Por Daniel Robles Es necesario terminar con el análisis y las definiciones simplistas que establecen que el suicidio es un acto individual que se deriva de un trastorno mental o de una depresión aguda, advirtió el académico de la Facultad de Psicología, Ricardo Trujillo Correa. Al dictar la conferencia Suicidio: mitos y realidades, el especialista destacó que no es un acto individual, ni el efecto de un desorden psicológico, sino que debe analizarse como parte de un entorno colectivo con historicidad e implicaciones éticas, políticas y sociales. No podemos ignorar, dijo, los contextos de violencia institucional que estamos viviendo y que emergen como el principal detonante de la crisis humanitaria, por lo que el suicidio no se puede reducir simplemente a un problema de depresión, o a la compleja personalidad del individuo en cuestión, ni a la falta de autoestima. Apuntó que históricamente, en la comunidad científica, se han escrito cientos de artículos en los que se ha insistido en que el suicidio viene de un trastorno psicológico individual y suele atribuirse al resultado de una psicopatología como la depresión, a una condición biológica, a la presencia de bajos niveles de serotonina, a una personalidad deficiente o a la baja autoestima. Sin embargo, señaló, en el ámbito de la salud han surgido voces disidentes que critican la tendencia a normalizar el suicidio como un fenómeno exclusivamente individual y han denunciado que este enfoque encubre otra forma de violencia de los profesionales de la salud y la violencia simbólica de los discursos en los medios de comunicación. “Cuando decimos que se suicidó porque estaba deprimido, estamos oscureciendo el contexto de la violencia; seguramente, la persona sufrió una serie de violencias que están invisibilizadas, que no aparecen, que no fueron asumidas. Por eso lo más sencillo es decir que estaba deprimida.” Indicó que no se debe perder de vista que México es uno de los países con mayor desigualdad socioeconómica en el mundo y el tercero de América, antes de Estados Unidos y Chile, por lo que se hace imprescindible adoptar perspectivas contextualizadas. Entonces, más que a las personas con factores de riesgo, es necesario atender los contextos donde se producen, como una forma más eficiente de disminuir la tasa de suicidio en poblaciones vulnerables. Trujillo Correa se pronunció a favor de una reflexión más amplia sobre la educación de los servicios de salud, tomando en consideración que, sin acceso a los apoyos sociales, aumentan los riesgos de continuar con el sufrimiento físico y emocional. Finalmente aseguró que nos encontramos ante un cambio de paradigma en la investigación en psicología clínica y de la salud. La investigación en suicidio requiere más que nunca otras metodologías y otra perspectiva en la que se pueda romper con el ciclo del experto que impone un saber, para que el conocimiento y las soluciones vengan de quien las vive, porque queda claro que la población en riesgo o los mismos sujetos que han intentado suicidarse nunca han tenido voz en el tema.