El INEGI dio a conocer las cifras de Producto Interno Bruto de los estados de la República correspondientes al cierre del 2023 y en los números presentados destaca que en el caso de Baja California las cifras de 2019 al 2022 fueron revisadas a la baja, en tanto que la del nuevo periodo informado es preliminar con 3.5 por ciento. En cuanto los datos revisados en 2019 la economía pasó de 2.1 a 1.7 por ciento; en 2020 la caída pasó de -7.1 a -6.1 por ciento; en 2021 bajó de 8.2 a 6.7 por ciento y en 2022 disminuyó de 3.1 a 2.6 por ciento y en cuanto al dato del 2023 se espera que también sea revisado a la baja una vez que se tenga la información completa que en lo general mantiene el estancamiento económico que señaló el Banco de México en su reporte de economías regionales. Pero más allá del crecimiento o no del Producto Interno Bruto que ya salió a cantar Marina del Pilar, cabe recordar que el PIB mide el valor monetario de los bienes y servicios producidos en un año determinado y no proporciona una imagen completa de la riqueza de un país, o qué tan sostenible será esa riqueza a largo plazo, en pocas palabras, no mide el desarrollo. El desarrollo incluye el bienestar de las personas y este no está necesariamente relacionado con el PIB que documenta crecimiento económico. Véase de esta manera muy simple: Crecimiento es cuando el tendero de la esquina vendió más productos y desarrollo es que los empleados se vean beneficiados. Habrá entonces crecimiento y desarrollo, pero si no se reflejó en los trabajadores y por ende en su calidad de vida, no hubo desarrollo. Así, aplicado a Baja California, hay crecimiento pero no desarrollo, como sucedió cuando se dio la combinación hasta antes de la Gran Recesión mundial, de la cual el Estado no ha logrado levantarse a pesar de los años que han transcurrido.