Impuesto sobre Servicios de Hospedaje debe destinarse a algo más que publicidad

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Ensenada, Baja California, diciembre 21.- El uso del Impuesto sobre Servicios de Hospedaje debe replantearse para responder al turismo actual y a la presión que ejerce sobre las ciudades, afirmó Andrés Martínez Bremer, empresario del sector turístico. Señaló que un destino puede concentrar esfuerzos en promoción y aun así perder al visitante en el primer contacto real, cuando enfrenta filas, señalización confusa, vialidades en mal estado, problemas de movilidad, conectividad limitada, inseguridad percibida o servicios saturados. En ese contexto, dijo, el visitante evalúa y decide si recomienda o no regresa. Indicó que esta realidad obliga a revisar la idea de que el Impuesto sobre Servicios de Hospedaje debe destinarse únicamente a publicidad. Más allá del monto, sostuvo, lo relevante es que el recurso cumpla su propósito y responda a la forma en que hoy se construye la experiencia turística. Explicó que el impuesto lo paga el visitante solo cuando pernocta, ya sea en hoteles o en plataformas de alojamiento. Recordó que el gravamen inició con una tasa de 3 por ciento y en la administración anterior aumentó a 5 por ciento, con una recaudación estatal cercana a 400 millones de pesos anuales. Subrayó que esta cifra dimensiona el alcance del instrumento y quién lo sostiene: quien se queda y utiliza el destino como un hogar temporal. Bajo ese enfoque, agregó, el visitante hace uso de servicios urbanos como banquetas, alumbrado, limpieza, movilidad, información, seguridad y espacio público. Planteó que el turismo genera consumo, pero también presión sobre la ciudad, por lo que destinar el impuesto casi exclusivamente a promoción tradicional responde a un modelo que prioriza atraer antes de resolver. En el contexto actual, afirmó, la reputación del destino se define en tiempo real. Expuso que la evaluación del visitante se refleja en publicaciones, calificaciones y recomendaciones, mientras que una campaña tiene una duración limitada. En contraste, dijo, una mejora en infraestructura y operación tiene efectos sostenidos, y la promoción puede realizarse con mayor eficiencia mediante tecnología, segmentación y medición. Sostuvo que la infraestructura turística también comunica a través de la experiencia: señalización clara, movilidad funcional, limpieza, imagen urbana, iluminación, accesibilidad, conectividad en puntos estratégicos y mantenimiento constante. Estas acciones, afirmó, reducen fricciones y elevan la satisfacción. Añadió que la medición actual del turismo no se limita al número de llegadas, sino a la duración de la estadía, el gasto, la probabilidad de retorno y la recomendación. Invertir el impuesto en experiencia, infraestructura, operación y mantenimiento impacta estos indicadores y evita amplificar malas experiencias. Indicó que el residente también debe percibir los efectos del turismo. La infraestructura vinculada a la actividad turística es infraestructura compartida y, cuando se gestiona de manera adecuada, mejora tanto la visita como la vida cotidiana de quienes habitan el destino. Concluyó que el debate no debe plantearse como promoción contra infraestructura, sino como un modelo mixto que combine promoción basada en datos, inversión estratégica, operación y mantenimiento, calidad del servicio, sostenibilidad y resiliencia, con reglas claras, transparencia y un tablero público de resultados sobre recaudación, inversión y mejoras.