Por Patricia López El buque de la UNAM Justo Sierra está listo para hacer mapeos del fondo marino. Ya cuenta con equipo y personal especializados para formar parte de un proyecto internacional que pretende hacer una cartografía de los mares y océanos del planeta. El otro navío de la Universidad, El Puma, se espera que esté actualizado para tal misión entre 2022 y 2023. Los dos buques cuentan con sistemas hidroacústicos multihaz, que abren la oportunidad de contribuir a los objetivos de la Década Internacional de las Ciencias del Océano para el Desarrollo Sostenible 2021-2030 de la Unesco y la posibilidad de intercambiar datos y observaciones con las comunidades nacional e internacional. Por tal motivo, técnicos académicos de esta casa de estudios y personal de las tripulaciones de ambos navíos participaron en el curso sobre la Operación de los Sistemas Hidroacústicos de los Buques Oceanográficos, que impartió la empresa Kongsberg Maritime de México. La parte teórica fue en línea, mientras que la práctica se realizó a bordo del Justo Sierra, navegando cinco días en el Golfo de México, en donde intervinieron técnicos y tripulación. De acuerdo con Ligia Pérez Cruz, titular de la Coordinación de Plataformas Oceanográficas (COPO) de la Universidad e investigadora del Instituto de Geofísica, estando en alta mar nueve técnicos efectuaron la adquisición de datos de batimetría, frente a las costas de Veracruz, a una profundidad de entre mil y tres mil metros, y obtuvieron la cartografía del área. Actualmente el Justo Sierra cuenta con sistemas hidroacústicos que le permiten hacer levantamientos batimétricos de alta resolución, y elaborar mapas con gran detalle después de lanzar hasta 140 haces acústicos. Estos sistemas fueron adquiridos e instalados en 2017 y 2018, financiados por la UNAM y el proyecto Sener-Conacyt. A su vez, el buque oceanográfico El Puma cuenta con sistemas multihaz y se tiene el plan de ampliar sus capacidades instrumentales a partir de 2022. En este contexto, refirió que actualmente se conoce menos de 20 por ciento de los fondos oceánicos del mundo. “Hay un esfuerzo muy importante de la Unesco para hacer la cartografía del mundo, y están participando decenas de países para lograrlo”. Es como poner una pieza en el rompecabezas del piso oceánico, haciendo cada país un mapeo local, y esperemos que se logre para 2030. ¿De qué se trata? La investigadora explicó: “Un levantamiento batimétrico es la adquisición de datos de la profundidad oceánica referida al nivel del mar; lo que se conoce como batimetría, y, para ello, se usa una serie de instrumentos y equipos que permiten conocer la profundidad a través de la transmisión de pulsos acústicos, los cuales cuando llegan al fondo oceánico rebotan y el equipo mide el tiempo de ida y vuelta de la señal, lo que posibilita conocer la profundidad del fondo marino en ese punto”. El conocimiento detallado del relieve, morfología y características del fondo marino proporciona un marco local y regional para las investigaciones sobre recursos pesqueros, energía, exploración y protección ambiental. Uso de la cartografía Pérez Cruz comentó que el uso de la cartografía en las investigaciones científicas es de relevancia para el conocimiento de los rasgos asociados con la dinámica geológica (tectónica de placas, cañones submarinos y transporte, entre otros), patrones de sedimentación y su relación con el cambio climático y modelado numérico de la circulación oceánica. Asimismo, dinámica del fondo marino, mapeo de hábitats y comunidades bentónicas como los sistemas de chimeneas hidrotermales y búsqueda de pecios como parte del patrimonio cultural sumergido. “Además de la importancia científica de la cartografía, el hecho de que haya levantamientos, fisuras y grandes profundidades en el piso marino está vinculado con la circulación oceánica y es útil para examinar las pesquerías, los sedimentos, para la industria petrolera y para la reconstrucción de rutas de navegación, así como las estructuras de las cuencas oceánicas”, detalló la experta. Los estudios de batimetría de alta resolución requieren de infraestructura a bordo, capacidades de cómputo y software especializado para procesado y modelado de los datos, sistemas de almacenamiento digital, así como despliegue y visualización. Se necesita contar con sistemas de posicionamiento, instrumental de sistemas hidroacústicos y, sobre todo, personal técnico con conocimientos y experiencia. Esto muestra la importancia del curso de la COPO-CIC y los retos que conlleva en los conocimientos teóricos y la campaña de operación de los equipos y de adquisición de datos. Si bien la geografía terrestre, como el contorno de continentes, islas y cadenas montañosas se conoce desde mediados del siglo XIX, la configuración del fondo marino se desconoce porque no se disponía de tecnologías capaces de medir con precisión las profundidades del mar. En la década que inició en 1840, por interés científico y comercial, se impulsó el desarrollo de las investigaciones marinas y se registraron grandes progresos en la tecnología de las mediciones de profundidad en los océanos, por medio de métodos de sondeo puntual de línea y plomada. Posteriormente, vinieron los primeros métodos acústicos desarrollados a principios del siglo XX. La tecnología de línea y plomada fue capaz de descubrir la mayoría de los grandes rasgos del fondo marino.