La nota roja mexicana, única en el mundo

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Ciudad de México, enero 14.- “No es este el momento de analizar la figura del desgraciado que se llamó Primitivo Ron y Salcedo, individuo que ansioso de celebridad, careciendo de apoyo en sus convicciones, solo y sin freno, realizó un atentado cuyo recuerdo aún estremece a todo mundo”, se podía leer en el primer párrafo de la portada del diario El Mercurio de Occidente, del día 17 de noviembre de 1889, en donde reportaban el asesinato de Primitivo Ron y Salcedo, quien atentó en contra de la vida del general Ramón Corona. Esta portada no solamente fue novedad en aquella época en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, sino que marcó el punto de partida para uno de los géneros más emblemáticos del periodismo gráfico en nuestro país: la nota roja, un registro del horror. Un género que lleva más de 100 años circulando en los diarios. La importancia del periodismo gráfico, o fotoperiodismo, está en “capturar la realidad. Desde la documentación de las fotos en los pueblos, hasta derivaciones conceptuales en el arte”, de acuerdo con las palabras emitidas por Alejandro Saldívar, fotoperiodista de la revista Proceso, durante la charla “Fotoperiodismo. Historia en imágenes”, de la serie Café Expreso, de la Coordinación de Humanidades de la UNAM. Hasta el 2020, según datos del Padrón Nacional de Medios Impresos, los diarios Metro, El Gráfico y ¡Pásala!, principales referentes actuales de la nota roja en la Ciudad de México (CDMX), reportaron un tiraje en conjunto de 655 mil 919 ejemplares. La mayoría de estos ejemplares cumplían con la misma característica: la foto de un cuerpo sin vida en la portada. Grandes plumas y lentes precisos han cubierto los acontecimientos que impactan a la metrópoli. Nombres como Luis Manuel “Virgo” Acevedo, fotorreportero que, durante más de 27 años ha cubierto esta fuente para distintos medios como La Prensa, El Universal, la agencia fotográfica Cuartoscuro y actualmente Canal 6, figuran en el gremio fotorreporteril del oficio de la nota roja. Un cambio constante Desde el lente de Manuel Acevedo, “ha sido abismal el cambio que ha habido en el manejo de la información acerca de cualquier suceso en donde hay violencia, donde hay sangre, donde hay dolor, donde hay muerte”. Y los reporteros han tenido que irse adaptando a estas nuevas formas de reportear. “Antes era muy común que dentro de nuestras notas manejáramos nombres, si los teníamos, de victimarios y de víctimas; placas de vehículos; dar a detalle qué tipo de cosas ocurrían, no importándonos si revictimizábamos a los involucrados, o de alguna manera también juzgábamos”. Esto ha cambiado totalmente con la implementación del Nuevo Sistema de Justicia Penal Acusatorio, además de otras leyes como la Ley Ingrid, “y para bien”, finaliza el reportero de Canal 6. La Ley Ingrid fue instaurada en febrero del 2021, derivada del feminicidio de Ingrid Escamilla, quien fue privada de la vida por su pareja sentimental, pero también fue víctima de un mal manejo de la información en los medios del país. A ella le arrebataron su dignidad como persona, incluso después de acaecida, pues se difundieron una serie de fotos denigrantes de su cuerpo ya sin vida. Ese trágico suceso dio pauta a la aprobación de la Ley Ingrid. En ella se prohibe la reproducción de imágenes, videos, fonograbaciones o cualquier evidencia sobre alguna escena del crimen para poder llevar un debido proceso, pero también para “combatir la violencia de género mediática”, de acuerdo con la ficha técnica de la Ley Ingrid. A partir de ahí, diarios como Metro, cambiaron las formas de reportear esta fuente. Sin embargo, aunque las leyes y las dinámicas de reportear la fuente cambien, los sentimientos que este género les despiertan a los reporteros se mantienen. A pesar de que cubre sucesos ligados a la muerte, al horror y a la tragedia, Manuel Acevedo no pierde la capacidad de asombro, “tú como persona no puedes perder esa capacidad de asombro, porque a la hora de hacer una nota, si tú como reportero llegas y te acongojas, y ves un hecho, y sientes la frustración, todo eso lo puedes captar.” Las emociones y