Un conocido economista indio, Raghuram Rajan, de los pocos que previeron la crisis financiera del 2008, escribió el libro, El Tercer Pilar, donde plantea que en el mundo actual tanto el Estado como los mercados dejaron de lado y olvidaron el tercer pilar del edificio social, la comunidad. El economista de la Universidad de Chicago revisa esta idea en clave moderna. Plantea que, en nuestras democracias liberales, particularmente en un contexto de acelerado cambio social y tecnológico, hay un desbalance entre los tres pilares del edificio social: mercado, Estado y comunidades. Si los dos primeros se han expandido fuertemente, las comunidades -clave en generar sentidos de pertenencia, confianza, cooperación y cohesión - se han ido desdibujando. El problema con este desbalance, dice Rajan, es que es fuente de desconfianza hacia la democracia representativa, sus instituciones y hacia el mercado y sus bondades. Este desasosiego es tierra fértil para la emergencia de populismos de izquierda o derecha como sucedió en México cuando triunfó López Obrador en la presidencia, y para los totalitarismos identitarios nacionalistas. Por eso, sostiene Rajan, es crucial reequilibrar la ecuación a través de lo que llama "localismo inclusivo". Se trata de "empoderar a las comunidades para dar a las personas mayor control sobre su futuro en el proceso de creación y distribución del poder económico y político". Las comunidades con sus relaciones, identidades y dinámica cohesiva son los espacios naturales de la vida humana, porque como decía Aristóteles somos animales sociales, políticos; no son obra o creación ni del Estado y sus políticas ni del mercado y sus reglas. Rajan plantea que la tecnología del computador y el celular no sustituye a las comunidades reales, que una economía sólida tiene como requisito fundamental generarle beneficios a la comunidad y que esta es un componente indispensable de una sociedad sana. Quien habla de comunidad habla también de los espacios funcionales y naturalmente delimitados donde esta se conforma, los territorios. Atender a las comunidades, abrirles o, mejor, recuperarles el reconocimiento y el papel que tuvieron en épocas anteriores es la tarea por realizar para que la sociedad contemporánea recupere su tercer pilar, cuyo desconocimiento la tiene hoy abocada a las amenazas de los populismos; la falta de certidumbres que esta situación genera es además un factor significativo en la actual epidemia de consumo de drogas que vive el mundo. La atención a las comunidades implica que en términos de políticas públicas estas deben tener una base, un sustento territorial que el cosmopolitismo de una globalización a raca mandaca dejó de lado, olvidando que los humanos somos hijos y constructores de territorios. Comunidades y territorios asociados son las únicas realidades que pueden generar el reconocimiento y los elementos de identidad que el mercado no produce y que el Estado sí hace, pero a un nivel normativo y no vivencial. La ausencia de reconocimiento y elementos de identidad ha llevado a un creciente apoyo ciudadano a populismos inspirados en un nacionalismo chato y estéril y en la afirmación de una falsa identidad, xenófoba y socialmente excluyente. El reconocimiento de la comunidad como el tercer pilar del edificio social lleva al replanteamiento que hoy la política democrática requiere con urgencia, no para restaurarla con espejo retrovisor sino a través de una estrategia de fuga hacia adelante para que jalone y no siga a remolque de los acontecimientos. Para que sea la hora de las comunidades. Rajan ofrece así una alternativa: repensar las relaciones entre mercados, Estado y comunidad para lograr un nuevo equilibrio entre esos tres pilares. Como se hizo a la salida de la Segunda Guerra Mundial. Sugiere políticas para reformar los mercados y el Estado para abrir nuevos espacios de poder y autogobierno a las comunidades locales. Esta es la gran novedad de sus propuestas. El antídoto para el populismo nacionalista es, para Rajan, la existencia de comunidades locales sanas y vibrantes, con un fuerte activismo civil que permita construir nacionalismos cívicos e inclusivos. En un México que lucha en este momento por establecer de una vez por todas su identidad económica, bien valdría la pena tomar la invitación de Rajan a reflexionar sobre cómo potenciar el tercer pilar, tan publicitado y tan olvidado por el gobierno actual.