A finales de 1974 el economista Arthur Laffer cenaba en el restaurante del Hotel Washington junto con Donald Rumsfeld, jefe de gabinete del presidente Gerald Ford; Dick Cheney, subjefe de gabinete; y Jude Wanniski, periodista del Wall Street Journal. La conversación giraba en torno a la situación económica del país y la necesidad de implantar nuevas subidas de impuestos para acabar con la inflación. Laffer tomó la palabra para explicar que si el Estado quería aumentar la recaudación debía reducir los impuestos y no subirlos. Pero su propuesta no logró convencer a los políticos, que se mostraron muy incrédulos con la medida. Fue entonces cuando el economista cogió de la mesa una servilleta de tela y dibujó en ella la famosa curva de Laffer para explicar de forma clara y visual cómo el aumento de los impuestos provocaría una reducción de los ingresos públicos. Con un simple dibujo en una servilleta Laffer consiguió explicar una teoría que, a priori, iba contra la lógica económica de ese momento. Tiempo después el propio Cheney confesó en una entrevista publicada en Bloomberg en 2014, que era una teoría difícil de creer porque en esa época lo que se pensaba era que «si quieres más ingresos, aumentas los impuestos». Algo tan complicado necesitaba buena comunicación y Laffer optó por un dibujo para explicarlo con sencillez. La curva de Laffer se puso en práctica con la llegada de Ronald Reagan a la Casa Blanca. En 1981 la Administración republicana anunció un importante recorte de impuestos y, cinco años después, en 1986 emprendió la mayor reforma tributaria de la historia de Estados Unidos. Muchos otros países también han puesto en práctica esta teoría económica. En 2015 el ministro de Hacienda, Cristobal Montoro, anunció una reforma económica que incluía una bajada del IRPF en todos sus tramos.