sentimientos que los hechos periodísticos les despiertan en su interior pueden ayudar a enriquecer la narrativa y, posteriormente, publicar una historia más humana y más realista. Sin embargo, “hay notas que no se te olvidan nunca”, confiesa el reportero de nota roja de Canal 6. Además, el oficio de reportero de nota roja ha sido duramente criticado, “a nosotros muchas veces nos han dicho que somos insensibles. Alguien por ahí nos dijo que éramos aves de rapiña. Nos dicen que somos ese tipo de cosas; no lo somos. Somos seres humanos”, con tranquilidad expone Manuel Acevedo. La nota roja acarrea ciertos peligros y trabas que no permiten proceder de manera fluida en su quehacer reporteril, reconoce Manuel Acevedo. “En primera instancia: las autoridades. Porque para ellos sacar una nota roja son puntos en contra”, declara el fotorreportero, y prosigue con su denuncia, “por eso nos esconden tantos muertos. Por eso tratan de buscar mecanismos para que nosotros no nos enteremos y no lleguemos al lugar” Los fotorreporteros de nota roja no buscan otra cosa más que retratar la realidad y es justamente esto lo que la hace única en el mundo.

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La nota roja, única en el mundo Para Nelson Arteaga, doctor en sociología, experto en temas de violencia, e investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales México (FLACSO), la nota roja no es un agente que propaga los discursos de violencia, “la nota roja es una narrativa más sobre la violencia en el país. Y creo que es una de estas expresiones —como el cine, la música y la literatura— que permite la traducción y la construcción de narrativas”, eso es lo que la vuelve única en el mundo. “Toda sociedad tiene una relación particular con la violencia”, declara el doctor en sociología. En el caso de México, la nota roja representa este acercamiento a la violencia a través de un ejercicio de información. Sin embargo, todos los países tienen un acercamiento diferente. En Japón, por ejemplo, la manera de visibilizar la violencia es a través del manga, que es una novela gráfica traidicional del país asiático. Este tipo de literatura resulta ser violenta, sin embargo, es una forma de expresión. La violencia existe y permea en todas las sociedades, la diferencia es la manera en la que se expresa. “En México tenemos nuestra propia forma de hacerlo: las decapitaciones eran comunes en la revolución mexicana; las mutilaciones también lo eran. Y de alguna manera son códigos que emergen en momentos determinados del tiempo”, declara Nelson Arteaga. Para él, actualmente ver estas imágenes de cuerpos sin vida no es un retroceso, “más bien son formas de reactivar mecanismos de violencia específicos”. Asimismo, “en México hay una tradición muy fuerte y muy amplia de revistas que han colocado la muerte, la violencia y los desmembramientos como una forma particular de transmitir la violencia que hay en nuestra sociedad”. El trabajo que hacen los reporteros de nota roja no es otro más que informar lo que acontece, además de funcionar como archivo histórico. “Y tiene un consumo amplio porque a final de cuentas la violencia cristalizada en imágenes le dice algo al público”. Esos mensajes que la gente ve en la prensa, de cierta manera, están diseñados para que la sociedad sienta esa cercanía de lo que acontece en su contexto. “Lo que me parecería equivocado es que no hubiera este tipo de revistas, porque es como tratar de ocultar algo que está ahí”, remata Nelson haciendo hincapié en la importancia de la fuente. Para Nelson Arteaga, la nota roja no tiene un fin, al menos cercano, “al final, son revistas que no van a perecer”, pero sí van a ir cambiando su dinámica, como hasta ahora lo han hecho, gracias al terreno que ha ganado el internet y la implementación de nuevas leyes que regulan el manejo de la información. Imagen 1.- Sofía Ahumada precipitándose desde el segundo cuerpo de la torre de Catedral. El Imparcial (1 de junio de 1899). Fuente: “Visita centenaria a la prensa de la Ciudad de México” (2008) México: UNAM, p. 130. Imagen2.- La fiebre suicida. El Chisme (1 de junio de 1899). Fuente: “Visita centenaria a la prensa de la Ciudad de México” (2008) p. 99.