Por Roberto Vélez Grajales* De acuerdo con los datos publicados por el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), para 2022, México presenta una tendencia negativa. El problema no solamente se circunscribe al potencial efecto de la pandemia, sino que este profundizó una problemática educativa que de por sí ya resultaba complicada. Y si bien es cierto que la educación no es el único motor necesario para impulsar la movilidad social, sí resulta una condición ineludible para ampliar las oportunidades de la población. De ahí que, si no se realiza el esfuerzo necesario para resolver los problemas de nivel y calidad educativos del país, sus efectos negativos sobre el bienestar social y la productividad económica nos seguirán acompañando por muchos años. Un primer punto por resaltar de los datos de PISA es que, si bien es cierto que en términos absolutos la caída observada en 2022 en los puntajes de lectura, matemáticas y ciencias fue menos pronunciada que para el promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), también lo es que el nivel de México en 2018 ya era relativamente bajo. Para evaluar la situación del país, vale la pena extender el comparativo en el tiempo, así como contrastar los resultados de distintos grupos económicos. Si concentramos el análisis en el examen de matemáticas, el puntaje máximo histórico para México se obtuvo en 2009, después de lo cual se observa una tendencia negativa que únicamente se detuvo entre 2015 y 2018, con la ya mencionada caída posterior. En cuanto al desempeño por grupo socioeconómico, en el caso de matemáticas, resalta el hecho de que el grupo social más aventajado en México no supera el puntaje del grupo intermedio del promedio de los países de la OCDE. Si conformamos cuatro grupos socioeconómicos y analizamos la dinámica de 2012 a 2022, se observa un retroceso constante y generalizado en el rendimiento en matemáticas, a excepción del grupo más alto, el cual muestra un único avance entre 2015 y 2018. Desafortunadamente, para 2022, dicho grupo presenta un resultado que lo coloca en su mínimo para los 10 años analizados. Para dimensionar el retroceso, podemos comparar a México con otros países, en este caso, de la región latinoamericana. Si analizamos por grupos socioeconómicos, Argentina y Brasil, al igual que México, presentan una tendencia negativa en el rendimiento en matemáticas, tanto en el grupo socioeconómico más aventajado como en el más desaventajado. En el otro extremo, es decir, en el de avances para los dos tipos de grupo socioeconómico, se encuentran Perú y Colombia. En una posición de avance para el grupo más desaventajado, pero de retroceso para el más aventajado, se encuentran Chile y Uruguay. En términos técnicos de la estadística, lo que sí es un hecho confirmado es el avance para los más desaventajados en Perú y el retroceso de los más aventajados en Chile y Argentina. Solamente en el caso de México la tendencia de retroceso observada es un hecho confirmado en los dos extremos de la escalera social. Es decir, en el caso de México, en los dos extremos de las realidades socioeconómicas del país la formación escolar, en este caso en matemáticas, ha empeorado en el periodo de 10 años. A reserva de un diagnóstico a mayor profundidad de los resultados de PISA por parte de especialistas en la materia, tanto el resultado para 2022 como la tendencia de los últimos 10 años y su composición por grupos socioeconómicos apuntan a que, en México, la calidad de la educación básica, ya sea pública o privada, no mejora para nadie. O atendemos y resolvemos el problema, o nos atenemos a las consecuencias, que, de por sí, ya nos alcanzaron. * Director ejecutivo del Centro de Estudios Espinosa Yglesias