Cuando la muerte tangible se volvió realidad increíble

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La pedagogía de la crueldad, en marcha desde hace siglos, enseña a habituarse a la muerte. Es por ello que ahora, con un evento social total como es la pandemia, cuesta creer en ella, de acuerdo con Rita Segato, una de las más importantes teóricas feministas de nuestros tiempos. En la charla virtual de clausura del ciclo de conversaciones Arte, Política y Contracultura. El Mundo Hoy, convocado por el Museo Universitario del Chopo, Segato aseguró que, a diferencia de las epidemias letales de otros tiempos, en esta no presenciamos la muerte. Sabemos de ella, por noticias, a través de pantallas y de manera bidimensional, pero no la vemos dado que el paciente está internado en un hospital y muere así, aislado. Antes, comentó, se podía ver a escasos metros a la gente retorcerse de dolor, cambiar de color, llenarse de manchas, y eso tenía consecuencias sociales que, ahora, Segato no ve que sucedan. “¿Cuál es la característica de la muerte pandémica de hoy? Que no creemos en ella. Sabemos que hay personas que se están muriendo, pero no lo creemos. Hay algo que nos impide creer en la muerte por Covid. Es rarísimo. La gente sigue en carnavales, con esta pulsión de multitud, la copresencia”, dijo durante la conferencia titulada Antropología, Feminismo y Descolonialidad, aún disponible, igual que todo el ciclo de charlas, en los canales de difusión del museo. “Y no creer en la muerte es no creer en la vida: la vida se volvió remota y la muerte se volvió increíble”, sentenció la profesora e investigadora formada en antropología y originaria de Argentina, quien prepara un libro sobre el tema. El mundo hoy Rita Segato conversó con Francisco Carballo, codirector del Centre for Postcolonial Studies de Goldsmiths College, University of London, y uno de los curadores del ciclo en el que participaron artistas, pensadores, académicos, activistas y políticos de 12 países para dialogar sobre el estado del mundo hoy, sobre los efectos colaterales de la pandemia, los retos del cambio climático, el auge de la extrema derecha, la persistencia del racismo, el significado y los riesgos de la virtualidad, la pérdida de legitimidad del capitalismo como forma de organización económica y los nuevos activismos, entre otros. Al preguntarle por su metodología como antropóloga social, consistente, según identificó Carballo, en la teorización basada en un trabajo empírico, a diferencia de otros colegas que van al campo sólo después de haberse cargado de “teorías por comprobar”, Segato se refirió a la relevancia del respeto hacia las comunidades de estudio y de la no imposición del trabajo etnográfico. “Lo fundamental de la formación de un antropólogo en la tradición de la antropología social es que la teoría te la dice el campo, no la lleva uno. La tarea es desenterrarla y ver cómo la gente tiene una teoría propia de su visión del mundo. Y eso he hecho. La antropología entró en una etapa de gran inseguridad epistémica como disciplina. Eso tiene que ver con que las personas se dieron cuenta que hablan por sí mismas, no necesitan un intermediario. Y cuando lo requieren, lo solicitan. Eso es lo que luego se llamó antropología por demanda”, apuntó Segato, autora del libro La guerra contra las mujeres. Imagen: poematrix