Henry George y “la persistencia de la pobreza en medio del aumento de la riqueza”

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Henry George fue un economista y político norteamericano, que alcanzó renombre y popularidad sin cuento por su defensa de un sistema de tributación basado en un impuesto único a la tierra, una idea que tiene sus orígenes en la Fisiocracia y, si se quiere, en la teoría clásica de la renta diferencial. George puede ser considerado, con toda justicia, entre los siete más destacados economistas norteamericanos que trabajaron durante el siglo XIX: Henry Carey (1793-1879), Simon Newcomb (1835-1909), John B. Clark (1847-1938), Richard Ely (1854-1943), Thorstein Veblen (1857-1929), Irving Fisher (1867-1947) y Henry George, quien si bien tenía su capacidad técnica limitada, muy posiblemente haya sido el más “original” de ellos, después de Fisher y Veblen. Fue un heterodoxo de su tiempo, su famosa obra “Progress and poverty” (Progreso y Miseria, 1879) es considerado el único libro de teoría económica que ha llegado a tener record de ventas, con más de dos millones de ejemplares vendidos. Ahí desarrollaba la idea de que la pobreza surgía como una consecuencia del aumento del valor de las tierras. Tal tesis fue muy popular en Estados Unidos entre 1880 y principios del siglo XX, e incluso hoy es estudiada (como tema central) por muchos institutos educacionales, los conocidos Henry George Schools of Economics. También existe, y resulta particularmente activa, la Henry George Foundation of America, creada en 1926. George nació en Filadelfia el 2 de setiembre de 1839. A los 13 años dejó la escuela para ingresar como grumete en un barco que viajaba a Oriente y que lo llevó a tierras como Australia y la India. Años después, de retorno en su ciudad natal, comenzó en el oficio de tipógrafo, pero a los 19 años, partió a California, entonces en plena “fiebre del oro”. Luego de varias vicisitudes finalmente logró empleo estable (en su profesión inicial de tipógrafo) en un diario de San Francisco; tiempo después, merced a un golpe de fortuna, pasó a reportero. Lentamente sus ideas fueron trascendiendo y así un artículo suyo, publicado en el New York Tribune, llegó a ser halagado por John Stuart Mill (a quien él admiraba). En 1868, preocupado por las repercusiones sociales que implicaba la llegada del ferrocarril, publica en el periódico Overland Monthly su primer artículo “What the railroad will bring us?” Tres años más tarde, ya con una profundidad mayor, tiene vida su folleto “Our land and land policy” (que ha tenido traducción como “La cuestión del la tierra”). Era una visión pionera sobre el problema ferroviario, sus ecos en la estructura social y la cuestión de la renta de la tierra. Un pionero ya que veinte años después Richard Ely escribiría, en “The Independent” (28/08/1890): “En Estados Unidos no se puede mirar en ninguna dirección (…) sin descubrir el poder de los ferrocarriles (…). Su poder se expande en toda dirección, sus raíces llegan a todas partes (…)”. Cuando la Universidad de California estableció una cátedra de economía política, George fue un gran candidato potencial, pero en su conferencia de oposición declaró que “para el estudio de la economía política no se necesitan conocimientos especiales (…),libros de texto ni profesores, a condición de que se sepa pensar por uno mismo”. De más está agregar que con tamaña afirmación, que negaba el mismo rol para el cual se postulaba, finalizaron sus posibilidades de carrera académica. En marzo de 1879, publica de su bolsillo, “Progress and Poverty”. Al año siguiente a Nueva York, en donde todavía se escuchaban los ecos de la gran huelga ferroviaria de 1877, causada por una reducción de salarios nominales. A partir de la publicación de su principal obra dedicó ingentes esfuerzos en difundir sus ideas viajando a lo largo y ancho de su tierra y del mundo. Ofreció conferencias en países como Francia, Australia, Irlanda e Inglaterra, donde colmó lugares como el Trade Hall de Manchester o el Albert Hall de Londres. En base a su ganada fama, ingresó al mundo de la política neoyorkina en 1886, con una plataforma basada en su propuesta de “impuesto único”, siendo derrotado en la postulación para la Alcaldía por el demócrata Abram Hewitt, con 90,000 votos, contra los 68,000 de George (y los 60,000 de un joven Theodore Roosevelt, venciendo a los republicanos). En representación del programa obrero, obtuvo el segundo puesto en los comicios en que presentó su candidatura para alcalde de Nueva York. Su segunda presentación como candidato se produjo en 1897, pero falleció poco antes de la elección, el 29 de octubre de 1897, de una apoplejía, que seguramente la gran tensión de la campaña contribuyó a generar. Escribió en la época del gran despegue de la economía americana, generadora de desigualdades crecientes, y el consiguiente desarrollo del movimiento obrero. La segunda mitad del siglo XIX dio paso, en la Unión Americana a la acumulación acelerada de grandes fortunas familiares. Es la época de los Rockefeller, los Astor, los Vanderbilt, quienes mostraban una conducta paradójica; una inclinación filantrópica personal (las luego famosas “fundaciones”) a la par que una monumental indiferencia por los problemas sociales emergentes de la actividad empresarial. Fue un tiempo también marcado por el intento de formular, en el plano teórico, una crítica coherente del enfoque liberal; y, a la vez, encontrar una vía de solución en el corto plazo (y que no implicara violencia) a las penurias que iba generando el proceso de crecimiento industrial sobre los grupos menos favorecidos por el cambio estructural. La sensibilidad en el pensamiento de George le permitió realizar un cuidadoso estudio de la realidad “dual” que se presentaba en ese momento en los Estados Unidos. Con respecto al método que utilizó para exponer sus ideas, se suele establecer un paralelo con el que desarrollara Adam Smith. Esto es, su obra se basó en una exposición deductiva, pero con referencias continuas a las experiencias empíricas cotidianas, y muchas recogidas en sus viajes alrededor del mundo. La observación central que realizó fue que en aquellos años, en su país, se experimentaba un gran crecimiento económico con el consecuente aumento de la riqueza, pero simultáneamente se evidenciaba un continuo deterioro (relativo al menos) en la situación de los más humildes. Dicho de otra forma, en sus palabras, le preocupaba fundamentalmente “la persistencia de la pobreza en medio del aumento de la riqueza” (George, 1879: 19). Imagen: www.eumed.net