Por Fernando Guzmán Aguilar Mantener una salud cerebral óptima constituye la esperanza de retrasar la aparición de demencias en los adultos mayores e incluso mejorar la calidad de vida si ya se padece la enfermedad de Alzheimer. El doctor Alberto José Mimenza Alvarado, de la Clínica de Trastornos de Memoria del Departamento de Geriatría del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán y profesor titular del Curso de Alta Especialidad “Neurología Geriátrica”, INCMNSZ-UNAM, agrega: Recientemente la Organización Mundial de la Salud reportó que, entre las 10 primeras causas de muerte en el mundo, figura como séptima la enfermedad de Alzheimer. De todas las demencias, la más frecuente es la enfermedad de Alzheimer, con el 60% de los casos; la segunda más frecuente es causada por un evento vascular cerebral; y la tercera es una combinación de las dos primeras. Otras demencias menos frecuentes, pero más complejas son la demencia frontotemporal y la demencia por cuerpos de Lewy. Según estudios epidemiológicos, en México hay entre 800 mil y un millón de casos de demencias, y también la más frecuente es la enfermedad de Alzheimer. En nuestro país, dentro de 20 a 30 años la población mayor de 60 años (la más afectada por las demencias) se incrementará. Actualmente hay aproximadamente 14 millones de adultos mayores. Para el año 2030, podría duplicarse esta cifra y para 2050, llegar a los 40 millones. En consecuencia, las personas afectadas por las demencias podrían aumentar hasta tres veces en México. Los olvidos, etapa previa Sólo un pequeño porcentaje de las personas desarrolla una demencia de manera súbita —dice Mimenza Alvarado, neurólogo y neurofisiólogo con posgrado en enfermedad vascular cerebral—. La mayoría pasa por una etapa previa llamada deterioro cognitivo menor o leve. Son personas que empiezan a referir olvidos de sus objetos de manera cotidiana, por ejemplo, pérdida de las llaves, de los lentes, etc. Otros signos de alerta son la pérdida de memoria a corto plazo (dificultad para recordar hechos recientes), repetición de conversaciones y problemas de lenguaje, tales como nombrar algunos objetos. Si alguien en casa presenta esos síntomas, es importante acudir al médico, quien mediante algunas evaluaciones podrá determinar si los olvidos representan algo anormal. En específico, la enfermedad de Alzheimer puede presentarse de dos formas. Una de ellas tiene un componente hereditario y ocurre en pacientes menores de 55 años de edad, por lo que se dice que es de inicio temprano; esta forma representa entre 1% y 2% de todos los casos. La otra variante de la enfermedad, esporádica y tardía, se inicia entre los 60 y 65 años y es la más frecuente: representa entre 96% y 98% de todos los casos. Debido a que las mujeres tienen una expectativa de vida mayor, corren más riesgo de presentar algún tipo de demencia. Por ello, existe una mayor afectación al género femenino que al masculino. Control de factores de riesgo: ¿qué hacer para tener una salud cerebral óptima? En etapas intermedias de la vida, entre los 40 y 60 años de edad, el control estricto de la hipertensión, la diabetes, el colesterol y el peso, así como evitar el consumo de tabaco y alcohol y realizar actividad física tienen un impacto benéfico en la salud cerebral, apunta Mimenza Alvarado, especialista también en medicina interna. Hoy se sabe que el 40% de los casos de alzhéimer y demencias se podrían prevenir con la vigilancia y el control de dichos factores de riesgo cardiovascular. Asimismo, controlarlos en quienes ya padecen alguna demencia ayuda a retrasar su progresión a un deterioro cognitivo moderado y severo. En pacientes que ya tienen un problema en el funcionamiento de su memoria, además de comorbilidades como diabetes o hipertensión, se establece un plan de tratamiento médico. Estudios clínicos publicados en revistas médicas importantes han demostrado que el control de estos factores reduce el riesgo de padecer esta demencia. Se han intentado establecer planes estratégicos para la detección o el diagnóstico de las demencias. Desafortunadamente, aún no logran permear en la sociedad civil, pues se considera que si “tiene 75 años, es normal que se le olvide”. Es un prejuicio que debemos eliminar, y es fundamental entonces que la persona acuda a una evaluación cognitiva para determinar si los olvidos en verdad son esperados para su edad y su escolaridad, entre otras variables. Antes de decidir usar fármacos para tratar de mantener la función de la memoria, es conveniente controlar los factores de riesgo y, en la medida de lo posible, el estilo de vida. El plan de tratamiento debería ser multimodal e incluir actividad física, un programa de estimulación cognitiva y un cambio a un estilo de vida más saludable, para que estos pacientes desarrollen o conserven habilidades que aún no se han afectado en el proceso de alteración cognitiva. El mal de Alzheimer es una de las patologías más costosas, por los tratamientos médicos (en especial si incluyen un programa de estimulación cognitiva) y por los cuidados que requiere el paciente en la etapa final de la enfermedad, cuando se pierde la independencia para las actividades de la vida diaria. Ocuparse, más que preocuparse El curso de un paciente con enfermedad de Alzheimer podría generar excesiva preocupación en los familiares. Sin embargo, señala el doctor Mimenza Alvarado, lo más importante para prevenir este trastorno es tener un estilo de vida saludable, así como vigilar y controlar los factores de riesgo cardiovascular. Aunque dentro de 30 años podrían triplicarse los casos de demencias en México, se tiene la esperanza de reducir ese número, a través de la detección temprana, el control de los factores de riesgo y la generación de conciencia en los pacientes y sus familias sobre el hecho de que envejecer —subraya— no necesariamente implica que uno va a padecer demencia.