Crecen campamentos de migrantes en Tijuana ante incertidumbre sobre la política de asilo de EU

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Tijuana, Baja california, noviembre 18.- Al caer la noche, unos 250 policías y trabajadores de Tijuana entraron en un sórdido campamento para migrantes que esperaban solicitar asilo en Estados Unidos. Los migrantes tenían que registrarse para obtener credenciales o irse. En cuestión de horas, los que se quedaron fueron rodeados por suficiente valla de tela metálica para extenderse al doble de la altura de la Estatua de la Libertad. La operación del 28 de octubre puede haber sido el comienzo del fin de un campamento que alguna vez tuvo capacidad para unas dos mil personas y bloquea un importante cruce fronterizo con Estados Unidos. Puede que haya más campamentos por venir. Los campamentos, llenos de niños pequeños, son producto de políticas que obligan a los migrantes a esperar en México para audiencias en la corte de migración de Estados Unidos o les prohíben buscar asilo bajo las políticas de salud pública relacionados con la pandemia. La incertidumbre sobre las políticas de asilo de Estados Unidos también ha contribuido al crecimiento de las poblaciones de migrantes en las ciudades fronterizas mexicanas, creando las condiciones para más campamentos. Los migrantes a menudo están fuera de la vista del público en las ciudades fronterizas, pero el campamento de Tijuana es muy visible y perturbador. Las carpas cubiertas con lonas azules y bolsas de plástico negras bloquean la entrada a un cruce fronterizo donde un promedio de aproximadamente 12 mil personas ingresaban a los Estados Unidos diariamente antes de la pandemia. Es uno de los tres cruces peatonales hacia San Diego. Estados Unidos reabrió completamente las fronteras terrestres con México y Canadá a los viajeros vacunados el 8 de noviembre. Montserrat Caballero, la alcaldesa de Tijuana, dijo que los funcionarios “no hicieron casi nada” para controlar el campamento antes de que asumiera el cargo el 1 de octubre. Cuando pidió a los gobiernos estatal y federal de México que se unieran a ella para erigir una cerca e introducir un registro, se negaron. Tijuana no sacará por la fuerza a ningún migrante, dijo Caballero, quien espera que los reductos se vayan durante las lluvias estacionales. Miles de migrantes que llegaron en una caravana de 2018 estaban empapados durmiendo afuera en los gélidos aguaceros de noviembre. La ciudad estima que el campamento albergaba a mil 700 personas dos semanas antes de la operación del 28 de octubre, que Caballero advirtió públicamente que vendría pero no dijo cuándo. El primer recuento, el 29 de octubre, mostró 769 migrantes, más del 40% niños. La mitad eran mexicanos, muchos de los estados de Guerrero y Michoacán, devastados por los conflictos, y un tercio eran hondureños, y los salvadoreños y guatemaltecos representaban casi el resto. Imagen: ABC España