Nueva York, Estados Unidos, julio 23.- Los estadounidenses deberían prepararse para varios años de inflación más alta de la que han visto en décadas, según los economistas que esperan que la sólida recuperación económica posterior a la pandemia impulse fuertes aumentos de precios durante un tiempo. Los economistas encuestados este mes por The Wall Street Journal elevaron sus pronósticos de qué tan alta sería la inflación y por cuánto tiempo, en comparación con sus expectativas anteriores en abril. Los encuestados en promedio ahora esperan que una medida de inflación ampliamente seguida, que excluye los componentes volátiles de alimentos y energía, aumente un 3,2% en el cuarto trimestre de 2021 con respecto al año anterior. Pronostican que el aumento anual retrocederá a algo menos del 2,3% anual en 2022 y 2023. Eso significaría un aumento anual promedio del 2.58% desde 2021 hasta 2023, lo que colocaría la inflación en los niveles vistos por última vez en 1993. "Estamos en una fase de transición en este momento", dijo Joel Naroff, economista jefe de Naroff Economics LLC. "Estamos pasando a un período de inflación y tasas de interés más alto que el que hemos tenido en los últimos 20 años". El aumento de crecimiento de la economía estadounidense en 2021 probablemente alcanzó su punto máximo en la primavera, pero se espera que continúe una fuerte expansión el próximo año, dicen economistas encuestados por The Wall Street Journal. La reapertura generalizada de empresas, el aumento de las tasas de vacunación y una gran inyección de ayuda gubernamental para la pandemia esta primavera ayudaron a impulsar rápidos avances en el gasto de los consumidores, el principal motor de la economía. Pero ese boom de crecimiento económico está comenzando a desacelerarse, dicen los economistas. “Hemos pasado a la fase de expansión más moderada”, afirmó Ellen Zentner, economista jefe para Estados Unidos de Morgan Stanley. “Hemos superado el peak de crecimiento, pero eso no significa que algo más siniestro esté sucediendo aquí y que estemos listos para luego caer drásticamente”. Más bien los economistas esperan que la economía continúe creciendo sólidamente durante el próximo año, impulsada por el aumento del empleo, los ahorros acumulados y el apoyo fiscal continuo. A más largo plazo, prevén que la expansión se irá enfriando gradualmente hasta un ritmo post pandémico más estable. Los economistas encuestados este mes por el Journal, en promedio, estimaron que la economía se expandió a una tasa anual ajustada estacionalmente del 9,1% en el período de abril a junio. Eso marcaría el segundo ritmo más rápido desde 1983, superado solo por el rápido repunte del verano pasado, cuando las empresas comenzaron a reabrir después de las cuarentenas y los gobiernos comenzaron a flexibilizar las restricciones relacionadas con la pandemia. Muchos economistas también estiman que el producto interno bruto de Estados Unidos superó sus niveles previos a la pandemia en el segundo trimestre. Los encuestados ven que el crecimiento se enfriará a un ritmo del 7% en el tercer trimestre y descenderá a una tasa del 3,3% en el segundo trimestre de 2022. Pronostican que la economía crecerá 6,9% este año, medido desde el cuarto trimestre del año pasado hasta el mismo período de 2021, y luego disminuirá al 3,2% el próximo año y al 2,3% en 2023. Con un crecimiento más moderado, las tasas de aumento del empleo y la inflación también deberían disminuir, afirmaron los economistas. “Es normal. No deberías esperar un crecimiento del 9% para siempre“, afirmó Michael Feroli, economista jefe para Estados Unidos de JPMorgan Chase & Co. ”Estamos muy seguros de que veremos un crecimiento muy por encima de la tendencia en la segunda mitad del año“. Después de subir de manera constante, los rendimientos de los bonos del Tesoro a 10 años han caído levemente en los últimos tres meses, ya que los inversionistas tienen en cuenta la posibilidad de un crecimiento más débil, dijo Joe Brusuelas, economista jefe de RSM. El gasto del consumidor subió 5% en marzo después de que el Congreso y la Casa Blanca promulgaran un paquete de ayuda para la pandemia de US$1,9 billones que envió cheques por US$1.400 a muchos hogares. El dinero llegaba a los bolsillos al mismo tiempo que