Ensenada, Baja California, mayo 17.- Sobreexplotación y salinización son las principales problemáticas que enfrentan las aguas subterráneas en Baja California, fuente de abastecimiento indispensable para el desarrollo de actividades agrícolas, industriales y domésticas. Las aguas subterráneas, como su nombre lo indica, se localizan debajo de la tierra. Cuando el agua de la lluvia cae sobre el suelo, es absorbida, desciende y se integra en cuerpos conocidos como acuíferos, donde el agua interactúa con rocas y componentes del suelo como sedimentos, arcillas y arenas. De acuerdo con datos de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), México dispone de 653 cuerpos de agua subterránea, de los que 157 están sobreexplotados y 18 presentan intrusión marina. Baja California cuenta con 88 acuíferos, de los cuales 23 están sobreexplotados y 11 presentan intrusión marina; estos problemas inciden en la disponibilidad y la calidad del agua. Para una región semiárida, donde el 70 por ciento del agua se destina a la actividad agrícola, la preservación de las aguas subterráneas resulta prioritaria para abastecer del vital líquido a una población para la que cada vez es más común la escasez o total ausencia de agua potable en sus viviendas. Para muestra, dos valles En Ensenada, los valles de Maneadero y Guadalupe son ejemplo tangible de lo que salinidad y sobreexplotación provocan al sector agrícola. En entrevista, Zayre I. González Acevedo, investigadora del Departamento de Geología del CICESE, apunta un dato importante sobre la salinización de las aguas subterráneas: la sal no es exclusivamente procedente del mar, también puede ser aportada por la geología del lugar. Sin embargo, ya sea que la salinidad sea provocada por la intrusión marina o por el tipo de rocas con las que tiene contacto en el subsuelo, el origen del problema apunta al manejo del agua. “Empiezas a sacar mucha agua y entonces empiezas a perforar más profundo y entre más profundo perfores es agua más vieja y esa agua más vieja ha estado más tiempo en contacto con las rocas”, comenta la especialista. Zayre González habla con datos en mano. Después de haber analizado muestras de agua del Valle de Guadalupe, conocido por su vocación vitivinícola, detectaron salinización que podría estar siendo provocada por la geología del lugar, factor que aparece en la fórmula al extraer agua de mayores profundidades. “Lo que nosotros analizamos fue qué es lo que está causando la salinización de los suelos y vimos que ahí lo más importante es el calcio y el magnesio, ambos de origen geológico; puede ser en consecuencia de la sobreexplotación”, advierte. Pero no son suficientes datos para llegar a conjeturas sólidas, al menos no todavía. Zayre, especializada en estudios de geoquímica ambiental, calcula que se necesita monitorear alrededor de 58 pozos de agua en Valle de Guadalupe para tener una muestra representativa, por lo que el estudio debe ampliarse. En comparación con el proceso de salinización del Valle de Guadalupe, lo que ocurre en Maneadero es todavía más complejo, pues existe la posibilidad de que en este valle agrícola la salinización tenga doble fuente: la geología del lugar y la intrusión marina. Desde 2009, Marco Antonio Pérez Flores, investigador del Departamento de Geofísica Aplicada del CICESE, detectó junto con sus colaboradores la intrusión de agua salina en acuíferos de Maneadero. “Está dañando a la agricultura de Maneadero porque esa agua a medida que va penetrando el suelo se vuelve más salino, ya no puedes sembrar tomate en esa zona, se necesitan plantas más resistentes o tienen que desalar el agua”, señala en entrevista. Explica que la sobreexplotación de la que han sido objeto los acuíferos de Maneadero para sostener la actividad agrícola, provoca que al extraer agua se genere un vacío que trae consigo agua salina. “Esa intrusión salina nos está diciendo qué tanto nos está quedando de agua limpia. Si va avanzando la intrusión salina, ya nos queda menos agua limpia para extraer”, indica Marco Pérez. Posibles soluciones El nivel de salinidad de los acuíferos que abastecen los sembradíos de Maneadero, impulsó a los productores a la adquisición de tecnologías para desalar el agua y con ello tratar de evitar afectaciones en los cultivos. Para Zayre González es indispensable que los agricultores cuenten con datos precisos respecto a qué sales son las que están presentes en el agua, ya que habrá algunas que se deseen eliminar y otras que no. “Si tiene nitratos y fosfatos, eso es bueno para las plantas, pero si tiene carbonatos, de calcio o de sodio, esos no son buenos porque hacen dura el agua, y esos tampoco son buenos para nosotros, si nos los tomamos nos causan cálculos en los riñones”, ejemplifica. Además, tener este tipo de información disponible permitiría a los agricultores tomar decisiones en cuanto al tipo de tecnología que pueden utilizar para desalar el agua. “Si supieras realmente qué te está causando la salinidad en el agua podrías determinar, por ejemplo, si no es cloruro de sodio sino sulfato, el sulfato precipita con un procedimiento más barato; eso te ayuda finalmente a ahorrar dinero o saber qué tipo de tecnología tienes que aplicar para lo que requieres”, subraya la investigadora. Para Marco Pérez, las soluciones están en la tecnificación del campo y el reúso de aguas tratadas, siendo esta última una alternativa que ya se aplica en cultivos no comestibles de Maneadero, como el de flor, pero para extenderse a cultivos de alimentos exige estándares de calidad más estrictos. El Programa Hídrico del Estado de Baja California Visión 2035, elaborado en 2016 y actualizado en 2018 por la Comisión Estatal del Agua (CEA), incluye entre sus estrategias “asegurar el suministro de agua en la agricultura” mediante acciones de modernización, regulación y obras de infraestructura, sin embargo, no se contempla el reúso de aguas. Día Mundial del Agua Este año, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) dejó clara la relevancia de las aguas subterráneas al afirmar que “la vida no sería posible sin ellas”, en el marco del Día Mundial del Agua, celebrado el 22 de marzo. La mayoría de las zonas áridas del planeta, añade la ONU, dependen por completo de este recurso, que suministra una gran proporción del agua que utilizamos para fines de consumo, saneamiento, producción de alimentos y procesos industriales. Por ello hace un llamado a protegerlas de la sobreexplotación y la contaminación, ya que estos problemas pueden provocar que el recurso se agote, se encarezca su tratamiento y regeneración e incluso que se paralice su uso.