Por Mariam Kiziryan Un bien de consumo es la mercancía final en un proceso de producción. Así, satisface las necesidades de las personas de manera directa. Es decir, los bienes de consumo no son como los bienes de capital, que a su vez crean otros productos y servicios, sino que el cliente los utiliza para su beneficio. En el mundo de la economía se distinguen varios tipos de bienes, según la función que desarrollan. De ese modo, tenemos los bienes de capital, que son aquellos activos (principalmente maquinaria) que desarrollan los procesos de producción; los bienes intermedios, insumos que se transforman para obtener la mercancía final; y los bienes de consumo, empleados por el consumidor. Tipos de bienes de consumo Para hablar de los diferentes tipos de bienes de consumo, podemos clasificarlos principalmente de dos formas. Primero, según el tiempo de su uso, contamos con las siguientes categorías: Bienes duraderos: Como su nombre indica, pueden utilizarse prolongadamente en el tiempo. Nos referimos, por ejemplo, a los electrodomésticos, la maquinaria, etc. Cabe destacar que las viviendas de nueva adquisición no estarían dentro de este grupo porque no se consideran un bien de consumo, sino un bien de inversión (bien de capital). Bienes no duraderos: Se caracteriza por agotarse en un pequeño periodo de tiempo o inmediatamente. Por ejemplo, el jabón de manos. Dentro de este grupo, pueden considerarse a los bienes perecederos, aquellos que cuentan con un corto plazo para consumirse. En dicha subcategoría entran básicamente a los alimentos. Asimismo, los bienes de consumo pueden clasificarse según el grado de terminación de los bienes de la siguiente forma: Bienes finales: Son a los que les daremos un uso final, es decir, han sido producidos directamente para ser utilizados por el consumidor final y satisfacer una necesidad determinada (por ejemplo, una mesa, un jersey o un lápiz). Al tomar un conjunto de estos bienes, podemos distinguir dos situaciones: Bienes sustitutivos: Pueden consumirse indistintamente uno u otro. Imaginemos que nos referimos a las mercancías A y B. Si son sustitutivas, cuando el precio de A sube, la demanda de B aumenta, y viceversa. Nos referimos, por ejemplo, a la mantequilla y la margarina, el café y el té, entre otros. Bienes complementarios: Son productos que se usan de manera conjunta. De nuevo, consideremos los bienes A y B. Si son complementarios, cuando sube el precio de A, baja la demanda de B y viceversa. Algunos ejemplos son el café y azúcar, o el automóvil y la gasolina. Bienes intermedios: Se usan en un proceso productivo para su transformación en un bien final. Un ejemplo es el algodón, que sirve para confeccionar prendas.