Daniel, Fausto, Jorge, Luis, … y hasta hace poco tiempo, Milton, dos veces por semana compartimos café y conversación. Algunos dicen que son demasiadas veces, a nosotros seguido nos falta tiempo… Hace unos días, como ocurre de cuando en cuando, salieron a relucir anhelos y deudas pendientes… —Ya que me lo preguntan —dijo Daniel, mirando a Fausto— sí, claro que me gustaría ser elegido para ser ministro de la Suprema Corte de Justicia. La verdad es que no he podido avanzar en ese propósito —ni en otros, para ser honesto— porque antes necesito leer La Divina Comedia, que me recomendaste hace ya algún tiempo. —Y te la sigo recomendando –respondió Fausto a Daniel, por cierto el más joven del grupo. Creo, el tema central de la Divina Comedia –siguió diciendo Fausto– no es la geografía humana del Infierno, el Purgatorio y el Cielo, sino la ética de los muy variados personajes que aparecen en la obra y las consecuencias de sus actos en ellos y en la moral de la sociedad en la que vivieron. – ¿Y por qué digo esto? –preguntó Fausto. Para ser juez sin duda es importante saber de leyes, pero creo que más importante aún es adentrarse en el conocimiento del comportamiento humano, sus motivos y alcances. Sobre todo hay que dar prioridad a la dimensión ética de ese comportamiento… Por lo demás, no sé si estén de acuerdo –no dijo a todos–que la prioridad de los valores éticos aplica no solo a jueces, sino a todos, y especialmente a las personas que dirigen, gobiernan o se desempeñan en alguna posición de autoridad. Esa es probablemente la gran lección de La Divina Comedia. –O sea, –dijo Fausto viendo a Daniel– en tu camino para convertirte en juez , magistrado o ministro, La Divina podrá no ser una buena geografía, pero si sería una buena brújula, ¿no? Gracias anticipadas por sus comentarios.