencia de crear un Instituto de Historia. El apoyo del entonces rector Alfonso Caso resultó decisivo en el nacimiento de la nueva entidad; la constitución del Instituto fue aprobada por acuerdo del H. Consejo Universitario el 19 de febrero de 1945, integrándose al Estatuto General de la UNAM el 9 de marzo de dicho año. La primera sede del Instituto de Historia se ubicó en la Biblioteca Nacional de México, en el antiguo templo de San Agustín, en el Centro Histórico. Desde sus inicios, en el Instituto se cultivaron tanto la historia –con personajes de la talla de Ernesto de la Torre Villar– como la antropología –con representantes notables como Pedro Bosch Gimpera, Juan Comas y Paul Kirchhoff. Con la inauguración de la Ciudad Universitaria en 1954, el Instituto se trasladó a la Torre I de Humanidades anexa a la Facultad de Filosofía y Letras. En 1963, bajo la dirección de Miguel León-Portilla, el Instituto cambió su nombre por el de Investigaciones Históricas. El 1 de agosto de ese mismo año se fundó la Sección de Antropología, bajo la coordinación de Juan Comas. La madurez que alcanzó el grupo se tradujo en la creación del Instituto de Investigaciones Antropológicas en 1973, y a él se integraron investigadores procedentes de Históricas como Jaime Litvak o Alfredo López-Austin. La década de 1960 vio nacer las tres revistas científicas que han dado cauce a la producción de sus investigadores de manera ininterrumpida hasta el día de hoy: Estudios de Cultura Náhuatl (1959); Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México (1965) y Estudios de Historia Novohispana (1966). Cada una de ellas correspondía a las tres áreas en las que se habían articulado los estudios históricos. La necesidad de dar cuenta de la intensa y fecunda vida académica –conferencias, seminarios, congresos, publicaciones y avances de investigación– aconsejó la edición impresa del Boletín Históricas (1979-2014), el cual se mudó al ámbito electrónico, y que hoy día lleva por nombre Históricas comunica. A esta ingente labor editorial deben sumarse los 853 títulos publicados bajo el sello del Instituto a lo largo de ocho décadas sobre los más diversos aspectos del pasado. A partir de 2005 (en los periodos de Alicia Mayer, Ana Carolina Ibarra y Elisa Speckman) hay una ampliación de la planta académica –en la actualidad la conforman 56 investigadoras e investigadores y 26 técnicas y técnicos académicos–, la renovación generacional, la búsqueda de la paridad de género, la participación en los Programas de Becas Posdoctorales de la UNAM –con un total de 81 beneficiados–, la diversificación de las problemáticas estudiadas por sus integrantes, la inauguración de la Unidad Oaxaca (en agosto de 2019), la atención prestada a la divulgación del conocimiento histórico y, finalmente, la presencia en el mundo digital.