*****Cifra de ocupados con hasta 2 salarios mínimos alcanza niveles escalofriantes en el sector formal nos presentan a dos Baja Californias: la que ven desde el gobierno y la de los ciudadanos *****A pesar de ello el Estado presume que “es líder nacional de empleo” cuando los informales representan el 67% de los ocupados formales y con más de 600 mil registran récord *****La pérdida de más de 71 mil empleos en 2020 junto con la generación de empleo basura han hecho que los hogares sean más dependientes de las remesas, que trabajen los dos jefes de familia o que tengan dos empleos, mientras luchan contra una inflación implacable y se preparan en Mexicali para encarar el verano Por Luis Levar En ninguna época en la historia de Baja California se puede decir que la Ley de la Miseria haya sido tan fomentada por un gobierno, como está sucediendo actualmente con Jaime Bonilla, con quien en enero de este año se rompió el récord de ocupados de 1 y 2 Salarios Mínimos (SM) al colocar la cifra en 418 mil 273 trabajadores, esto de acuerdo con las cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social, que miden el empleo formal. Datos escalofriantes, los difundidos por el IMSS, los cuales indican que el 45 por ciento de los trabajadores se encuentran en ese rango salarial, mientras que apenas el 13 por ciento de los trabajadores adscritos al Instituto tienen ingresos de más de cinco SM. Más brutal es que mientras en el IMSS están registrado casi 934 trabajadores (933,958), por fuera, en el sector informal se registra otro récord de ocupados con 625 mil 293, que proporcionalmente representa en 67 por ciento de los adscritos al IMSS. Ya en días pasados Rubén Roa había tratado de descalificar las cifras del INEGI que documentaron una pérdida de más de 71 mil empleos el año pasado, alegando que “son estimados”, o sea que no está enterado de que se trata de una encuesta. Por otra parte, si bien la cifra de registrados al IMSS con más de 5 SM había bajado, con Bonilla entró en picada para colocarse ligeramente por debajo en los niveles que tenía en el 2004, es decir, hace casi dos décadas. En términos humanos lo anterior significa sufrimiento y degradación para una población que durante muchos años gozó de los mejores niveles de calidad de vida a nivel nacional y que hoy tiene al 40 por ciento de los hogares con ambos jefes trabajando e incluso alguno de ellos con dos empleos (460 mil); a un tercio de los hogares que vive de las remesas que les envían desde Estados Unidos y a más 600 mil trabajadores en la informalidad. Súmese esto a los costos económicos de la pandemia, que aún no terminan de contabilizarse, mientras luchan contra una inflación implacable y se preparan, en el caso de Mexicali, para encarar el verano con las abusivas tarifas de energía eléctrica, mismas que se han colocado en los niveles más altos de los últimos cuatro años. Estas son las dos Baja Californias: la que enfrentan los ciudadanos cotidianamente y la que Bonilla y su gente quiere dibujar ante las elecciones de junio.