Nueva York, Estados Unidos, mayo 11.- La “huella espacial del transporte” se define como un indicador en m² que representa la superficie destinada a los transportes en la ciudad. Representa el espacio consumido por los diferentes sistemas de transporte, su infraestructura (carreteras, estacionamientos, aceras, ciclovías, etc.) y su impacto económico y ambiental. Medir el espacio utilizado por el transporte adquiere un significado más concreto cuando se consideran los impactos económicos y ambientales involucrados en la huella espacial. Para evaluarla, se pueden construir dos indicadores en términos económicos y ambientales y así ilustrar los diferentes impactos que abarca el concepto de huella espacial. La valoración económica es el cálculo del espacio destinado a los transportes y su relación con el valor inmobiliario del suelo, lo que resulta en el valor monetario de la huella espacial del transporte. La huella ecológica del transporte relaciona el espacio destinado a la movilidad con las áreas verdes necesarias para capturar las emisiones de CO2 producidas por el transporte. ¿Qué resultados arrojan estos indicadores? En primer lugar, la huella espacial apunta a una de las principales causas de la congestión vial y, por lo tanto, ofrece un fuerte argumento a favor del transporte eficiente en el espacio, como los modos activos de transporte, el transporte público y las soluciones de movilidad colaborativa. La contaminación del aire y la congestión de las carreteras son los principales inconvenientes de los sistemas de transporte basados en automóviles. Si la contaminación se puede mitigar gracias a combustibles más limpios, abordar la congestión puede implicar cambios más estructurantes. La creciente automovilización se está comiendo el espacio en nuestras ciudades. Por ello es necesario reducir su huella espacial y dar preferencia a la Movilidad Sostenible. La construcción de nuevas carreteras para responder a la creciente necesidad de tráfico de automóviles es a menudo el primer paso de un ciclo de dependencia del auto particular. Además, la ampliación de la red de carreteras crea distancias de viaje más largas y estigmatiza los modos de transporte que compiten con los automóviles. Esto promueve la suburbanización y la expansión, lo que a su vez crea más tráfico de automóviles.