Por Susana Gil La curva de indiferencia es un gráfico que muestra las diferentes combinaciones entre dos bienes que reportan la misma satisfacción a una persona, y que son preferidas a otras combinaciones. Cuando se llega a dos opciones que son indiferentes para el individuo, estos dos puntos que las representan se encuentran en la misma curva de indiferencia. Si se desplaza a lo largo de la curva en un sentido, está dispuesto a aceptar más bolígrafos a cambio de menos lápices; y si se desplaza en el otro sentido, está dispuesto a aceptar más lápices y menos bolígrafos. Pero cualquier punto dentro de esa curva, le reporta el mismo nivel de satisfacción. La curva a la que nos referimos refleja, ni más ni menos, las preferencias entre pares de bienes y no tiene relación alguna con el dinero o con los precios. Es más, a lo largo de la curva de indiferencia cada punto tiene un valor monetario distinto, pero el grado de satisfacción es idéntico. Representación gráfica de las curvas de indiferencia Se traza simplemente preguntando a un individuo qué combinación de bienes prefiere, por ejemplo: 10 bolígrafos y 5 lápices; 15 bolígrafos y 3 lápices; ó 20 bolígrafos y 2 lápices. Este individuo es indiferente a cualquiera de estas tres opciones. Obsérvese que, a medida que una opción aumenta, la otra disminuye. Y dado que cuando tenemos mucho de una y poco de otra, apreciaremos más la que menos tenemos (con un bien normal). En este sentido, no hay que olvidar que los bienes de un consumidor están acotados por su renta o, lo que es lo mismo, están sometidos a una restricción presupuestaria. En principio, el consumidor puede gastar todo su dinero en bolígrafos o en lápices. Pero la pendiente de esta restricción presupuestaria mide la velocidad a la que ese consumidor puede compensar un bien por otro, y está dada por los precios relativos de ambos bienes. Es decir, la restricción presupuestaria está determinada tanto por los ingresos del consumidor como por los precios relativos de los bienes.