Es el mes de agosto en una pequeña ciudad turística en plena temporada alta cuando inesperadamente caen lluvias torrenciales que convierten a la ciudad en una zona desierta. Hace tiempo que la crisis viene azotando este lugar, todos los habitantes tienen deudas y viven a base de créditos. Por fortuna llegó un millonario que entró al único y pequeño hotel de la playa y dejó un billete de mil pesos en el escritorio del recepcionista mientras iba a ver las habitaciones. El dueño del hotel agarró el billete y salió corriendo a pagar sus deudas con el carnicero; quien lo había amenazado de ya no surtirle carne si no le pagaba algo del adeudo. Una vez que se fue el hotelero de la carnicería, el carnicero corrió con el criador de cerdos a pagar lo que debía, pues mediaba entre ellos una amenaza similar. El criador corrió al molino a pagar lo que adeudaba al proveedor de grano para animales y éste, a hurtadillas, fue con el dinero a donde María, la prostituta del pueblo, quien le había hecho favores a crédito. La prostituta fue al hotel de la playa, pues le habían fiado en diversas ocasiones una habitación para que atendiera a sus clientes. Dejó el billete en el mostrador de recepción mientras saludaba al dueño en el mismo momento en que bajaba el millonario de ver las habitaciones: no le convencieron, tomó el billete de mil pesos y se fue. En realidad nadie ganó un centavo, pero todos pagaron sus deudas y enfrentan el futuro con más confianza. Este cuento que se revisa en las escuelas de economía y negocios explica perfectamente lo que hace la circulación del dinero en una economía local.