muchas personas se vacunaban y salían más a medida que los proveedores de servicios volvían a abrir sus puertas. Los aumentos mensuales del gasto se han ralentizado desde entonces a medida que se desvanece el efecto del estímulo inicial. “Mayo fue una locura”, afirmó Zach Schneider, copropietario de S&S Hardware en St. Paul, Minnesota, quien estimó que las ventas de ese mes fueron entre 17% y 19% más altas que en mayo de 2019. “No solo estábamos aumentando los visitantes, sino que también estábamos aumentando nuestra transacción promedio, consiguiendo que mucha gente comprara impulsivamente”, afirmó. Las ventas se han enfriado desde entonces, dijo, “pero en el balance anual, seguimos arriba”. La inflación también se disparó en la primavera y principios del verano cuando el gasto de los hogares superó la capacidad de las empresas para mantener el ritmo. Los precios al consumidor subieron 5,4% en junio respecto al año anterior, el ritmo más rápido desde 2008, informó el Departamento de Trabajo. A medida que el crecimiento se desacelera, las empresas tendrán más tiempo para encontrar trabajadores, trabajar con los pedidos pendientes y aumentar la producción, aunque persisten muchos estancamientos en la cadena de suministro. Los economistas encuestados ven que la inflación medida por el índice de precios al consumidor descenderá a 4,1% en diciembre y al 2,5% para fines de 2022. Es probable que varias fuerzas garanticen que el crecimiento económico se mantenga fuerte en los próximos trimestres. Por un lado, millones de personas que están desempleadas o que no buscan trabajo probablemente encontrarán trabajo, lo que les dará ingresos para gastar. Septiembre podría ser un mes crucial, ya que las escuelas reabren ampliamente en todo el país y los beneficios de desempleo ampliados expiran en todos los estados. Los consumidores también acumularon una gran reserva de efectivo durante la pandemia. Los estadounidenses ahorraban a una tasa anualizada de US$2,3 billones en mayo, casi el doble de lo que estaban ahorrando en mayo de 2019. Si bien los consumidores han utilizado parte de ese dinero para pagar deudas o reservar vacaciones, hay espacio para más gastos. “No se puede salir a comer dos veces en una noche”, afirmó Steven Blitz, economista jefe para Estados Unidos de TS Lombard. “Las reaperturas hacen que la gente gaste dinero, pero no se puede gastar todo en un mes”. Mientras tanto, el estímulo federal no ha desaparecido por completo. El jueves, el gobierno federal comenzó a enviar pagos mensuales de hasta US$ 300 por niño como parte de un crédito tributario por hijos ampliado. Esta nueva fase de la recuperación viene con su propio conjunto de riesgos. Aunque muchos economistas esperan que las recientes presiones sobre los precios sean temporales, existe la posibilidad de que los costos de algunos bienes y servicios eleven la inflación de manera sostenida. Los costos de la vivienda plantean una de esas preocupaciones. Las rentas equivalentes de los propietarios —la estimación del Departamento de Trabajo de lo que los propietarios tendrían que pagar cada mes si alquilaran su propia casa— aún no se han recuperado mucho. Pero algunos economistas advierten que estos precios podrían comenzar a subir rápidamente, como reflejo de los recientes rápidos aumentos de los precios de las viviendas. Otro riesgo proviene del mercado laboral, que se ha recuperado mucho más lento de lo que muchos economistas anticipaban a principios de este año. La economía de los Estados Unidos todavía se queda corta con alrededor de 7 millones de puestos de trabajo respecto de los niveles previos a la pandemia, y algunos impedimentos para el crecimiento del empleo podrían ser duraderos. Muchos estadounidenses se jubilaron antes de lo planeado durante la pandemia y nunca volverán al mercado laboral. Otros han estado sin trabajo durante meses, lo que aumenta el riesgo de que sus habilidades se hayan atrofiado o que los empleadores puedan percibir que eso ha pasado. Los desajustes entre las industrias y los lugares donde hay trabajos disponibles y donde los desempleados están buscando, podrían dificultar la contratación durante meses. “Efectivamente, me preocupa un poco la posibilidad de que haya un subempleo estructural”, sentenció Feroli.