Nueva York, Estados Unidos, septiembre 16.- La falta de acceso a una enseñanza de calidad más los prolongados cierres de las escuelas durante la emergencia del COVID-19 hicieron más grave y evidente un problema que ya existía: el aprendizaje atraviesa una crisis en la que millones de niños carecen de competencias básicas en aritmética y alfabetización, destacó el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Como consecuencia de las medidas tomadas durante la pandemia, el aprendizaje cayó a niveles tan alarmantemente bajos en todo el mundo que sólo una tercera parte de los niños de diez años puede leer y comprender una historia escrita sencilla. Antes de la pandemia, la mitad de los niños podía hacerlo. El Banco Mundial, por su parte, estima que la proporción de niños de diez años de los países en desarrollo más pobres que no saben leer ni escribir se ha incrementado del 53% al 75%. Tras el inicio de la pandemia, más del 90% de los niños del mundo vieron interrumpido su aprendizaje, la mayor disrupción de los sistemas educativos en la historia. Para muchos estudiantes, sobre todo niñas y chicas jóvenes, esta interrupción puede volverse permanente, con las implicaciones que esto tiene para su futuro y para la economía de sus países: las proyecciones indican que esa generación perdería diez billones de dólares en ingresos durante su vida laboral. En el caso de muchos otros estudiantes que continuarían su educación, la exclusión, los programas de estudio y los métodos de aprendizaje obsoletos los dejarán mal preparados frente al cambiante mundo del trabajo, la crisis climática y la polarización política global. Una Cumbre para buscar soluciones Con el propósito de hacer frente a esta situación y elevar el tema a cima de la agenda política mundial, el Secretario General de la ONU António Guterres convocó una Cumbre sobre la Transformación de la Educación en el marco del segmento de alto nivel del debate de la Asamblea General de las Naciones Unidas, celebrado cada año en la sede de la Organización en Nueva York. Las actividades de dicho cónclave comienzan culminarán el lunes 19 con una plenaria en la que participarán numerosos jefes de Estado y de Gobierno, el Secretario General de la ONU y dirigentes de organismos internacionales, líderes mundiales del rubro educativo y sectores relacionados, y activistas de la educación. Para ilustrar la problemática educativa y la necesidad imperiosa de resolverla, UNICEF instaló el “Aula de crisis del aprendizaje”, un modelo de salón escolar que refleja la cantidad de niños y niñas que no consiguen asimilar una serie de competencias básicas. En el Aula de crisis del aprendizaje, una tercera parte de los pupitres son de madera y están listos para usarse con una mochila de UNICEF puesta en la silla que tienen detrás. Esta sección representa a los escolares de diez años que cumplen con el indicador de competencia mínima requerido en las pruebas de comprensión de lectura. Fabricados en un material transparente, los dos tercios restantes de los pupitres son casi invisibles para representar al 64% de los niños de diez años que no son capaces de leer ni entender una historia escrita sencilla. Invertir en la educación La directora ejecutiva de UNICEF, Catherine Russell, afirmó que las escuelas con recursos escasos, maestros mal pagados y poco calificados, aulas hacinadas y planes de estudio arcaicos socavan la capacidad de los pequeños para alcanzar su potencial. “La trayectoria de nuestros sistemas educativos es, por definición, la trayectoria de nuestro futuro. Tenemos que invertir la tendencia actual o enfrentarnos a las consecuencias que se derivarán de no haber educado a toda una generación. Los bajos niveles de aprendizaje de hoy suponen menos oportunidades en el futuro”, puntualizó Russell. En vísperas de la Cumbre, UNICEF instó a los gobiernos a comprometerse a brindar a todos los niños y niñas una educación de calidad por medio de nuevas acciones e inversiones para inscribir y retener a todos los pequeños en la escuela, aumentar el acceso a la recuperación y puesta al día tras los retrocesos debidos a la pandemia, apoyar a los maestros con herramientas y materiales didácticos, y garantizar que las escuelas sean seguras y propicias para el aprendizaje. América Latina en la Cumbre Conscientes de la necesidad y apremio por mejorar la educación, los países de América Latina y el Caribe han celebrado una serie de reuniones de preparación para su participación en la Cumbre, donde contribuirán al análisis tras haber llevado a cabo un proceso de consultas nacionales para la elaboración de un documento que presentarán como