Por Tomás Fernández y Elena Tamaro John Law (Edimburgo, 1671 - Venecia, 1729) fue un banquero escocés que impulsó la primera experiencia de papel moneda de la historia. Miembro de una familia de banqueros y orfebres, trabajó desde los catorce años en el negocio familiar y a los diecisiete heredó una fortuna que malgastó en el juego y en un viaje por Europa, en cuyo transcurso observó atentamente los sistemas financieros de su época. En 1700 el Parlamento de Escocia rechazó su proyecto de crear un banco que emitiera papel moneda de curso legal. Dicho proyecto respondía a la idea de que el Estado podía asumir un papel más activo en el impulso del crecimiento económico controlando la circulación monetaria y aumentándola sin las limitaciones que hasta entonces imponía en todos los países la disponibilidad de metales preciosos por el uso exclusivo de monedas metálicas. John Law expuso estas teorías en su libro Consideraciones sobre el dinero y el comercio (1705). Lo que no había conseguido en su país lo consiguió en Francia, donde el regente Felipe II de Orleans, acuciado por la necesidad de aligerar el peso de la deuda pública que había dejado Luis XIV al morir, le concedió una autorización para poner en marcha un banco privado emisor de billetes convertibles al portador (el Banco General) en 1716. El éxito inicial de la empresa le permitió completar el «sistema Law» con otras empresas igualmente lucrativas: en 1717 creó una compañía privilegiada de comercio ligada al banco (la Compañía de Occidente o del Mississippi, luego llamada Compañía de Indias), que explotaba negocios como el comercio con la Luisiana, la recaudación de los impuestos reales o la acuñación de moneda; la deuda pública se redujo por la vía de pagar a los acreedores de la Monarquía entregándoles acciones de la Compañía y del Banco; y en 1718 el Banco General se transformó en Banco de la Corona. Law se convirtió al catolicismo y fue elevado al rango de ministro de Finanzas del rey de Francia. Una activa propaganda consiguió que la cotización de las acciones de la Compañía subiera extraordinariamente, en medio de una fiebre especulativa generalizada. Confiado en el éxito de su sistema, John Law aumentó la emisión de billetes muy por encima de lo que le permitían los recursos del Banco. Bastó una crisis de confianza para que se desatara el pánico en los mercados: la cotización de las acciones se hundió, mientras el público reclamaba inesperadamente la conversión de sus billetes en moneda metálica. Incapaz de hacer frente a los pagos, el Banco quebró en 1720. Habiendo provocado la ruina de muchos ahorradores, Law tuvo que huir del país y murió en la pobreza. Su sistema, frustrado por la ambición excesiva de ganancias especulativas, se demostró prematuro para la época y sembró, en cambio, entre la opinión pública francesa una desconfianza duradera hacia instituciones como el papel moneda, los bancos centrales y toda experiencia financiera con visos especulativos, lo cual contribuyó a retrasar la modernización del sistema bancario hasta el siglo XIX.