Por Fernando Guzmán Aguilar Al cortar el consumo crónico de alcohol, el bebedor padece delírium trémens porque la abstinencia causa una deficiencia de neurotransmisores inhibitorios y un exceso de neurotransmisores excitatorios en su cerebro. La doctora Gisel Cano Arrieta, médico psiquiatra y profesora de la Facultad de Medicina de la UNAM, da más detalles del síndrome de abstinencia en el paciente alcohólico. Habituado a una dosis de alcohol, cuando al paciente se le priva de la bebida de manera intempestiva, presenta una hiperliberación de dopamina en el sistema nervioso central. Asimismo, como los canales de cloro de las neuronas no registran el alcohol habitual, no sólo se libera dopamina sino también otro tipo de sustancias, como la noradrenalina, que causa un exceso de neurotransmisores excitatorios y una deficiencia de neurotransmisores inhibitorios. “El alcohol se pega a unos receptores que se encargan de provocar una inhibición; tiene que ver mucho con el neurotransmisor GABA, que es inhibitorio. De ahí que cuando lo cortas se viene la excitación”. Todo esta deficiencia y exceso de neurotransmisores causa delírium trémens, que se caracteriza principalmente por alucinaciones visuales, inquietud motriz y alteraciones en el ciclo del sueño. También va a tener alterado el ciclo circadiano: de noche, el paciente va a estar muy inquieto; de día, en completa somnolencia. Será incapaz de tener una atención o concentración fija. Y, en un extremo de una situación de abstinencia, “puede no reconocer a sus familiares”. Factores de riesgo para padecer delírium trémens son que el paciente sea un adulto mayor; que tenga deficiencias vitamínicas; que empiece a sufrir cierto deterioro cognitivo o un daño a nivel de corteza cerebral; que lleve muchos años bebiendo y ya tenga daños hepáticos y/o daño a nivel renal; que su consumo de alcohol sea muy elevado y con mucha frecuencia. Si en un síndrome de abstinencia no hay delírium trémens (alucinaciones), sino sólo ansiedad, inquietud psicomotriz, miedo e insomnio, y no se ha perdido la atención ni la concentración, “el tratamiento no tiene que ser con una sustitución alcohólica”. Lo indicado en estos casos es “dar un manejo de restitución de electrolitos”. Y una vez conocido el estado basal del organismo del paciente, se medica con fármacos de la familia de las benzodiacepinas, “que nos ayudan a seguir provocando esa inhibición para que no se nos hiperexcite el cerebro”. A través de episodios de desintoxicación alcohólica, con manejo hidroelectrolítico y farmacológico, este tratamiento busca que en el paciente los ciclos del sueño y del apetito se restablezcan y regrese todo a la normalidad.