Por Silvia Higuera La importancia de un periodismo libre, independiente y veraz para las democracias es aceptada por organizaciones y expertos en derechos humanos. Es por esto que ya son años en los que estos mismos expertos, defensores y periodistas han alertado sobre las graves consecuencias que tiene la desinformación en el periodismo y por ende en las democracias. Sin embargo, la red de verificación de datos Latam Chequea asegura que ahora es el momento crucial para alertar y hacer un llamado urgente a los diferentes actores de la sociedad para que afronten este desafío con mayor contundencia. Las organizaciones de verificación de datos en América Latina, afirmaron, se enfrentan a una “tormenta perfecta”: el recorte de fondos de cooperación internacional, el retiro de iniciativas de lucha contra la desinformación por parte de grandes plataformas, el aumento en el uso de inteligencia artificial y gobiernos con iniciativas que podrían afectar la libertad de expresión. “Vemos que esta configuración de distintos aspectos… generan tensiones y ponen presión sobre el ecosistema informativo y sobre las organizaciones de fact-checking”, dijo a LatAm Journalism Review (LJR) Olivia Sohr, directora de Impacto y Nuevas Iniciativas del sitio argentino de verificación de datos Chequeado y miembro del Consejo de Latam Chequea. “Por eso sentimos que era muy buen momento para hacer un llamado, para mostrar lo crítico que es la situación actual […], mostrar nuestra preocupación y hacer un llamado a estos distintos actores a activar y actuar frente a este contexto tan desafiante”. Este llamado lo hicieron a través de la declaración titulada “Sin verificación, gana la mentira” y que fue dada a conocer el pasado 24 de junio, un día antes del inicio de la 12ª edición de GlobalFact, la mayor reunión internacional de verificadores de datos, promovida por la Red Internacional de Verificación de Datos (IFCN, por sus siglas en inglés) y Poynter. El GlobalFact de este año tuvo lugar en Río de Janeiro, Brasil. Latam Chequea, que actualmente reúne a 48 organizaciones de 21 países, también tuvo un evento paralelo en Brasil en medio del cual surgió la declaración de Río. Responsabilidad de grandes empresas tecnológicas La declaración hace un llamado a las empresas de tecnología para que sean parte de la solución y no del problema, y las urgieron a “dar un mayor acceso a datos y colaborar con quienes combaten la desinformación”. Sohr dijo que “algo que les preocupa mucho” tiene que ver con cómo las plataformas de redes sociales a pesar de haber dado unos pasos en esta lucha contra la desinformación, se han ido retirando. Uno de los casos más graves es el de Meta al terminar el programa de verificadores independientes en Estados Unidos. Sohr recordó que incluso cuando dio a conocer la decisión, el CEO de Meta, Mark Zuckerberg, hizo críticas hacia el ecosistema de fact-checking. “Acusaciones que se hicieron sin ningún sustento”, dijo Sohr, al mencionar los señalamientos que hizo Zuckerberg de presunta censura y sesgo en quienes hacían la verificación de datos. Sería aún más preocupante si Meta decide cerrar el programa también en América Latina. Según datos de Latam Chequea, 12 de sus organizaciones hacen parte del programa Third Party Fact-Checking de Meta, que representa ayuda financiera también. Pero no sólo preocupa la parte financiera, dijo Sohr, sino lo más importante del programa que es llegar con la información verificada a las personas. “Y en el caso de que se cerrase el programa, más allá de la cuestión económica, se cerraría esa posibilidad de poder tener acceso a los buenos datos [por parte de] quienes vieron la desinformación y el impacto que eso puede tener”, dijo Sohr. Además, la inteligencia artificial es cada vez más usada por ciudadanos para recibir información. La preocupación, dijo Sohr, tiene que ver con el gran potencial que tienen estas herramientas para crear desinformación, no solamente por los “malos actores” que la usen con esta intención, sino porque la misma herramienta “produce información de baja calidad”. “Esto también es perjudicial para nuestro ecosistema informativo”, dijo. Para Latam Chequea es necesario que las compañías de IA “entrenen sus modelos de manera ética, implementen mecanismos para asegurar la veracidad de los contenidos que generan y acepten la colaboración de verificadores expertos para asegurar la integridad de la información”. Sohr dijo, por ejemplo, que sería muy importante que las compañías de inteligencia artificial se pregunten si quieren basar su modelo de negocio en uno que monetiza la desinformación, “que termine generándonos un problema mayor”. Para complicar aún más la situación, las iniciativas gubernamentales que podrían afectar la libertad de expresión son cada vez más comunes en la región. Sohr mencionó las leyes que declaran agentes extranjeros a las ONG o medios de comunicación que reciben fondos de cooperación internacional. Entre los casos más recientes están Perú y El Salvador, pero se han visto en Paraguay, Venezuela, y Nicaragua es tal vez el ejemplo más claro de los efectos que puede tener en medios. Además de las empresas de inteligencia artificial y redes sociales, y los gobiernos, las audiencias desempeñan un “rol clave” en esta lucha contra la desinformación”. Sohr dijo, solamente entendiendo el contexto al que se enfrentan, el público puede tomar acciones que incluso podrían presionar a gobiernos y plataformas. “Al final son los ciudadanos los que deciden”, dijo Sohr. “A medida que toman consciencia de las problemáticas y de lo que está ocurriendo pueden tener un papel clave en buscar las soluciones en conjunto, en ser parte de las soluciones, en ver cuáles son los riesgos y los daños que genera la desinformación y hacer tanto a nivel personal como a nivel de sus vínculos y sus relaciones alrededor suyo. Y luego a un nivel más macro de presión sobre el sistema político y sobre la forma en que las plataformas – tanto de inteligencia artificial como las redes sociales – están actuando para tener un mayor impacto desde ese lado”.