A más de un año: BC se mantiene con la segunda mayor tasa de mortalidad por COVID en México: Estudio UNAM

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Ciudad de México, mayo 23.- Las inequidades en los determinantes sociales de la COVID-19, como la pobreza y el acceso a la atención médica que afectan a los grupos vulnerables en México, están interrelacionados e influyen en el riesgo de enfermar y morir a causa de este padecimiento, señala un estudio realizado por la Universidad Nacional Autónoma de México, el cual documenta que el 94 % de los mexicanos muertos por COVID eran obreros, amas de casa y jubilados con condiciones económicas adversas. Así mismo, la mitad no terminó la primaria, señala el estudio realizado por Alejandro Cortés-Meda y Guadalupe Ponciano-Rodríguez, de la Facultad de Medicina de la UNAM. El documento Impacto de los determinantes sociales de la COVID-19 en México establece que el 92 % de las muertes ocurrieron en instituciones públicas de salud, de las cuales la mitad fueron en el Instituto Mexicano del Seguro Social mientras que en hospitales privado solo sucedieron 2 % de las muertes. El reporte resalta que tanto en nivel de contagio como en la gravedad y mortalidad de la covid-19, están asociados con el nivel socioeconómico y de estudios, principalmente, pues los resultados indicaron que “la mitad de las muertes se produjeron en personas con un nivel educativo máximo de primaria”, mientras que la población urbana de bajos ingresos en municipios de alto nivel socioeconómico es la más propensa a contagiarse y morir por el virus, de acuerdo con los datos recabados hasta el 11 de marzo, cuando México reportaba 2,14 millones de casos y 192,488 fallecidos. Y apunta: “En México la baja escolaridad está asociada a condiciones precarias de vida y salud y a un mayor riesgo de muerte. No cabe duda que la COVID-19 ha afectado en gran medida a la población con menor escolaridad”, apuntó el informe. El análisis encontró “diferencias muy pronunciadas” en la tasa de mortalidad de los estados, con Ciudad de México a la cabeza con un índice de 318 fallecidos por 100,000 habitantes. Atrás de la capital del país se colocó Baja California con 210, lo cual confirma el pésimo manejo que hizo de la pandemia el gobernador Jaime Bonilla y su equipo de salud. En tercero se colocó Sonora con 199. Asimismo, informaron que solo uno de cada cuatro contagiados, el 25%, recibió atención hospitalaria. A nivel nacional, solo una de cada cinco personas fallecidas por Covid-19 fue atendida en una Unidad de Ciudades Intensivos (UCI), informó. “El estudio concluye que “En México, la probabilidad de tener atención hospitalaria de calidad se reduce notablemente para quienes residen en lugares con mayor concentración de pobreza y la mortalidad es mayor para ellos. Lo que refleja una problemática social relacionada con el ingreso y consecuentemente un mayor o menor grado de salud. Las desigualdades en salud son evitables e injustas, es decir, inequidades.25,26 “Mención especial merece la población hablante de lengua indígena, que en nuestro país es de alrededor de 7.2 millones de personas. Algunas razones por las que la COVID-19 vulnera de manera diferenciada a las personas indígenas son: 1) la explotación económica que los perpetúa en pobreza y los impulsa a la migración; 2) la marginación social de los sistemas de salud y educación adecuados; 3) la subordinación política y cultural que les impide ejercer sus derechos colectivos como pueblos; y 4) la discriminación: la letalidad de la pandemia en la población indígena (17.4%) duplica la prevalencia en la población general.27 “Los datos aquí mencionados apuntan a grandes diferencias tanto en nivel de contagio como en la grave- dad y mortalidad de la COVID-19, según el nivel socioeconómico. Para analizar el comportamiento de la pandemia en México, debemos considerar la enorme desigualdad social, la alta prevalencia de enfermedades crónicas, la existencia de zonas y grupos sociales altamente vulnerables por su condición socioeconómica y la poca capacidad de respuesta institucional para el cuidado de la salud antes y durante la pandemia. “Es necesario contar con más información desagrega- da por nivel socioeconómico para poder establecer asociaciones contundentes entre los determinantes sociales de la salud y la COVID-19. Sin embargo, resulta evidente que las inequidades sanitarias en grupos vulnerables de nuestro país son una realidad que ha configurado el estado de salud de cada individuo y ha dado como resultado una mayor afectación por el SARS-CoV-2”, concluye.