En la misma semana que se entrega el paquete económico del gobierno encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum, se publica la edición 2025 del Panorama de la Educación (Education at a Glance) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que se centra especialmente en la Educación Superior, pero que incluye importantes datos para la agenda educativa federal. De acuerdo con el análisis realizado, sobre la nota técnica de país, se destacan cinco elementos: financiamiento en términos de inversión por estudiante, carga económica para las familias, transición demográfica con muy baja cobertura de educación inicial, rezago en la universalización de la educación media superior y desajuste educación-empleo con alta inactividad juvenil y aprendizajes. Inversión por estudiante: La inversión en educación, considerando tanto al gobierno como a las familias, continúa a la baja en México: pasó de representar el 4.6% del PIB en 2018 al 4.3% en 2022. De los 41 países que están en la OCDE, México ocupa la posición 24 con relación al porcentaje del PIB invertido en educación (rango de 2.5% en Rumania a 6.9% en Sudáfrica; promedio OCDE 4.7%). Sin embargo, su posición cambia a la 40 cuando se considera el monto de inversión por estudiante, pues México invierte solo USD 4,066 por cada alumno, por debajo de Rumania (USD 7,221) y muy lejos de Luxemburgo, que con 3.3% del PIB alcanza USD 31,439 por estudiante. El porcentaje del PIB puede resultar engañoso; lo verdaderamente decisivo para garantizar que todas y todos estén, aprendan y participen en la escuela es cuánto se invierte por estudiante y que esa inversión crezca de manera sostenida. Carga económica para las familias: Además de la baja inversión por estudiante, el financiamiento recae desproporcionadamente en los hogares. En educación básica y media superior, las familias cubren 16.2% del gasto educativo, frente al 9.9% promedio OCDE en los niveles de primaria y secundaria. Esto lo convierte en el segundo país con mayor proporción de carga financiera para las familias. Este esquema es regresivo y limita el derecho a aprender. Por ello, Mexicanos Primero recomienda que las becas se focalicen, con evidencia y en estudiantes pertenecientes a familias en situaciones de más alta marginación, para así, brindar equidad en la reducción del gasto de bolsillo y ampliar efectivamente oportunidades para estar, aprender y participar en la escuela. Cobertura en educación inicial: En México, la población de 0 a 4 años disminuyó 9% entre 2013 y 2023 y se espera una reducción del 10% entre 2023 y 2033, lo que implica nuevos retos para la organización escolar. Además, la cobertura en educación inicial es muy baja: menos del 5% de los niños de 0 a 2 años están matriculados, frente a tasas superiores al 60% en países como Corea, Luxemburgo, Países Bajos y Noruega. Rezago en la universalización de la educación media superior: En México, los avances educativos conviven con rezagos significativos. La proporción de jóvenes de 25 a 34 años sin educación media superior pasó de 49% en 2019 a 41% en 2024. A pesar de la mejora, sigue siendo la cifra más alta entre los países de la OCDE, muy por encima del promedio de 13% y en contraste con Corea, donde solo 1% de los jóvenes no alcanza este nivel. El vínculo entre educación y empleo muestra un patrón distinto al observado en la OCDE. Mientras que en la mayoría de los países un mayor nivel educativo reduce el desempleo, en México ocurre lo contrario. Entre los jóvenes de 25 a 34 años, 2.7% de quienes no concluyeron la secundaria están desempleados, frente a 3.6% que sí la concluyeron y lo más grave es que 4.3% de estudiantes que sí cuentan con estudios superiores, no tienen empleo. Este comportamiento refleja una paradoja en el sistema educativo y laboral mexicano, donde más escolaridad no se traduce en mejores oportunidades de empleo.