Michel Olguín Lacunza / Francisco Medina El Mayo francés de 1968 tuvo gran influencia en los jóvenes mexicanos. Ambos países realizaron una serie de protestas para exigir, entre otras cuestiones, menor desigualdad social, económica, mayores libertades civiles, y en el caso de México, un cambio democrático. En entrevista, Sergio Zermeño y García-Granados, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, recordó que en 1968 cursaba su cuarto año de la carrera de Sociología en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. En aquellos días, circulaba un cuaderno rojo con la imagen de una joven cargada por otros estudiantes franceses en Saint-Germain, a la mitad del barrio latino, “contenía una gran cantidad de fotografías y Carlos Fuentes hizo un relato sobre los sucesos en el país europeo, aquello nos influenció bastante”. El académico universitario mencionó que en aquella época hubo una verdadera revuelta cultural dentro de la Universidad, “teníamos varios cineclubes donde se presentaba la nueva ola francesa e italiana”. Además, refirió que se cantaban canciones de Atahualpa Yupanqui, Pete Seeger y Joan Baez, y todo coincidió con el inicio del movimiento. “Era una efervescencia cultural maravillosa la que se sentía en Ciudad Universitaria, y en general, antes de 1968”. Señaló que en la Zona Rosa, unos meses antes, hubo una manifestación cultural que también formó parte del movimiento, a través de la coalición de los profesores de enseñanza, quienes buscaban libertades democráticas. José Luis Cuevas inició este movimiento al pintar, en una semana, un mural en una azotea de esta colonia, para demostrar que los murales son efímeros. “Quería librarnos, de una vez por todas, del muralismo mexicano que nos aplasta y quiere convertir a la Revolución Mexicana en un suceso eterno, que ya no queríamos”. Finalmente, Zermeño expresó que fue fantástico cómo Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis y Fernando Benítez respaldaron a Cuevas.