Por Alexandra Mendoza San Diego, California, marzo 21 (San Diego Union-Tribune).- Este domingo se cumple un año desde que se impusieron restricciones a los viajes no esenciales en la frontera terrestre entre México y Estados Unidos como una medida para reducir la propagación del COVID-19. Una prohibición que aún pesa en una región tan interconectada como Tijuana-San Diego; negocios en el sur del condado se han visto afectados por la falta de clientes y muchas familias no han podido verse ante la imposibilidad de ir al otro lado. Doce meses han pasado y habrá que esperar por lo menos uno más. El jueves 18 de marzo, autoridades de México y de Estados Unidos confirmaron que las restricciones se mantienen hasta por lo menos el 21 de abril. “Ha sido el año más difícil en nuestra vida”, dijo Jason Wells, director de la Cámara de Comercio en San Ysidro, una comunidad que depende en gran parte de la clientela que viene de México. En el último año han cerrado sus puertas 135 de 756 negocios en San Ysidro, señaló Wells. Según datos de la propia cámara de comercio, se estima que un 95 por ciento de los clientes solían venir de México, muchos de ellos con visa de turista. Estos comercios pasaron de tener una ubicación privilegiada, justo a unos pasos de una de las garitas más transitadas en el mundo, a que esa fuera la razón por la cual ahora luchan por sobrevivir. “Para los negocios en San Ysidro es como una manguera; ahorita tienen cerrada la llave, pero en el momento que se abra, la mayoría ya va a estar bien”, resaltó Wells. Esta situación se extiende por todo el sur del Condado. Lisa Cohen, directora ejecutiva de la Cámara de Comercio en Chula Vista, señaló que las restricciones sanitarias impuestas por la pandemia en conjunto con aquellas en la frontera afectaron también a sus negocios. “Estamos a siete millas de una de las fronteras más grandes, y el tener ese cierre tuvo definitivamente un impacto”, coincidió. Un sondeo realizado entre finales de 2019 y principios de 2020 por la Asociación de Gobiernos de San Diego (SANDAG) encontró que un 52 por ciento de los encuestados describió que su razón principal por la cual cruzó la frontera fue para ir de compras, seguido por 31 por ciento por motivos de trabajo, y un 9 por ciento, visitar a un amigo o familiar. Lis Rodríguez, una corredora de seguros en San Diego no ha visto a su familia en más de un año. Dado que se encuentra tramitando su residencia legal permanente no ha cruzado a México desde octubre de 2019. Recién casada, pensó que sería un trámite de unos tres o cuatro meses, pero hasta la fecha no ha sido así. En un principio no le pesaba la espera debido a que su familia podía cruzar de Tijuana a San Diego para visitarla, pero hace un año eso cambió. “Tengo un año sin verlos, sin abrazarlos, me he perdido todos los cumpleaños. Ha sido muy difícil”, comentó. A estas alturas, no sabe qué será primero, su trámite de green card o la reapertura de la frontera. Aquel 21 de marzo de 2020, lo último que pasó por su mente es que la medida se extendería un año. Pronosticó un par de meses, a lo mucho. En el año fiscal 2019, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) procesó casi 40 millones de pasajeros en la garita de San Ysidro. En 2020, tras las restricciones de la frontera, se procesó a más de 24 millones de pasajeros, de acuerdo con datos de la agencia. El caso es similar en la garita de Otay Mesa, que en 2019 recibió a 16 millones de viajeros y a alrededor de 10 millones en 2020. La doctora Ietza Bojórquez, investigadora del Departamento de Estudios de Población para el Colegio de la Frontera Norte (El Colef), considera que la decisión de restringir los cruces en la frontera quizá no fue la más eficiente si se toma en cuenta el costo-beneficio y el impacto en la vida transfronteriza. Recordó que la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) no recomendó las restricciones de viaje al inicio de la pandemia. Y es que cree que el restringir los cruces únicamente a un grupo de personas, en este caso, a quienes se trasladan por motivos no esenciales o visa de turista, no ayuda al propósito. “Si tu disminuyes la movilidad en principio sí, disminuyes la probabilidad de que alguien que es portador de un virus lo transmita a otra persona, pero si no lo vas a disminuir al 100 por ciento sino solamente al 50 o al 30, no hay una justificación real para que esa disminución la hagas dependiendo del tipo de visa por ejemplo”. Ambos gobiernos mantienen su postura de continuar con estas restricciones para mitigar la pandemia. Édgar Ramírez, agregado del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) en la Embajada de Estados Unidos en México, agregó que “aunque las campañas de vacunación nos dan esperanzas que la epidemia del COVID-19 podría empezar a ser controlada, no podemos bajar la guardia todavía”. Hasta ahora se desconoce un plan sobre cómo se realizará la reapertura de la frontera. “Informados por la ciencia y las recomendaciones de salud pública, trabajaremos con nuestras contrapartes para identificar un enfoque para aliviar las restricciones cuando las condiciones lo permitan y con la protección a nuestros ciudadanos en mente”, informó el DHS. En una visita reciente a San Diego, Roberto Velasco, encargado de despacho para América del Norte de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), confirmó que desde hace semanas trabajan con sus homólogos estadounidenses para evaluar opciones para una reapertura “cuidadosa y gradual” de la frontera. “Es algo que depende de la pandemia y de cómo se vaya desarrollando en ambos lados de la frontera. Esperamos al menos tener noticias pronto de cuál puede ser la ruta para lograr esto”, dijo en entrevista con el San Diego Union-Tribune. Una de las opciones sobre la mesa, sería que la reapertura fuera por etapas o quizá por estados, indicó en aquella ocasión. Hace unos días, el canciller mexicano Marcelo Ebrard, reiteró que se consideraría una reapertura cuando los estados fronterizos se encuentren en el semáforo epidemiológico verde. Hasta ahora, únicamente Sonora se encuentra en dicho nivel. Alonso Pérez Rico, Secretario de Salud de Baja California coincidió en que lo más idóneo sería una reapertura gradual. “Nada puede ser ‘abrimos todo o cerramos todo’. Si hacemos eso lo que va a pasar es un influjo importantísimo y cadenas de transmisión por todos lados. A mi entender tendría que ser gradual la apertura y bajo un protocolo de seguridad de salud”, comentó en una entrevista en febrero pasado. Todavía se desconoce cuándo se levantarán las restricciones, y bajo qué condiciones sería. Lo que es un hecho, es que la comunidad que acostumbraba a ir y venir ya contempla que será lo primero que haga una vez que esto suceda. Rodríguez lo tiene muy presente, y aunque dice ya no sigue las noticias porque cada mes es frustrante ver como su agonía se extiende un mes más, sabe que ese día eventualmente llegará. “Ese día voy a abrazar a mi familia como loca”. (Foto de Alejandro Tamayo)