región, haciendo un llamado a la acción urgente. Entre otros planteamientos, los latinoamericanos y caribeños buscarán movilizar nuevos compromisos, expondrán las políticas que han probado funcionar y exhortarán a aprovechar las iniciativas y asociaciones existentes, algunas de ellas surgidas como respuesta a la pandemia. El lunes próximo, en la jornada de los líderes, los presidentes de Ecuador, Guillermo Lasso; de Costa Rica, Rodrigo Chaves Robles; de Paraguay, Mario Abdo; y la primera ministra de Barbados, Mia Amor Mottley, hablarán sobre la educación ecológica. Otros mandatarios de la región abordarán diferentes tópicos específicos de la educación. Niños, hambre y educación El Programa Mundial de Alimentos (PMA), por su parte, advirtió que una generación está en riesgo toda vez que casi la mitad de las personas que sufren hambre en el mundo son niños en edad escolar. El hambre tiene consecuencias devastadoras para la educación y la capacidad de los pequeños para recuperar el aprendizaje perdido durante el cierre de las escuelas debido al COVID-19. Según el PMA, la crisis alimentaria mundial habría dejado a 23 millones de menores de 18 años en una situación de inseguridad alimentaria aguda desde principios de 2022, lo que aumenta a 153 millones la cantidad de niños con hambre, casi la mitad de los 345 millones de personas que sufren ese flagelo en 82 países. La agencia de la ONU destacó el vínculo existente entre el hambre y la pérdida de oportunidades de aprendizaje, y aseveró que los programas de comidas escolares pueden ayudar a romperlo. Una de las peores decisiones “No invertir en programas de alimentación escolar es quizás una de las peores decisiones económicas posibles que pueden tomar los gobiernos y los donantes, especialmente ahora”, dijo Carmen Burbano, directora de la División de Programas Escolares del PMA. En este contexto, el PMA exhortó a la comunidad internacional a implementar un plan de acción ambicioso para restaurar las iniciativas alimentación escolar interrumpidas por la pandemia y ampliar su alcance a 73 millones de niños más. El costo de dicho plan sería de unos 5800 millones de dólares anuales y complementaría otras medidas para combatir el hambre infantil. El organismo afirmó que los programas de comidas escolares se encuentran entre las redes de seguridad social más grandes y efectivas para los estudiantes menores de edad puesto que no sólo mantienen a los niños -y sobre todo a las niñas-, en la escuela, sino que también ayudan a mejorar los resultados del aprendizaje proporcionando dietas mejores y más nutritivas, además de apoyar a las economías locales, crear empleos y medios de subsistencia en las comunidades y, en última instancia, ayudar a romper los vínculos entre el hambre, un sistema alimentario insostenible y la crisis del aprendizaje. más de 100 líderes han entregado una carta en la que piden a la Cumbre que destine recursos para hacer frente a la crisis mundial de la educación, y que se comprometa a tomar medidas audaces y a conseguir "la primera generación de la historia en la que todos los niños vayan a la escuela". En la carta, una serie de ex presidentes de gobierno, primeros ministros, ministros de asuntos exteriores y otros, como el ex presidente nigeriano Olusegun Obasanjo, la ex administradora del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Helen Clark, y el ex secretario general de la ONU Ban Ki-moon, dijeron a la Cumbre: "Estamos tan lejos de nuestro objetivo de lograr la educación universal para 2030 que, a menos que actuemos con rapidez y generosidad, nos retrasaremos aún más en nuestro compromiso del Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 de 'garantizar una educación de calidad inclusiva y equitativa y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos'". Los firmantes de la carta proponen "un pacto por la educación mundial entre los países en desarrollo y las economías desarrolladas para que proporcione la ayuda de donantes" que incluya, entre otras cosas: el aumento por parte de los países en desarrollo de sus presupuestos de educación hasta el 15-20% de su gasto público y el 4-6% de sus ingresos el apoyo de un aumento de la financiación sostenible para la educación a través de la reforma de los sistemas fiscales nacionales, junto con una acción internacional para reducir las lagunas fiscales y el flujo financiero ilícito el aumento de la ayuda internacional que proporcionan los bancos multilaterales de desarrollo para subir del 10% al 15% el apoyo a la educación, desbloqueando 15.000 millones de dólares adicionales en los próximos cinco años para 200 millones de niños