Frontera norte y ciudadanía ante la encrucijada de la inseguridad

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Tijuana, Baja California, noviembre 29.- Existen algunos libros que, para entenderse del todo, para desdoblarse semánticamente, deben haberse experimentado, señala un comunicado del Colef. Agrega que esta cualidad se intensifica cuando se trata de libros que abordan temáticas cotidianas desde una perspectiva académica, como en este caso, la delincuencia, el crimen organizado, la seguridad pública. Crecer en el norte de México otorga una perspectiva única de los hechos, una más real y dolorosa que todo lo expresado en artículos y noticias. Frontera norte y ciudadanía ante la encrucijada de la inseguridad, coordinado por Arturo Zárate Ruiz y Socorro Arzaluz Solano, es uno de esos libros. El primero de sus capítulos, aborda un tema usualmente ignorado en otros estudios del tipo: la coproducción de la seguridad. Este capítulo funciona al mismo tiempo como estudio y como invitación a tomar iniciativa, pues propone que la coproducción de la seguridad pública debe ser lograda entre sociedad y estado, pero sin que se olvide que el deber principal le corresponde al estado. Así mismo, advierte contra los riesgos que conlleva la ventaja de la sociedad: linchamientos, anarquía y hasta cuadros militares que pongan en riesgo los pilares institucionales de la democracia. Más adelante, delimita y enfoca su campo de estudio al territorio tijuanense, y el rol de la sociedad civil frente a la inseguridad y delincuencia. Particularmente, se explica que la debilidad del estado frente a las fuerzas de la delincuencia, ha devenido en una sociedad civil igual de débil, incapaz de ejercer la presión debida sobre sus instituciones y de configurar sus intereses a nivel colectivo. Sin embargo, también se expone el extremo opuesto, cuando la respuesta civil es tan intensa que se convierte en algo como los grupos de autodefensa de los campesinos de Michoacán. El autor señala que Tijuana tiende a actitudes diferentes que los demás estados y municipios mexicanos. Esto es, sus dinámicas y maneras de distribuir la presión sobre las instituciones gubernamentales, y la organización colectiva (aunque a menudo de poca duración y esporádica) de sus ciudadanos para resolver por mano propia los crímenes. Por nuestra parte, cabe dar cuenta de las numerosas manifestaciones de esta última aseveración, proyectadas en noticieros y redes sociales. También se detiene en otras experiencias ciudadanas frente a la violencia. Por ejemplo, en el tercer capítulo toma el caso de las juventudes de Ciudad Juárez, y cómo pasaron de la vida de las pandillas y la delincuencia juvenil al arte urbano callejero. Aquí, los adolescentes que atraviesan situaciones traumáticas o intensas, como la muerte de un compañero, la paternidad y los problemas familiares, debido a su cercanía con esferas de arte callejero, acaban optando por este camino, que es más seguro y les acerca a la posibilidad de dejar atrás su marginalidad. Tal como se ha comentado, el libro toca ambos extremos de la balanza sociopolítica. Si algunos jóvenes son víctimas sistémicas del actual sistema de producción y de gestión gubernamental, otros son víctimas directas de las fuerzas de un supuesto orden estatal que atenta contra el pueblo. Aquí vuelve a recurrir a esa experiencia ciudadana para citar el lamentable caso de los tres estudiantes del TEC asesinados por militares. Asimismo, señala los casos de crímenes que, por ser menos atractivos para la prensa, no reciben una resonancia mediática que ayudaría a crear investigaciones, como el caso de las adolescentes desaparecidas en Monterrey, señalado en el mismo capítulo. Hacia el final del libro, en otro de los capítulos que analiza un caso reciente y particular, está la exploración del ambiente vivido por los migrantes deportados en la aislada localidad de Acuña, Chihuahua. Aquí, a través de las gráficas y estadísticas en múltiples formas, Socorro Arzaluz y Gabriela Mora desmenuzan el problema de seguridad nacional que representa la sobrepoblación de migrantes en esta ciudad, y la poca capacidad y disposición de recursos de las organizaciones sin fines de lucro que apoyan, en la medida de lo posible, a estas masas migratorias sin rumbo fijo, o que corren el riesgo de convertirse en mercancía humana para los distintos grupos delictivos. Considerando los ejemplos estudiados en todos los textos, y las reflexiones finales que ejerce el coordinador Arturo Zárate Ruiz insta a pasar a la acción directa. Y en este sentido, sus observaciones se completan con lo señalado al inicio, en que la responsabilidad por la seguridad pública recae primordialmente en el estado, y de existir alternativas ciudadanas como Protección Civil, organizaciones sin fines de lucro, o incluso grupos de autodefensa, nunca debe olvidar el gobierno que él debe estructurar y producir los esfuerzos básicos, de convertirse en un estado incluyente y no uno represivo y hostil hacia sus ciudadanos. El libro se encuentra disponible para su compra en formato impreso y descarga a través de: https://libreria.colef.mx/detalle.aspx?id=7797