Estrés hídrico un pendiente que urge se atienda en Baja California

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Baja California padece estrés hídrico debido a que la disponibilidad de agua del Río Colorado, la principal fuente de suministro del líquido de la entidad, es menor a la demanda de los municipios. Si bien por ahora Baja California es una de las entidades que no registran sequía de acuerdo con el Servicio Meteorológico Nacional, investigadores advierten, en cambio, la presencia de estrés hídrico en la entidad por una demanda que supera la disponibilidad de agua, misma que se había advertido desde hace casi dos décadas, Guadalupe Osuna Millán, esto antes de llegara a ser gobernador de Baja California. En este sentido el Colef difundió en su portal que: Existe una crisis general de agua en Baja California, pero también es una situación que comparte el norte de México, y el problema existe desde 1999, como parte de una sequía prolongada. El investigador Alfonso Cortez Lara, adscrito al Departamento de Estudios Urbanos y del Medio Ambiente, de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef), remarcó que las afectaciones ya pueden verse en la región. Refirió que habrá un decrecimiento en la entrega de metros cúbicos de agua (por parte de Estados Unidos); una posible ausencia de 128 millones de metros cúbicos para el año siguiente. Frente a la crisis, el doctor aboga por una serie de propuestas que van desde lo institucional hasta lo civil. En cuanto a la primera instancia, trae a colación la ley sobre el uso de aguas que se está gestando a nivel nacional. En ese tenor, resalta el potencial de Tijuana como una ciudad que podría aprovechar el uso de aguas residuales, pues de las actuales disponibles, solo se trata y utiliza alrededor del 6 por ciento, lo cual podría suponer un alivio al estrés hídrico. En la instancia social, el especialista menciona la necesidad de una campaña de concientización intensa y efectiva sobre el uso civil de las aguas, pues existe una nula cultura del ahorro y habría que explicar, a la población, el trabajo que requiere la simple apertura de un grifo en los hogares. A modo de comentario final, el académico resaltó la necesidad de valerse de los aspectos técnico-diplomáticos de acuerdos entre México y Estados Unidos (como el Acta 319) para crear estrategias de ahorro, almacenaje y distribución de las aguas superficiales de las que se dispone en la región, así como de las fuentes subterráneas.

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La situación se presenta justo cuando la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) acordó reducción a las dotaciones de agua desde 2022 cuando se disminuyó la entrega de 62 millones de metros cúbicos, al año siguiente alcanzó los 128 millones de metros cúbicos y de 99 millones de metros cúbicos en 2024. Más allá del escenario estatal México ocupó en 2020 el lugar número 139 en estrés hídrico con una cifra de 44.8%. Dicho estrés hídrico es causado, principalmente, por el crecimiento demográfico, el cambio climático, el uso agrícola, la contaminación del agua, la sobreexplotación de acuíferos y las deficiencias en la gestión del agua. En México, el principal grupo consumidor de agua es el sector agropecuario, que consume el 76% del agua disponible; el abastecimiento público ocupa el segundo lugar con el 14%. Por otro lado, el crecimiento de la población tiene un impacto directo en el estrés hídrico debido al aumento de personas a las cuales se les debe abastecer dicho recurso, así como el incremento en el uso de agua en otras industrias. Por otro lado, el cambio climático tiene un impacto que hemos presenciado en los últimos años, ya que en México las sequías en los municipios se observan por periodos más prolongados y en intensidades más severas. En el último reporte realizado por el Monitor de Sequía en México, en la primera quincena de marzo de 2024 se registraron 163 municipios con una intensidad de sequía extraordinaria. Dicha cifra presentó un aumento alarmante en comparación con el reporte realizado en la primera quincena de 2016, en donde ningún municipio se encontró en dicho nivel. Por lo anterior, es relevante que tanto el sector público como el privado hagan inversiones para mejorar la eficiencia del agua y así minimizar los riesgos que la falta de dicho recurso vital pueda causar. La falta de agua puede tener impacto en la operación de las empresas y el sector agropecuario, lo que conlleva riesgos en la seguridad alimentaria, y además significa un menor porcentaje de la población con acceso a este recurso, que es una necesidad humana.