Por Roberto Gutiérrez Alcalá Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, el Foro Económico Mundial y el Fondo Monetario Internacional, entre el 45 % y el 47 % de los empleos en todo el mundo corren riesgo por el avance tecnológico representado, tanto por la Inteligencia Artificial (IA) como por la automatización. Esta nueva realidad puede dar origen a una gran ola de desempleo y a problemas de ansiedad y depresión entre los trabajadores, por lo que es necesario echar a andar programas de alfabetización digital, de actualización y de competencia, para que aquéllos no queden rezagados ante las nuevas herramientas. “Es una situación irreversible. La automatización se incrementó a partir de la Cuarta Revolución Industrial y, hoy en día, buena parte de la producción de bienes y servicios depende de ella. Por eso, con su presencia cada vez más intensa y constante, y a la par de la aparición de la IA, seguirá habiendo una gran brecha entre quienes integran la fuerza de trabajo más vulnerable –o sea, aquellos que no poseen los medios de producción– y quienes están mejor posicionados en el esquema laboral y, por lo tanto, ya han empezado a adaptarse a esta nueva realidad”, dijo David Cuenca Orozco, académico del Centro de Estudios en Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. En opinión del académico universitario, los empleos que experimentarán más transformaciones por la IA y la automatización son aquéllos relacionados con los procesos de producción repetitivos y con los que no hay una intelección y un aparato crítico intelectual de por medio. “Los sectores en los que ya está presente la automatización son el de la maquila, el de la manufactura y el de las tecnologías de información y comunicación”, agregó. En suma, las industrias que tienen procesos de inicio y cierre en una línea de producción encadenada por áreas que se suceden por fases y en las que la salida de bienes y servicios depende de las áreas anteriores –como la automotriz, la de confección e incluso la audiovisual–, ya utilizan cada vez más la IA, para que ciertas funciones se vuelvan algorítmicas y no dependan de la mano humana, dijo Cuenca. “Con esto se ha beneficiado la entrega a tiempo de distintos bienes y servicios, pero también se ha disparado el miedo de muchos trabajadores a perder su empleo”. Resiliencia A decir del académico, ante esta situación irreversible es necesario crear mecanismos que permitan a los trabajadores adaptarse a las nuevas funciones y dinámicas impuestas por el incontenible avance tecnológico. “De hecho, innumerables empresas ya echaron a andar varios programas de alfabetización digital, de actualización y de competencia, para enfrentar los desafíos que implican la IA y la automatización, y las que no lo hagan en el corto o el mediano plazo, sin duda sufrirán las consecuencias”, indicó. Por otro lado, la IA y la automatización han sido incorporados a algunos sectores en los que, no obstante, se requiere un operador que las controle y supervise, y dé mantenimiento tanto al hardware como al software. “Además, estas herramientas tecnológicas contienen instrucciones o parámetros que la mente humana ha configurado con base en algoritmos que, hasta ahora, también dependen de ella. Entonces, el valor humano sigue estando agregado. Así pues, debemos entender que no todos los empleos desaparecerán o serán suplantados por robots, ni mucho menos”, señaló el académico.