Londres, Inflaterra,mayo 26 (Financial Times).- Poco después de que la nueva Presidenta de México se ponga la banda presidencial en octubre, ella (porque probablemente será una mujer) tendrá que lidiar con una cuestión que lo abarca todo: cómo pagar sus planes. Los dos principales candidatos, la ex científica climática Claudia Sheinbaum y la empresaria hecha a sí misma Xóchitl Gálvez, han dicho que no creen que sean necesarios aumentos de impuestos. Sin embargo, el ganador -y las encuestas muestran que Sheinbaum, del partido gobernante, tiene una cómoda ventaja- tendrá que afrontar la reducción del mayor déficit presupuestario desde la década de 1980, después de que el actual presidente Andrés Manuel López Obrador abandonara la austeridad y se lanzara a gastar desenfrenadamente. La lista de asuntos económicos pendientes también incluirá dar la vuelta a la petrolera más endeudada del mundo y convertir el interés de los inversores en proyectos concretos. Todo ello mientras se aborda una delicada revisión del acuerdo comercial de México con EE.UU. y Canadá, que se ha convertido en un importante motor económico para el país. Después de años de austeridad, López Obrador, un nacionalista e izquierdista, ha intensificado los programas sociales y sus proyectos de infraestructura emblemáticos, incluidas líneas de tren y una refinería de petróleo. Las cifras publicadas el jueves mostraron un débil crecimiento en el primer trimestre y una desaceleración de la actividad en marzo con una inflación acelerándose. Alcanzar el objetivo de déficit del 3 por ciento del PIB para el próximo año requerirá recortes equivalentes a casi el 3 por ciento del PIB o nuevos ingresos. Alrededor de un tercio de esa cantidad puede provenir de la finalización de grandes proyectos, dicen los expertos, pero el resto no está claro. Sheinbaum y Gálvez han prometido ampliar los programas sociales: el primero prometió 150 nuevas escuelas y el segundo sugirió que el gobierno debería pagar los servicios de salud privados. La agencia calificadora Moody's dijo este mes que abordar la necesidad de efectivo de Pemex era crucial para las perspectivas fiscales soberanas. La compañía tiene una fuerza laboral inflada, un mal gobierno y un historial de seguridad y los analistas dicen que no tiene el capital o la experiencia para explotar plenamente los campos petroleros restantes de México. López Obrador detuvo fuertes aumentos de su deuda, pero la producción de petróleo está en mínimos históricos y su objetivo de “soberanía energética” ha costado miles de millones. "México debería ser un factor de apalancamiento en el crecimiento de Estados Unidos, porque tiene una fuerza laboral más barata", dijo Graham Stock, estratega soberano de mercados emergentes de RBC Bluebay. "No está aprovechando esa oportunidad debido a la baja productividad y los cuellos de botella en la infraestructura". Màqs informaciòn en https://www.ft.com/content/6b0450a0-29aa-4388-8931-d3d9486970d4